Capitulo XXXIX

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"¡Itama cálmate!" dijo Obito con la mandíbula apretada mientras pensaba qué hacer con Madara, no podía simplemente echarlo ahora o ignorarlo ya que generaría sospecha por parte del alfa mayor.

"Shishou ¿qué hacemos?" dijo Itama preocupado porque podrían acusar a su querido shishou de traición por tener a dos Senju en su casa, que para acabarla son los dos jodidos herederos de Senju. Si bien es cierto que las batallas entre ambos Clanes han disminuido desde hace años, todavía no son completamente amigables entre sí. En especial Butsuma que tiene un odio puro por Uchiha Tajima.

Suaves golpes se escucharon desde abajo de la casa, posiblemente la puerta. Obito suspiro y miro su ropa ensangrentada "Itama pasame la bata que está allá" dijo señalando a la tela colgada del perchero a un lado de la puerta.

"Pero Shishou.."

"Shhh" Obito lo callo "O acaso ¿Quieres que salga con la ropa llena de la sangre de tu hermano"

Itama cerró la boca y fue a por la bata.

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Interludio Madara

Madara tocó nuevamente la puerta mientras se mordía el labio con nerviosismo.

Acababa de llegar de una misión en Suna completamente agotado después de correr durante días para regresar a su Clan, también tuvo una batalla con esos bastardos orgullosos de ojos blancos que alardeaban sobre su increíble doujutsu y el hecho de que fueron capaces de verlo a largas distancias.

Hn, Menudo grupo de idiotas descerebrados.

Como si Madara fuera tan estupido como para no notar sus presencias en la distancia, incluso antes de que ellos lo vieran a él con sus bonitos ojos blancos.

Derrotarlos no fue difícil ya que esos Hyuga solo confían en su taijutsu y nada más, rara vez verás a un Hyuga manejando algo más que venenos y ataques a corta distancia. Unos cuantos ataques de fuego fue lo que necesito para ahuyentarlos y que lo dejaran en paz o pagarían las consecuencias si lo seguían molestando.

Su humor no había sido el mejor en estos días, en especial desde que no había recibido sus deliciosos bentos de su querido Obito. Madara ya estaba acostumbrado a recibir aquellas deliciosas comidas cada semana desde hace un tiempo y esos días eran los mejores en su opinión, ya que si estaba herido o en una misión siempre le daría algo que lo ayudara o necesitara urgentemente, a veces eran pastillas de chakra, algunas otras eran medicamentos y en raras ocasiones le enviará indicaciones de los lugares donde se encontraba para ayudarlo.

Madara no sabía como Obito estaba enterado de tales rutas y caminos en los otros países, sin embargo, no puede ignorar el sentimiento de calidez y felicidad que lo llena cuando ve que su querido Tenshi se preocupa por él.

Por alguna razón en su mente él nunca podría sospechar algo de Obito...es algo que él no puede explicar realmente y cada vez que lo piensa su alfa interno lo silencia y le dice..

¿Cómo podríamos sospechar de lo que es nuestro? ¿Quieres lastimar a nuestra pareja sospechando de él? ¿Quieres hacerlo llorar? ¿ver sus hermosos ojos negros estar llenos de dolor y tristeza por nuestra culpa?

¡NO!..yo nunca quiero verlo de esa manera, yo quiero verlo feliz.

¿Sabes qué es lo que más hace feliz a los compañeros siempre?

¿Qué es?

Cachorros.

Madara a pesar de haber tenido esa platica con su voz interna muchas veces él todavía no puede evitar sonrojarse cada vez que escucha las palabras cachorros.

Lastimosamente su querido Obito-tenshi era un Beta así que no puede tener cachorros propios.

No te preocupes por eso...se solucionará en poco tiempo.

¿A qué te refieres?

paciencia, paciencia, ese momento llegará muy pronto.

Dejó el tema de lado por el momento y caminó de un lado a otro en la entrada con algo de pánico y mucha preocupación mientras pensaba en lo que sucedió cuando llegó a su casa.

Todo iba bien al principio, entró en su casa se quitó la armadura, saludó a sus hermanos y tomó un largo baño para relajarse en la nueva bañera que consiguió su padre en la capital. Sin embargo, cuando salió de su relajante baño y se dirigió a la cocina noto cierto nerviosismo en Izuna.

Mientras su hermano hablaba, Madara solo escuchó tres palabras.

Uchiha

Kyomi

Murió

Cuando esa última palabra se registró en su mente Madara corrió.

Salió de su casa a toda velocidad y se dirigió a aquella casa oculta en el bosque, aquella hermosa casa donde Madara iba de vez en cuando a dejarle regalos a su hermoso Tenshi.

Madara sabía de primera mano lo que era perder a una persona tan importante, todavía recuerda cómo lloró cuando su querida Oka-chan falleció cuando tenía siete años. Todavía puede escuchar los gritos llenos de dolor de su padre cuando perdió a su esposa.

Madara sabe que su Oka-chan al ser un Omega tiene dos alfas para protegerlo pero, desde que tiene memoria solo su padre ha estado al lado de su Oka-chan y nadie más. Además Madara no tiene la crueldad suficiente como para recordarle ese tema a su padre.

Justo cuando iba a tocar nuevamente la puerta, esta se abrió y la cara de Madara se sonrojó.Frente a él estaba su hermoso Ángel en una bata de cuadros rojos y negros que le llegaba por encima de las rodillas, los ojos de Madara rápidamente se fueron a sus piernas solo para escuchar una pequeña risa que lo trajo a la realidad, se sonrojo de vergüenza y miró a Obito.

Trago saliva cuando miro a los ojos traviesos y alegres de su querido ángel.

"Obito-tenshi y-yo siento mucho por lo de Kyomi-san" Madara se mordió la mejilla cuando noto un breve brillo de tristeza en los hermosos ojos de Obito "yo se que esto no ayuda mucho pero aun así quise venir" Madara se movió incómodo, los consuelos realmente no eran lo suyo, ese era el trabajo de Ryota.

Sintió un pequeño tirón en la manga de su camisa y miro la delicada mano que estaba sujetando la tela oscura.

"Madara" esta vez lo jalaron fuertemente haciéndolo agacharse y dos pequeñas manos no abrazaron por el cuello. La cara de madara se puso aún más roja y su corazón latió de manera incontrolable en su pecho.

Pronto su rostro quedó enterrado en un hermoso cuello y suaves manos acariciaron su largo cabello. Mandando realmente un agradable escalofrío por la espalda.

Sin poder evitarlo Madara guió sus manos hasta la espalda de Obito y lo abrazó fuertemente por la cintura.

Inconscientemente una gran sonrisa se formó en su rostro y miró levemente la gargantilla bermellón en el cuello de su amado.

Pronto te dejaré mi marca.

Fin del Interludio Madara

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Obito cerró la puerta con la cara roja y se recargo contra ella dejándose caer suavemente al suelo.

Al fondo del pasillo una cabeza bicolor se asomo "¿la libramos Shishou?"

Obito le alzó el pulgar "la libramos"

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Uniendo lo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora