Capítulo Cuarenta.

535 33 118
                                    

"Las cámaras de seguridad no lograron captar el momento que el intruso tomó el artículo. El Cofre Agador es un artículo mágico de clase 5, al ser capaz de contener dentro de si cualquier tipo de magia. Si usted tiene alguna información del paradero del Cofre Agador, favor llamar a las autoridades."

Daphne apagó la pantalla, y comenzó a dar vueltas en su habitación asignada en Alfea. Era la segunda semana en ese lugar y ya se acercaba el segundo mes del año y con el, un montón de actividades al aire libre.

La ninfa estaba segura que era un movimiento de Valtor; estaba completamente segura de ello, volvió a encender la pantalla y vio la imagen del cofre dorado, y bajo este los terminales a los que la gente podía llamar si por algún infortunio, habían visto al ladrón y el artículo.

Daphne rió ante ese absurdo.

Se dio una ducha, y tras alistarse con un traje sencillo, camisa blanca, falda negra, y colocando una bufanda color dorado alrededor de su cuello, se dirigió al salón principal, tomando asiento al lado de Palladium y DuFour. ya Faragonda se encontraba desayunando, hablando con Griselda amena.

A lo lejos vio a su hermana, entrando junto a Grace, Leona y Diaspro, llevando papeles en mano con bolígrafos. Alzó una ceja, al verles discutir entre si y pausar para escribir. También al ver a Bloom quejarse y lanzar en su dirección una mirada lastimera, para luego dejar caer la cabeza en un obvio movimiento dramático.

Por un segundo estuvo segura de ver a Marion tras su escritorio, quejándose abiertamente contra el mundo por tener que leer tantos documentos y firmar decretos, o escribir cartas a los familiares de los fallecidos en la guerra, con condolencias que sabía, jamás llenarían el vacío...

— Esto es todos los años— murmuró Dufour, señalando a todas las demás que estaban en la misma situación—. Te acostumbrarás.

— Lo malo es que me siento un poco culpable del estado de las chicas bajo mi cargo. Es que... Les he recargado de actividades.

Sabía que el profesor Avalon les había dejado un ensayo algo difícil, pero estaba realmente sorprendida de que ninguna de ellas se hubiera acercado a pedirle ayuda.

Ese tema lo vio en uno de los templos a la edad de once años, y la respuesta era realmente fácil. Cualquiera se preguntaría si era una mala hermana mayor por no haberle explicado algo así a su hermana, pero no, ella necesitaba saber esas cosas desde la infancia por su condición de ninfa, ya que y sí todo apuntaba a ser verdad, las ninfas reencarnan y reencarnan.

Vio al profesor Avalon, todavía algo demacrado por su estadía en Shadowhaunt, apenas podía verse algo de carne en las mejillas que antes dejaban demasiado marcados los pómulos. Por lo que sabía del plan de estudios del paladín, estaban entrando en un área similar a su clase, claro, sólo era superficial y hablaría de Arcadia... Así que aprovecharía eso para hablar de las ninfas primigenias.

Se preguntaba por qué si era un paladín, no daba clases en la academia de Linphea. ¿Madame Ohjra acaso no lo aceptaría? ¿O estaría buscando como alejarse de ese planeta? En la última reunión de maestros había mencionado que tenía alas generadas de magia, no que fuera tan distante del caso de las hadas, pero era extraño y por la forma, parecían idénticas a la de la representación terrestre de ángeles. ¿Todos los paladines pueden tener alas?

¿Y si fueron condenados paladines alados los que se dieron vueltas en la Tierra de la edad de bronce, y de ahí salió el mito de los ángeles? Tanta curiosidad por tantas cosas... y tan poco tiempo.

Al menos tenía cerca a alguien que era un paladín y podría explicarle eso. Tendría que darse una vueltica por Adquistes antes del entrenamiento de fin de semana. O ir con Cefeus a la biblioteca oculta de Alejandría... Así también podría tener noticias de Eldora.

Dragon's Daughters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora