42. A todo gas

89 10 0
                                    

42. A todo gas

"We wish you a merry christmas, we wish you a merry christmas, we wish you a merry christmas, and a happy new year"

-Perdona mamá, pero hay un grupo de graciosos cantando y pidiendo aguinaldo y no te oigo bien, ¿qué sucede?

"On the first day of christmas, my true love sent to me: a partrige in a pear tree"

-¡¿Cómo que no puedes venir porque en la empresa están agobiados por la navidad y necesitan toda la ayuda posible?!

"On the second day of christmas my true love sent to me: two turtle doves, and a partrige in a pear tree"

-Ya sé que tenías lo billetes, ya. Pero entiéndeme, mamá, ¡llevo sin verte en persona casi tres meses! Yo no puedo ir por los estudios y tú no puedes venir por el trabajo. ¡Ni siquiera pude verte ayer, que era Navidad!-respiré.-No pienso colgar hasta que por fin te decidas a venir.





"On the twelfth day of Christmas my true love sent to me: twelve drummers drumming, eleven pipers piping, ten lords a leaping, nine ladies dancing, eight maids a milking, seven swans a swimming, six geese a laying, five golden rings... Four calling birds, three french hens, two turtle doves and a partridge in a pear tree"

Miré el reloj, llevaba veinte minutos hablando con mi madre con la odiosa cancioncilla de fondo, estaba muy estresada, y si no cortaba ya la conversación llegaría tarde a mi carrera, mi temible carrera.

-Mamá, que sí, te prometo que lo pensaré. No es que no me agrade aprovechar las vacaciones para ir a Noruega, pero también tengo vida y cosas que hacer aquí...-sonreí.-¡Un beso, mamá!

Me sente en el coche y me até el cinturón. Las manos al volante a las diez y diez. Las llaves bien puestas, arranqué, comprobé la gasolina, la presión de las ruedas.

-¡¿A qué esperas para arrancar este trasto?!

Le dediqué una mirada asesina a Heath y arranqué el coche de golpe. Sólo a él se le podía ocurrir intentar colarse en un partido de rugby y enfrentarse a tíos como armarios que te hacían crujir todos los huesos. Como consecuencia de eso, ahora que él no podía conducir con un esguince en su muñeca me tocaba a mí hacerle pasar miedo en el coche.

Salvo por un pequeño detallito de nada. Yo tenía mil cien mil veces más miedo que él.

No dejaba de mirar el retrovisor, evitar cualquier distracción innecesaria, y no apartaba la vista de la carretera en ningún momento.

Giré el volante a la derecha para coger una curva un poco cerrada.

-¡No, no! ¡Derecha, derecha!-se ponía nervioso, haciendo gestos sin parar.

-¡Ya voy a la derecha!-miré fijamente la carretera.

-Que no, te vas a comer la acera, ¡derecha!

-¿La tuya o la mía?

-Megan, ¡vamos en el mismo sentido!

-Heath Garret, no me estreses que te bajas aquí mismo.

-Es mi coche.

-¡Me da igual!

Como él me estaba distrayendo tuve que frenar de golpe cuando un semáforo se puso rojo de repente. La inercia nos empujó hacia adelante y sin querer pité fuertemente la bocina.

-Eres una pésima conductora.

-Y tú ni te imaginas lo horrible que es tener al lado un inaguantable que no para de decirte lo que tienes que hacer.

BETTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora