Capítulo Veintiséis.

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Faragonda junto a Griselda y Wizgiz entraron en el territorio pixie, escoltadas por las mini-hadas, Pam, Cherie y Caramel, que les servían de guía.

El rastro dejado por la tormenta indicaba el camino, árboles destruidos, terreno maltratado, pedazos de techo de las pequeñas viviendas de las mini hadas semi enterrados en el fango.

Hasta la estricta Griselda sintió pesar de las pequeñas criaturas, habían sido atacadas de una forma cobarde y despreciable, sin honor alguno. Sólo un monstruo podría atacar de esa forma.

— Fue una tormenta horrible y mala— Cherie miró con tristeza la destrucción en el camino a su hogar..

— Dudo que haya sido una tormenta, pequeña, podría haber sido una criatura con forma de una nube de tormenta.

El profesor Wizgiz mutó de su forma de duende, al de una especie de sabueso. Con el excelente sentido olfativo de esa forma, esperó encontrar algún aroma que le indicara quien podría haber sido el perpetrador, pero fue inútil. Regresando a su forma normal, el pequeño maestro se cruzó de brazos, con gesto meditante.

— Es probable— murmuró Faragonda, la esfera de energía que flotaba frente a ella se hizo más luminosa—. Lord Darkar tiene poderes sombríos inimaginables, no por nada es el contrario negativo del Dragón de Fuego.

— Hablando del Dragón de Fuego...— Griselda avanzó, cruzando los brazos—, Creí que se necesitaba oscuridad para el despertar del fénix, o al menos, es lo que me habéis contado.

— Así es.

— Entonces, ¿Qué pasa ahora?

— No está en mi decirlo, Griselda.

La inspectora entrecerró los ojos, mirando con seriedad a la directora y luego al camino, algo le decía que Faragonda sabía la respuesta, sólo que no estaba dispuesta a compartir información, por el momento.

No tardaron mucho en llegar a la aldea, varias pixies flotaban llevando pedazos rotos de los techos y los lanzaban afuera, mientras otras limpiaban los destrozos.

Con un ligero movimiento de manitas, las piezas flotaban y desaparecían.

— Faragonda.

— Ninphea, veo que habéis tenido un fuerte encontronazo con algún agente de Darkar.

— Aún no estoy segura de que fue, solo eran nubes tormentosas que destruyeron todo, e hirieron a algunas de mis pequeñas.

— Si tiene el códice, es probable que si sea Darkar.

Ninphea lanzó un suspiro, jamás creyó que ese fénix regresaría en algún momento, aún menos cuando Domino había sido destruido, y la llama del Dragón perdida... Él fénix sólo puede surgir si hay algo de oscuridad en la llama...

— No entiendo cómo fue que ese monstruo escapó del confinamiento al que le condenó el Señor de la Luz...

— Es un poco delicado, pero creo que ya has llegado a la conclusión que explica su libertad, ¿no?

La reina pixie asintió con lentitud, miró a Faragonda y la mirada que recibió sólo le dejó aún más confusa.

— Podemos seguir hablando en Alfea, mañana cuando haya luz, podremos preocuparnos por las reparaciones, por el momento, venid todas.

— No podemos dejar el árbol desprotegido...está muriendo...

— Lo hemos de recuperar, una de mis chicas es de Linphea, y es un genio en la botánica... Mañana traeré a Flora para que restablezca al árbol.

Dragon's Daughters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora