2. Charlas incómodas y mentiras

12.7K 887 747
                                    

Luz recogió la botella de agua que había comprado de la máquina expendedora con un gesto bastante inseguro. Se mordió el labio, volteándose para verificar si alguien la estaba viendo, pero no, no había nadie; los transeúntes continuaban su camino como si nada, sin siquiera prestarle un poco de atención. Al notarlo suspiró aliviada y salió corriendo hacia el cruce de la calle con la botella agarrada fuertemente entre sus manos.

Había un sinfín de razones por las cuales estar paranoica, tantas que Luz no podía decidir dónde comenzar a enumerarlas. Primero, le había mentido a Eda diciendo que iría a clases, aunque no era una mentira total ya que su escapada no fue algo planeado. Segundo, le había dicho a Willow que no la esperara para irse a la escuela sin darle algún dato adicional, así que obviamente estaba bombardeándola de mensajes desde hace unas horas, mensajes que por supuesto estaba ignorando. Tercero, había ido hacia el otro extremo de la ciudad lejos de la comodidad de su zona, y ahora estaba algo perdida. Cuarto, había dejado en visto el mensaje de Amity donde le deseaba buenos días, terrible.

Sin duda lo último era lo peor. Luz sabía mejor que nadie que Amity podía ser muy insegura y ahí estaba, alimentando ese sentimiento cuando realmente estaban bien, sobre todo teniendo en cuenta la inesperada revelación de ayer. Claro, eso no exentaba que había muchas cosas pendiendo de un hilo en ese momento y ambas lo sabían. Luz quería algo de espacio, pero ignorarla era un error; la cuestión era que cada vez que abría su chat e intentaba escribir una respuesta algo le impedía pulsar el botón enviar. Sus mensajes no parecían lo suficientemente sinceros, y eso era algo que su novia no merecía en ese momento.

—Ah, las náuseas —gimió, quitando la tapa de la botella y tomando un sorbo con resignación. Fue de ayuda, el agua en su estómago se sintió bien, como si se llevara todo su malestar.

Estaba cansada, llevaba caminando toda la mañana. Afortunadamente, poco tiempo después llegó a su destino. Contempló impresionada el hospital frente a ella, era enorme, uno privado, sin duda el mejor de todas las Islas Hirvientes. No era para menos, era imponente y de acabados impresionantes, digno de encontrarse en el corazón de la zona más rica de la ciudad. De pronto se sintió torpe, como si no encajara, o quizá era toda esa avalancha de blanco por los doctores y enfermeras que entraban y salían del mismo, además de los pacientes con uniformes que paseaban en la explanada.

No sabía qué estaba haciendo ahí, tan lejos de su hogar. Era estúpido, faltar a clase por alguna especie de deseo infantil. Lo que debía hacer era ir a la escuela y enfrentar su día con la mejor disposición, pero no se sentía como lo correcto, no podía simplemente seguir como si nada hubiera pasado. Luz lo vivió el día pasado y esa mañana intentando evitar a Eda y la culpa la comía por dentro. Charlas incómodas donde Willow, Gus y Amity fingían que era un día normal cuando realmente querían preguntarle si había tomado una decisión sobre lo de ayer era lo menos que necesitaba en ese momento.

Quizá por eso estaba ahí, en espera de conseguir algún consejo.

El miedo la había invadido desde que se enteró, la necesidad de hablar con alguien. Por alguna razón, pensando en las personas a las que podía consultar, solo una le vino a la mente. Para su desgracia era la opción menos adecuada.

Luz tomó aire y guardó la botella en su mochila. Cruzó las puertas del hospital sin ninguna pizca de duda y caminó hacia el único lugar posible, la recepción. Hizo una pequeña fila y no sudó, lo cual era un gran logro. Cuando finalmente fue su turno la recibió una mujer de aspecto amable.

—Buen día y bienvenida, señorita. —Incluso le sonrió—. ¿En qué puedo ayudarla?

—¡Buen día! M-Me...me gustaría ver a la jefa de enfermeras...Camila Noceda.

Un evento inesperado [Lumity] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora