Un evento inesperado [Lumity] [Omegaverse]

11. Sinceridad

Al salir de La Casa del Búho, Luz se lamentó de no llevar una chamarra extra sobre su suéter de algodón. La mañana estaba inusualmente helada, tanto que podía observar su aliento al respirar y sacar aire por la boca. Es cierto que la temporada de invierno recién comenzaba, pero ella no recordaba haber experimentado una temperatura tan fría en las Islas Hirvientes desde que era una niña. Se preguntó si nevaría, hace años que no pasaba. La omega esperaba que sí. La nieve era un espectáculo impresionante y siempre traía un aire diferente, irónicamente más cálido y feliz.

Se debatió si regresar a su casa por algo más abrigador, pero el pensamiento la abandonó tan pronto como miró la hora en la pantalla de su celular. Llevaba diez minutos de retraso y aunque sabía que a Amity no le importaba esperar, no quería perder más tiempo. No fue su culpa al menos, ella se levantó temprano con intención de ser puntual, pero Eda la retrasó más tiempo de lo previsto con un interrogatorio extraño mientras comía sus waffles. Obviamente la mujer quería comprobar si su salida tenía que ver con Amity, apresurándola de nuevo para que hablaran del tema del alfa de alquiler.

Por suerte logró escabullirse. Su coartada fue que iría a estudiar con Willow a la biblioteca para los parciales que se aproximaban. No sabía si le creyó, pero la dejó ir. Suspiró, sabiendo que ese era un tema importante y de relativa urgencia, aunque su insistencia comenzaba a resultarle molesta. Sabía que la terquedad de su madre estaba ligada a su preocupación y a lo mucho que la quería, sin embargo, sus "recordatorios" solo le agregaban más presión a su lista de problemas que cada vez se hacía más grande. Era probable que hablará de eso hoy, pero quería que fuera por ella misma, no por obligación.

Con resignación, la chica emprendió camino hacia el sitio donde ella y su novia acordaron verse: el parque cercano a su casa. Estaba de más decir porque no podían estar en La Casa del Búho y el parque no sonaba como el lugar más discreto del mundo, es cierto, pero desde que Willow se enojó su casa tampoco era una opción viable. Los hogares de sus amigos no eran lugares del todo seguros, así que eso era lo mejor que tenían por el momento. Quizá por eso la citó tan temprano, a las siete de la mañana. Bueno, así estaba bien. Ella también deseaba algo de privacidad, en los últimos meses no habían tenido.

Después de caminar por algunos minutos, por fin llegó a su destino. Como supuso, no había mucha gente, solo algunas personas haciendo ejercicio y una que otra paseando a su perro, nada extraño. Luz siguió avanzando, metiéndose dentro del parque, hasta llegar al punto de reunión en concreto, una banca, aquella donde todo comenzó si lo pensaba en retrospectiva. Amity ya estaba ahí como era de esperarse. Ella se encontraba golpeando una pequeña roca con una de sus botas, viendo el suelo sin notar su presencia todavía. Por alguna razón fue inevitable para Luz observarla fijamente.

Al contrario de la omega, la alfa sí estaba preparada para el clima frío con su ropa de invierno de estilo militar negra, gorro, guantes y bufanda roja. Luz no sabía por qué, pero la chica se veía hermosa ahí sentada a la distancia, tanto que pensó que sería una mala idea acercarse y romper esa imagen. Se rio un poco ante ese pensamiento. Ella nunca se había intimidado para hablarle. No sucedió en el pasado, y definitivamente no sucedería ahora.

—Hey Amity —dijo Luz una vez que se acercó. Ella alzó la mano en señal de saludo, intentando llamar su atención y haciendo un esfuerzo en no mostrarse tan nerviosa.

—Luz —contestó Amity algo sobresaltada, volteando a verla con asombro. Fue algo tierno notar como estaba igual de nerviosa y fallaba en ocultarlo. Toda su expresión corporal la delataba, además de que sus ojos se movían de un lado a otro con torpeza—. Lo siento, no te escuché venir, ¿qué tal...? —Su respuesta murió tan pronto como la observó con detenimiento. Por su rostro apareció un deje de sorpresa que lentamente fue transformándose en un ligero enojo, haciendo que frunciera el ceño—. Luz...¿qué te he dicho miles de veces?