Dragon's Daughters.

Capítulo Treinta y Dos

Stella abrió los ojos lentamente.

Estaba tendida sobre una cama, y las paredes alrededor eran impolutas, blancas, con cortinas a juego y muebles de tonos oscuros. El feo aroma a hospital asaltó sus sentidos... el sólo pensar en ello le hizo fruncir el ceño y ahogar um gruñido. Estaría de seguro en una horrible bata a cuadros o de color sólido y sin maquillaje.

Acurrucada a su lado estaba Amore. La pequeña pixie tenia las pequeñas mejillas húmedas, y una de sus pequeñas manitas estaba aferrada a la sábana.

A un lado de la habitación, había un anexo, se lograba escuchar una voz femenina... luego de un rato logró identificar la voz... Su madre.

En el sillón que estaba al lado en la misma sala, estaba alguien que pensó que no vería pronto.

¿Qué hacía Brandon ahí?

La última vez que le vio fue en Tierras Salvajes, y las últimas noticias que había tenido de él fue cuando recibió un mensaje de su padre.

— Veo que por fin despiertas— Luna salió del anexo, portando una amplia sonrisa. Con cuidado, pasó su pulgar por la mejilla derecha de su hija—. Fuiste muy valiente, cariño.

— ¿Por qué estoy aquí?

— No había espacio en Alfea para tratar a los heridos, así que se tuvo que usar el hospital general... Siento decir que vine ya muy tarde. Lo siento.

Stella asintió. Trató de moverse, pero la velocidad con la que quería ejecutar tal acción, provocó que un dolor electrizante le recorriera por el costado izquierdo.

Luna viendo esto, tranquilizó a su hija, y apretando algunos botones, la cama comenzó a moverse hasta quedar en posición sentada.

— ¿Y las otras?

— ¿Tus amigas?— preguntó Luna, Stella asintio— Afectadas, algunas más que otras, a excepción de la pelirroja. Esa esta lidiando con la prensa, aunque sólo ha dicho un sin fin de veces, sin comentarios.

Ante la mirada interrogante de la joven rubia, Luna tomó el mando a distancia, y encendió la pantalla en la pared.

— Debería responder nuestras preguntas. El público necesita saber cómo usted tiene en su poder la Llama del Dragón— decía una mujer de cabello rubio fresa, de evidente acento de Holley.

— ¿Si es de Domino, cómo logró huir de la destrucción?— dijo un hombre, con rasgos solari.

— He dicho que no estoy interesada en dar comentarios. Agradecería que fuerais tan amables y me permitierais tranquilidad— respondió la pelirroja, mientras cerraba fuertemente los ojos y se miraba, respiraba intentando mantener la calma.

— ¿Por que no responde? ¿A qué tiene miedo?

La insistencia de la mujer holliri hizo que la pelirroja abriera los ojos de golpe, pero con ojos de tono amarillo en lugar de azules, con la pupila felina. Bloom estaba enojada, muy enojada.

— Si sigue con una esas preguntas carentes de sustancia y claramente acusatorias, sabrá que es el miedo.

— ¿Es esa una amenaza?

— Amenazar se escucha muy feo, podría ser una advertencia, es menos agresivo, ¿No lo cree? Es un hecho de que todo depende de la manera en que las palabras sean procesadas, ¿Se siente amenazada, reportera?