Capítulo Veintinueve.

642 38 62
                                    


Parecía que habían pasado horas, cuando tan solo habían pasado unos minutos. Evidencia de que el tiempo en la mente transcurre con lentitud, comparado al tiempo real. La mente cómo un inmenso laberinto se hacía más y más palpable a la que ahora se hallaba encerrada en ella.

Bloom sentía la oscuridad recorrer cada arteria, cada vena, como fuego líquido, corriendo en un intento de destruirle. Sí, de destruir. Lo que la oscuridad intentaba destruir no era su cuerpo, sino, su lado luminoso, su sanidad mental, aquel lado que evitaba que se convirtiera en lo peor que toda persona puede llegar a convertirse.

La esencia cómo una dualidad que debía ser mantenida en equilibrio estaba siendo alterada, gracias al hechizo de oscuridad del fénix.

Así que intentaba mantener la calma, a pesar del deseo de sucumbir y gritar de dolor, de cerrar los ojos y dejar las lágrimas caer, y perderse en el vacío. Sabía que si no lograba dominar esa chispa oscura, estaría perdida.

Comenzó mentalmente a tratar de recordar las lecciones del libro que cogió de Domino, que sirvió a su madre biológica de guía, para dominar la oscuridad.

Necesitaba distraer su mente del dolor. Habían cosas muy importantes en su mente, quizás pensar en ello le ayudaría. Mientras, intentaba domar a la bestia.

Un ser no es únicamente luz, un ser no es únicamente oscuridad. Las criaturas independiente de su afinidad poseen ambos lados, un todo es la unión de la luz y la oscuridad. Era por ello que habían hadas malas, y hechiceras buenas. 

Por otro lado y respecto a su anime favorito... ¿Por qué el empeño de doblar nombres? Mamoru es el nombre, no Armando. Usagi, no Bunny, ¡coño!

Itzi Bitzy Araña trepó a la canaleta... ¿O era a su telaraña? Misterios dignos de Cuarto Milenio...

*****

Por fuera, estaba inerte, su rostro pálido, cómo si llevara horas muerta, frío al tacto, y en estado de rigidez. Las hechiceras le rodeaban, intentando extraer la llama del Dragón haciendo uso de los cristales de Whisperia, sin éxito.

Icy estaba cada segundo más enojada, la maldición lanzada por Darkar impedía de alguna forma que pudieran hacerse con su poder.

La hechicera de hielo no salía de su asombro, por una parte, que la pelirroja tuviera en su posesión el poder que tanto había buscado. Que no fuera realmente una isiana de nacimiento y lo más importante, que fuera ella y no su hermana la guardiana.

Había sido difícil de digerir la información recopilada en medio de la batalla. Había sido sificil esperar tanto para obtener, nada.

— ¿Y quién es este?— Darcy se acercó con movimientos lentos a los barrotes que contenían a los prisioneros del fénix.

Por un lado estaba el prisionero que desde hace meses habitaba ese lugar. Avalon. El maestro y antiguo paladín que había sido contratado por Faragonda, y atacado por el fénix en un movimiento maestro. Colocar a un infiltrado había sido una jugada maestra. Sólo estropeada por la presencia de la ninfa Daphne.

Por el otro, un hombre de aspecto elegante. Cabello rubio cenizo, piel pálida, que usaba guantes oscuros y cuya gabardina corte victoriano parecía costosa.

— No tengo la menor idea.

— Esto es infructuoso. No logro sacar de esta maldita hada la Llama del Dragón— bufó Stormy, con las mejillas sonrosadas de la furia. Por fuera, podía escucharse la inquietud de las criaturas que vigilaban ese sitio.

— Tenemos que apresurarnos. Darkar puede decidir regresar y no seremos capaces de detenerlo. No sin este poder.

Darcy asintió, regresando a su posición, intentando sacar de dentro de la chica la llama creadora.

Dragon's Daughters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora