13. Lazos

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Cuando Luz bajó del taxi sonrió sintiendo un soplo de aire frío golpearla en la cara. Al final sus sospechas fueron correctas: sí cayó nieve. Esa mañana las Islas Hirvientes amanecieron cubiertas de un manto blanco producto de una ligera nevada que azotó la ciudad en el momento en que todos estaban durmiendo. En efecto, ahora había un aire distinto, mucho más movido consecuencia del suceso tan poco usual y que solo fue una ventisca liviana, nada lo suficientemente malo para entorpecer el día a día de las personas.

La omega se despidió del conductor mientras veía más de cerca el punto de encuentro que acordó con Amity, un centro comercial. En un inicio le sorprendió que su novia quisiera verla en un lugar tan público, pero no era tan extraño si lo pensaba. Estaba en los suburbios, muy lejos del centro de la metrópoli y de sus grandes corporaciones. Era una buena idea reunirse allí, así que aceptó a pesar de que jamás había estado por esos rumbos y que le tomó una hora llegar en taxi desde su casa.

Al cruzar las puertas eléctricas se alegró de notar como su estado de ánimo no tambaleó. El optimismo de la fiesta de ayer todavía la acompañaba junto al recuerdo de su buena mañana. Todo le había salido bien desde que despertó, así que no tenía razones para desconfiar de que el resto de su día sería algo diferente a maravilloso. Aún con la situación tan adversa en la que se encontraba y con las reservas de Willow sobre el resultado de ese encuentro, ella presentía que su charla con Amity marcharía bien, y que hoy por fin podrían estar en la misma sintonía de una vez por todas.

Su novia le dijo que la vería en una banca del tercer piso frente a una tienda departamental, así que allá se dirigió. Al arribar distinguió dos figuras que a simple vista lucían como Amity y Emira, aunque no estaba muy segura por lo abrigada que estaba la gente por el frío. Sin embargo, cuando una de esas mujeres se levantó y corrió a su dirección supo que había acertado.

—¡Luz! —gritó Emira al mismo tiempo que la abrazó fuertemente y con cariño, teniendo especial cuidado de no lastimarla por algún movimiento brusco—. ¿Cómo has estado?, ¡tengo siglos sin verte!

—¡Emira! —saludó Luz con entusiasmo, correspondiéndole el abrazo. Ella sabía que la mayor vendría, pero aun así estaba tan emocionada como si hubiera sido una sorpresa—. ¡Bien!, muchas gracias, ¿y tú?, ¿dónde está Edric?

—Ed se fue de fiesta con sus amigos, ya sabes, sábado. —Emira lanzó una risa mientras sacaba su teléfono y se acomodaba para tomarles una foto—. Oh cielos, se morirá de envidia cuando le mande esto y sepa que fui la primera de los dos en verte desde lo del beb-....

—¡Emira! —Amity le llamó la atención cuando se acercó. Un pequeño sonrojo adornaba sus mejillas por la vergüenza y para Luz no pasó desapercibido su peinado del día de hoy: recogido, que escondía junto a su gorro todo el decolorado de su cabello, el cual era bastante, ya que había pasado algún tiempo desde su último tinte—. ¡No lo grites!

—¿Así me tratas después de la grandiosa coartada que nos di para nuestra desaparición?, incluso te acabo de comprar una bufanda. —Emira vio a su hermana menor con un gesto resentido, ignorándola y tomando la foto—. Tranquila Mittens, estamos en medio de la nada, ¡y no puedes culparme por emocionarme al verla y a mi futuro sobrino!

—Em... —La alfa se llevó una mano a la cabeza sintiendo como recibían algunas miradas de gente cercana, pero solo se encogió de hombros, quizá resignada a que su hermana haría lo que quisiera—. Bien, solo ten cuidado —advirtió al notar como la beta seguía abrazando a Luz con efusividad, casi moviéndola de un lado a otro como si fuera un muñeco.

—¿Puedo tocar? —La chica se separó un poco, solo lo necesario, para colocar una mano en el vientre de la omega—. ¡Qué lindo!, no puedo esperar a que llegué, tía Emira te va a malcriar tanto.

Un evento inesperado [Lumity] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora