21. Amaneceres nuevos

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Hoy era un buen día.

A pesar de lo adolorida que estaba desde la mañana, Luz se sentía bastante bien. Tal vez era gracias al agradable olor a café, que hoy la cafetería estaba llena, muy parecida a esos días antes de que Eda tuviera que cerrarla temporalmente para esconderse de Odalia, o las noticias tan positivas que estaban pasando en la televisión, como que el gobernador Belos había inaugurado un nuevo hospital en los suburbios de la ciudad. La omega no sabía por qué, pero se respiraba un aire más tranquilo y esperaba que siguiera así.

—¿Alguien ordenó desayuno? —preguntó Eda guiñándole un ojo, acercándose a su mesa mientras depositaba sobre la misma un tazón de avena con leche y otro de frutas rebanadas con yogur.

—¡Gracias! —agradeció Luz con un rostro resplandeciente—. Aunque sabes, preparar esto es sencillo, podría haberlo hecho yo.

—Ah no, eso no niña, ya lo discutimos varias veces. —La mujer habló firme y la señaló de forma acusadora con un dedo—. Estás en modo reposo y solo tienes permitido levantarte de la cama para comer e ir al baño. Dime, ¿qué fue lo que te dijo tu doctor hace tres días?

—Que es probable que Azura nazca la próxima semana —repitió Luz con desganas, recargándose en su asiento—. Eda, es una suposición y él dijo que estoy bien. Además, estoy embarazada, no incapacitada, ahora estás peor que Willow y eso es bastante difícil de lograr debo decir...

Eda se rio ante el comentario y Luz suspiró, resignada a que no importaba lo que hiciera, sus días hasta que naciera Azura serían así. Esa era su rutina desde que había vuelto a vivir en La Casa del Búho y no en casa de Lilith: siempre alguien cuidándola de no hacer un mínimo de esfuerzo, ya sea su madre, Willow o Gus, y aunque sabía que era bien intencionado, era un poco molesto que ya ni siquiera podía sacar a pasear a King por su cuenta. La hacía sentir mejor que sus amigos no estuvieran molestos después de su repentina desaparición de hace unos meses, pero ni siquiera Amity que era su alfa era tan sobreprotectora como ellos.

Al ver su ceño fruncido Eda le revolvió el cabello con una mirada cariñosa, una que decía "déjate consentir" y Luz le sonrió en respuesta. Quizá tenía razón. Debería aprovechar esos días que faltaban para descansar, en especial porque Azura se movía mucho últimamente y no podía dormir tanto, eso sin contar las contracciones falsas y lo cansada que estaba todo el tiempo. En su defensa no era tan malo como aparentaba, o tal vez solo estaba muy feliz.

Ese mes que había pasado desde la boda de Boscha y Amity fue similar a un sueño. Después de todos los problemas por los que tuvo que atravesar se sentía como si por fin tuviera lo que siempre anheló: Amity cerca, sin esconderse o tener que ocultarse de nadie. Decir que las cosas habían sido maravillosas desde entonces era quedarse corto y parecía que no era la única con ese sentimiento, ya que Eda se sentó frente a ella con una cara de satisfacción tan plena a pesar de que en ese momento estaba trabajando.

—Hay muchos clientes, ¿está bien que estés aquí conmigo? —preguntó Luz divertida.

—¿Ves alguna mano levantada, un niño llorar o alguien quejándose de que tiró su café?, ¿no?, yo tampoco. —Eda se cruzó de piernas y exhaló aire, mostrándose muy agotada—.  Me duele admitirlo, pero creo que necesito contratar a alguien más que Hooty.

—Todavía me sorprende que extrañaras tanto la cafetería, es...

—¿Raro?, sí, lo sé, pero el tiempo en que trabajé con Lilith y Alador me hizo valorar aún más el arte de cocinar y preparar café. —La alfa hizo una pose orgullosa, para enseguida retorcerse incómoda en su asiento—. Hice bien en alejarme de ese mundo, no imaginarás la montaña de papeles que había que revisar, corregir y firmar todos los días. Menos mal que mis acuerdos con mi hermana terminaron, no iba a poder aguantar una junta de negocios más.

Un evento inesperado [Lumity] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora