21. Se busca trabajo en un funeraria para chico idiota con afición a los muertos

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21. Se busca trabajo en una funeraria para chico idiota con afición a los muertos.

Entre gritos neandertales y canciones repetitivas de los animadores me encontraba, una multitud bulliciosa, escandalosa e incansable.

–¡Leo, Leo!–coreaban.

–¡Heath, Heath!–respondían otros a su vez intentando hacerse oír por encima de los demás.

Me quité del medio de la carretera y me mezclé entre el tumulto de la gente intentando pasar desapercibida. Todos estaban llenos de euforia esperando con ansias que los dos rivales tomasen la última curva del circuito y completasen la primera vuelta.

Según había conseguido oír, eran tres, y que luego yo tendría que ondear la bandera del final.

Aquello era absurdo. Los hombres de las cavernas igual sí que hacían un combate por una mujer. Y los animales para conseguir su hembra. ¿Pero en pleno siglo Equis Equis I?

La tensión estaba el el aire cuando se escucharon los rugidos estridentes de los motores que se aproximaban. En apenas unos segundos, salieron las luces tenues al final del callejón.

El coche de Heath apareció de detrás del almacén dando un derrape y pisando el acelerador a fondo desde el final de aquella calle en línea recta. Manejaba el volante totalmente concentrado, sin hacer ni caso de Leo, que le pisaba los talones hecho una verdadera furia.

Llegaron a nuestra altura y pasaron a toda velocidad por delante. Aquellos que habían apostado por Heath casi se les echaron encima, mientras que los que lo habían hecho por Leo se cagaban dulcemente en su madre.

Desaparecieron de nuevo y el sonido estridente se fue apagando. Un chico que estaba colocado a mi derecha me dio un codazo al levantar las manos con la emoción y me hizo empujar a otra chica que estaba delante de mí.

–Perdón, lo siento...–abrí los ojos como platos al ver de quién se trataba–¡No lo siento!

–Quítate de en medio.–me empujó de unas maneras muy bruscas.–¿Y que haces tú aquí con mi gente?

–¿Esta es tu gente?–No sé por qué me sorprendía, ya que no la veía con otro tipo de gente.

–Ya te digo, y tú sobras pero bien.

–A Kyle no le gusta este tipo de chusma, Maya.–le fulminé con la mirada.

–Pero yo sí que le gusto.–puso una maldita sonrisa.

–Ojalá que no.–le miré con mucho amor.

Se puso a mi altura, mientras nos rodeaba la gente que aplaudía cuando los dos coches aparecían por segunda vez por el callejón.

–Falsa. Que se supone que tienes novio y estás coladita por Kyle.

Heath derrapó en la curva demasiado y Leo giró violentamente para adelantarle.

–Kyle es tan sólo mi amigo.

Ambos estaban a la par, pero Heath retrocedió un poco cuando Leo estuvo a punto de golpearle con su coche.

–No sé a quién pretenderás engañar, pero deja que te diga muñequita, que lo haces fatal.–se regodeó.

Heath escupió maldiciendo y tuvo que dejar que se pusiera en cabeza al doblar la curva para desaparecer por última vez en la tercera vuelta.

–Oh, muñequita, deja las drogas que te están afectando.

–Capulla.–me empujó.

–Estúpida.–le empujé yo.

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