Capitulo VIII

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Obito tarareo mientras se recargaba contra la pared pensando por un momento en la información que su abuelo tenía en su biblioteca acerca del Daimyo y sus aldeas.

La capital del fuego era conocida como La Aldea Dorada, donde las personas que lo habitaban eran solo nobles y personas de alto rango, de los cuales todos y cada uno de ellos cuenta con muchos ingresos monetarios. 

La capital contaba con dos aldeas vecinas la primera ubicada al sur, llamada La Aldea de Bronce y la segunda ubicada al este, llamada La Aldea de Plata.

Y por ley del Daimyo todos los Clanes sin excepción tenían prohibido luchar o usar sus aldeas para una batalla entre Shinobis, ya que eran por obligación terrenos Neutrales.

Obito cruzó sus brazos sobre su estómago mirando a su madre que estaba entregando sus identificaciones a los Samurais de la entrada a La Aldea de Plata-siendo la de Obito una falsificada.

Incluso estando recargado contra la pared y perdido en sus pensamientos, Obito podía sentir claramente la mirada hambrienta que le dieron aquellos nobles e incluso algunos Saurais lo hicieron pero, lo ocultaron bajo caras estoicas y sonrisas amables.

"Para los civiles de aquellas aldeas lo único que importa son dos cosas; la posición política y la belleza" Su madre dijo seriamente "Si eres pariente de un anciano de la corte serás popular y tratado con el mayor respeto, Si tienes belleza será casi lo mismo excepto que, todos trataran de llevarte a su recamara" su madre acarició su cabeza suavemente "a ellos no les importará si eres un Beta como le hacemos creer a todos o si eres un Alfa...ellos trataran de tenerte ya sea como esposa, amante o concubina"

Lo peor es que las miradas no estaban solo sobre él, sino también sobre su amada madre y esas miradas era algo que le molestaba mucho a los dos.

Su madre lucia un hermoso Kimono negro como la noche decorado con estrellas plateadas que empezaban en su cintura y se amontanaban al final del Kimono, estaba acompletado con un Obi rojo oscuro y un hermoso maquillaje claro, su cabello suelto sobre su espalda en una hermosa cascada de risos medianoche.

Si bien es cierto que Obito solo tenía siete años y no tenía todavía unas grandes curvas como su madre. Obito era hermoso por derecho propio, sus rasgos no eran afilados como los Alfas o demasiados comunes como los Betas, los cuales a menos que pertenecieran a un Clan no tendrian rasgos distintivos.

Sus rasgos para su desgracia ¿o beneficio? eran suaves y angelicales, su madre se lo había dicho más de un millón de veces y es que cuando ella era una niña había conocido a los tres Omegas masculinos que el Clan tenía y todos ellos eran el pináculo de la palabra belleza.

Obito debido a su género Omega era pequeño, prácticamente un niño de su edad era casi media cabeza más alto que él. Tenía una piel blanca y lechosa como la porcelana, muchas mujeres lo miraron con envidia a medida que caminan hacia su posada. Tenía ojos grandes como los de un ciervo, unas pestañas largas y rizadas como las de su madre, una mandíbula suave, casi femenina. una nariz de botón y como broche de oro, Obito tenía una cintura pequeña, que se resaltaba debido al Obi bermellón con un lazo dorado que envolvía su elegante yukata color arena clara.

La posada en la que entraron pertenece a uno de los hijos de un anciano en la corte del Daimyo, su asesor y consejero personal. Makino Hoshi.

"Kyomi es un gusto verla nuevamente" un hombre cerca de los 40 saluda a su madre cortésmente. Obito no necesita mucho esfuerzo para ver la lujuria apenas escondida bailando en sus ojos.

"La reverencia que des como saludo depende del rango que posea el noble a quien nos enfrentemos" su madre señala mientras obliga a Obito a caminar con unos tacones de aguja para ayudar con su equilibrio "al Daimyo mínimo tienes que inclinarte durante cinco segundos, a su corte alrededor de cuatro y lo demás depende de su apellido y cantidades monetarias"

Su madre hace una reverencia y sonríe de manera cortés mostrando con profesionalismo solo amabilidad en sus ojos.

"El engaño y la mentira no solo pertenecen a la profesión de los Shinobis"

Cuando Obito saluda al hombre y se presenta como 'Tobi', prácticamente Obito puede notar como apenas pudo ocultar la baba que se le caía por la boca.

Mientras él y su madre caminan hacia su recamara, Obito mira de reojo a Makino que está hablando con otros nobles que llegaron a la posada.

"El Daimyo tiende a recurrir por tradición a un grupo de sus personas más leales para crear su dictadura militar, en este caso organizados por funciones y juramentos de lealtad privados" su madre le dice mientras le pone a Obito otros cinco libros en la espalda para corregir el ángulo de su reverencia, aun usando los tacones de aguja "Los de más alta categoría son los ancianos, quienes son los que componen el consejo de asesore y quienes tienen más experiencia en la política" otros dos libros de colocan en su espalda "De ahí siguen los de alto rango o jefes de dominios dentro de la aldea" otro libro más y la espalda de Obito comienza a temblar "De hay se encuentran los de Rango medio, quienes se encargan de actividades administrativas y los de Rango menor quienes son los de tareas serviles, esclavos y trabajos de menor importancia"

Obito cierra la puerta detrás de él con suavidad asegurándose de poner una barrera de silencio y una de protección.

"Cariño no se que planees hacer aquí pero" su madre se acerca y lo abraza "ten cuidado por favor" ella se separa de él y sonríe "atacalos mi pequeño lobo"

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A medida que explora la ciudad, Obito puede notar que todos están concentrados en el festival e ignorando felizmente a todos a su alrededor con excepción de sus respectivos acompañantes.

Obito sigue caminando y atravesando las calles con la intención de memorizar algunas rutas de escape y escondites en caso de que su pequeño juego de Robar fracase.

Sintiendo su estómago vacío se dirige tranquilamente hacia un puesto de Dangos. Obito realmente tiene una suerte increible por haberse encontrado ese puesto de deliciosos postres para comer algo y después continuar con su tarea de explorar la Aldea de Plata.

Ordena tranquilamente un plato con una docena de dangos y un te, come tranquilamente su merienda y quedando el último dango decide comérselo en el camino, se levanta y se dirige tranquilamente hacia el parque cerca del centro de la aldea, terminando su palito de dango lo bota a un lado y-

"¡Espera!"

Alguien choca contra él y ambos caen al suelo. Siendo el desconocido quien cae sobre Obito, el ¿niño? posiblemente unos dos años mayor que él se endereza y queda sentado sobre el estómago de Obito.

Obito parpadea aturdido antes de ver al niño, tenia el pelo marron y ojos de mismo color, traia un yukata verde con un Obi amarillo. El niño lo mira con la cara roja y unos ojos que lo miran casi con estrellas, como si hubiera encontrado lo más fascinante del mundo "¿cómo te llamas hermosa?" el niño le da una gran sonrisa antes de que su rostro se transforme en el de un tomate y tartamudee al darse cuenta en la posición en que se encuentran, rápidamente se hace aun lado y le ofrece la mano con una sonrisa brillante "H-hola bonita, soy Hashirama ¿y tu eres?"

Obito parpadeo.

¡¿Espera?! ¡¿ que?!

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Uniendo lo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora