Dragon's Daughters.

Capítulo Cuarenta y seis

—...Y es así como se tratará la situación con los rebeldes que han aterrorizado nuestra paz. La eliminación total de las bases y zonas aledañas será necesaria... Son medidas que se han tomado tras analizar la situación de manera minuciosa...

Stella cambió de canal, y volteó a ver a Daphne, con los ojos llenos de temor, y lágrimas al borde de ser derramadas, mientras las palabras en la transmisión desde palacio se repetían una y otra vez.

Los demás junto a ellas permanecían impávidos. Los isianos miraban a la princesa con algo cercano al pesar, murmurando entre ellos en su idioma, mientras la rubia solari trataba de mantenerse en una pieza, luchando por no derrumbarse.

—Es...imposible que él esté haciendo esto...¡él no es así!

Y lo sabia, Daphne lo sabía, pero el resto no lo sabía y de ahí nacen los conflictos, cuando la información que llega al receptor difiere de aquella enviada. Nadie más allá de los implicados sabía que había una tercera fuerza en medio de la situación, nadie lo sabía, y la información es poder.

Radius podía ser un buen rey, pero reyes mejores han caído, reyes arrogantes han tomado decisiones erradas, reyes «justos» han sucumbido a su propia oscuridad y se han impuesto a otros en su esfuerzo de obtener el miedo de ellos... y eso es lo que vería el público.

El reforzamiento de Llyr tomaría su tiempo, una semana aproximadamente, y quizás Stella tendría que oponerse a esa decisión, salvando su imagen ante una parte de su pueblo. Una gran parte.

Valtor volvía a jugar una carta conocida, Daphne casi ríe ante la falta de imaginación del portador maligno, y su amor a lo anticuado y melodramático. Aunque en el fondo, agradecía ello, le permitía jugar con las fichas regadas por el tablero en movimientos conocidos , y ese era uno, un movimiento que había realizado con Dolona.

Y los dolanos seguían negándolo por mantener su orgullo. Obstinados hijos de...

—Valtor ha demostrado que el tiempo confinado no hizo nada para «corregir», su comportamiento, aunque debemos dar gracias que su imaginación sea la misma de siempre.

Todo estaba cursando a como ella tenía la hipótesis de que así era, el aura casi diluida que cubría la imagen de Radius pertenecía al mago de quinta categoría, que sólo representaba algo de peligro por el poder que portaba.

Lo malo...para liberar a Radius sólo existían dos caminos... Purificación vía polvillo de hadas, y aunque no faltaban las hadas de ese nivel y era la más segura, necesitarían pasar las defensas, llegar hasta él y esperar que no se moviera en los aproximados tres minutos del cántico.

La segunda, era un golpe certero. El riesgo recaía en la potencia, y el consecuente daño. No había salida, o moría, o quedaba en estado vegetativo.

Dolía admitir, pero el primero era difícil y el segundo una carta trampa. Y Stella necesitaba saber ello, necesitaba saber que su padre podría morir. Así pasó antes, así pasaría ahora.

—¿Qué podemos hacer?

Y odiaba esa expresión en el rostro de la princesa solari. La chica estaba tratando de encontrar fuerzas en ella de entre todas las personas presentes, y debía admitir que no se sentía en el papel de líder. Aún así no podía dejar a esa niña en medio de esta situación y sola.

—Interfiere la señal y envía claves a las bases de la Armada al sur. Ordena a las tropas aliadas a Llyr no seguir las ordenes de Radius...que fortalezcan el patrullaje en espacio aéreo e intercepten a las naves que se dirijan a... —pausó y consultó el mapa holográfico del planeta, señalando la primer ciudad en la región que sería atacada— Brillsbell.