10. HirrujimeiajijouchichipicoIamspeakinggermanmandagachuflalamanguetaositis...

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10. HirrujimeiajijouchichipicoIamspeakinggermanmandagachuflalamanguetaositisositorumkalimatakalimatachundarafuriata.

-¿Seguro que no quieres envenenarme? Porque esto que has cocinado tiene una pinta de mala que...-empezó Heath.

Ya estaba harta. Solamente había una manera de solucionar aquello. Sí, sólo eso. ¡¡GUERRA DE COMIDA!!

Cogí un puñado de harina antes de que Heath terminase de hablar, se lo metí en la boca, y con el resto le embadurné la cara por completo mientras tosía.

-Tonta, que me ahogo.-empezó a reír y a escupir la harina mientras tosía.

-Lo siento, es que como ya has descubierto lo del veneno, tenía que buscar otra forma de poder matarte.-le di una sonrisa sarcástica.

Heath me agarró del brazo y tiró de él para acercarme. Parecía que quería besarme.

Mentira, era una distracción para mancharme de harina claro, así que yo tenía que ir esquivando los besos que me dejaban harina por la cara. Chupó mi mejilla a conciencia, porque a mí eso me molestaba, y haciéndole cosquillas conseguí apartarle de mí y lanzarle más harina.

-¡Ya vale, ya vale!-pidió, tapándose con las manos.

Dejé caer las manos, pero el aprovechó para coger la harina él y lanzarmela a mí. En ningún momento paramos de reír, hasta que prácticamente cada centímetro de nuestra piel estaba manchada de blanco. Heath entreabrió los ojos, que le destacaban mucho, y me atrapó entre sus brazos.

Nunca os engañéis. La pelea de comida es asquerosa, la harina sabía muy amarga, y pegajosa. Si queréis hacer una, mejor que sea con algo más rico y menos pegajoso. Nunca espaguetis, eww.

Lo que había pasado era que cuando me había despertado veinte minutos antes, sólo sabía una cosa. No era mi habitación. No era mi casa. Anda, pues eran dos.

Da igual, tenía tan sólo un vago recuerdo de Heath, enfadado, riéndose, en su coche, llevaba puesta su camisa, y poco más. Sería su casa. No recordaba bien las conversaciones habíamos tenido, tan sólo trozos de imágenes en la memoria bastante borrosos.

No nos habíamos acostado. Yo al menos tenía puesta la ropa interior. Pero no entendía por qué estaba allí. Creía que Heath no era de esos chicos que llevan una chica a casa sólo para enseñarsela o ver una peli. De los que no tenía amigas, vamos. Ni yo tampoco.

Me había ido a la cocina, y cómo estaba muerta de hambre, empecé a preparar tortitas. Cuando Heath se despertó llegó a la cocina y comenzó a examinarlas, mientras yo seguía con mis manos manchadas de harina embadurnado toda la cocina. Vale, igual cocinar no era lo mío.

-Puag, que mal huele...-puso cara de asco y se tapó la nariz.

De acuerdo, era una pésima cocinera. En casa lo tenía prohibido desde que había quemado la cocina. Pero Heath no tenía por qué enterarse, ¿no?

-¡Imbécil! Encima que te las hago...-descarado, se reía de mis tortitas. Seguro que nunca había cocinado él nada tan rico.

Bueno, el caso es que después de pelearnos a muerte con el desayuno, nos habíamos quedado sin nada para comer.

Escupiendo polvo blanco por la boca, le miré con odio.

-¡Ahora no tenemos desayuno!

-¿A eso le llamabas desayuno?

-Oh, vete a la mierda.-le lancé una mirada asesina con intenciones de matarle, pero por desgracia no funcionó.

-Luego deja paso al chef que sí que hará algo por lo menos comestible.

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