Un evento inesperado [Lumity] [Omegaverse]

23. Despedidas e inicios

—¿Eso es todo?

Luz asintió tímidamente, alzando su rostro para contemplar al hombre sentado frente a ella. Lo meditó un poco, pero eligió quedarse callada esperando una respuesta más del otro, ya sea alguna reacción o algún gesto, aunque eso no sucedió. El alfa solo siguió en la misma posición desde que ella comenzó a hablar hace una hora: su mirada enfrascada en la ventana y sus piernas cruzadas. Percibió que tal vez no la había visto, así que decidió hablar.

—Sí...señor —dijo despacio. Parecía que la elección de no llamarlo "padre" fue la correcta, ya que Belos por fin se dignó a verla.

La omega sintió un escalofrío, recién dándose cuenta de que esa era la primera vez desde que ingresó a esa habitación en que los dos se habían visto a los ojos. Al observarlo bien notó que era muy diferente a los videos y fotos que encontró sobre él, y es que no era una tarea difícil hallarlos siendo que Belos era el gobernador de toda esa zona de las Islas Hirvientes. El motivo es que era similar en aspecto, sin embargo, en persona era mucho menos amigable y más frío, o tal vez solo la veía así porque se trataba de ella.

—Ya veo.

Esa respuesta ocasionó que Luz frunciera los labios y desviara la mirada. No ayudó a hacerla sentir mejor admirar el piso de madera fina entre sus pies y el olor a muebles costosos, pero observar al frente era aún más raro. No era solo su padre como individuo y su fuerte presencia alfa, sino todo lo que él representaba. Sin duda Belos era el hombre más poderoso de toda la ciudad y la decoración del lugar lo reflejaba muy bien, una oficina digna de alguien de su cargo, llena de reconocimientos que él había cosechado a través de los años en su trayectoria como político.

—Estoy gratamente sorprendido de que no me mintieras, Luz.

Como supuso, él le estaba sonriendo con una expresión presuntuosa y la chica contuvo su nerviosismo viendo sus sospechas hechas realidad: Belos nunca estuvo lejos y siempre las estuvo vigilando a ella y a Camila. Aquello no le impresionó, incluso se atrevería a decir que era obvio considerando lo "peligrosas" que eran para su reputación: una mancha en su historial perfecto volviendo a examinar los logros que había en las paredes.

—¿Por qué lo haría? —cuestionó, no sabiendo de donde sacó las fuerzas para hablar con tanta seguridad—. Yo...jamás podré agradecerle todo lo que ha hecho por mí.

Parecía que su sinceridad logró convencerlo porque él levantó una ceja. Luz por su parte lo vio con determinación y una sensación de gratitud. Era cierto, cuando él le preguntó sobre su vida y le ordenó que se la resumiera haciendo hincapié en los eventos del último año pensó que quizá lo mejor sería mentirle en algunas cosas, en especial las referentes a Camila, y aunque no lo hizo porque no sabía fingir, reconocía que él no merecía escuchar falsedades de ella después de que la citara para hablar.

—No sé qué opine de mí, pero yo no le guardo rencor —expresó Luz con franqueza—. Para empezar, me dejó vivir y le dio un trabajo importante a mi madre, uno donde no le faltaría nada. Por si eso fuera poco, gracias a que estuve en adopción conocí a Eda, la cual es una persona maravillosa, y bueno, tengo una vida con la que estoy muy feliz y no la cambiaría por nada en el mundo.

Belos la vio de nuevo y ella aprovechó para dar un mejor vistazo a la habitación. No solo había reconocimientos por todos lados, sino algunas fotos familiares del alfa en su escritorio de lo que aparentaba ser él en compañía de sus hijos. Esa imagen realmente no la hizo sentir triste o con deseos de anhelar un futuro parecido, de hecho, se sentía aliviada de no pertenecer ahí. Las experiencias familiares de Amity y Boscha la hicieron comprender que no todos eran flexibles como Eda, sus amigos o Bump, que aún existía mucha presión social o cosas de jerarquías.