Me despierta el sonido de la alarma, reviso la hora y son las siete y media, siempre me cuesta levantarme temprano, y más los domingos, pero hoy tengo un grupo nuevo al que le enseñaré clases de defensa personal y eso me emociona, así que el sueño se me pasa rápido. Al salir de la ducha quedó más activa, me preparo un café bien cargado y me pido un Uber a la clínica para buscar mi auto, luego me voy rumbo al parque central, en época de invierno se hace bastante difícil hacer las clases al aire libre, así que estoy buscando alquilar un lugar para que mis alumnos no se congelen.Llego y comienzo a calentar mientras espero vayan llegando, practique artes marciales mixtas desde los doce años, además estuve unos años en un instituto que impartía clases de defensa personal para enfrentar situaciones reales, y eso es lo que busco enseñarle a mis grupos.
Es increíble que ya se cumple un año desde que comencé a realizar estas clases de forma gratuita, inicie con una sola alumna, Marta necesitaba ayuda, había sufrido violencia doméstica durante mucho tiempo y no sabía como salir de ese infierno, el miedo la paralizaba y se sentía desprotegida a pesar de tener una orden de restricción contra su atacante.
Así que se me ocurrió transmitirle un poco de mi conocimiento y técnicas para defenderse, y eso la ha ayudado mucho, desde entonces, nunca ha faltado ni a una sola clase.En el grupo de hoy solo hay chicas, en otras oportunidades han participado hombres, pero son bastante escasos, les es difícil, primero admitir que necesitan ayuda y segundo que la persona que los ayude sea una mujer, eso le genera conflicto a la mayoría.
—Buenos días a todas—les digo a las siete chicas frente a mi.
—Buen día Sensei—dice Marta con una reverencia, y pongo los ojos en blanco, le encanta molestarme con eso.
—Lo primero que aprenderemos hoy es a como evitar una pelea.
— ¿Pero si nos enseñará a pelear?—pregunta una chica que calculo tiene como quince años.
—No las enseñare a pelear, las enseñaré a defenderse y a enfrentarse a situaciones de peligro.—asiente—presentémonos primero, yo soy Bianca como ya saben. Vayan diciéndome sus nombres y sus edades.
—Soy Marta, veintinueve años.
—Claudia, quince—dice tímidamente, su cara de niña la delataba.
—Lucía, veintitrés.
—Fernanda, diecinueve.
—Alexa, treinta.
—Camila, quince.
—Victoria, veintinueve.
—Genial chicas, bienvenidas, como les contaba la idea es que con lo que les enseñe puedan reaccionar en situaciones de riesgo, de una manera que salgan bien libradas.—todas asienten—pueden haber diferente tipo de eventos en donde nuestra integridad física corra peligro, en todas estas situaciones lo primero que debemos hacer es tratar de evitar la pelea, aún cuando tengan habilidades de artes marciales o de lucha.
—¿Por qué? Si nos van a robar y podemos golpearlos y dejarlos en el piso, ¿por qué no hacerlo?—interviene Fernanda.
—Porque aun cuando tengamos un dominio en defensa personal, hay muchos factores que pueden presentar riesgos y la idea es ponernos en el menor peligro posible. Si las van a robar y es solo material, entréguenlo todo y déjenlo pasar, no quieran ser heroínas o piensen que un teléfono vale la pena para correr el riesgo de que el atacante se ponga nervioso y accione un arma o las ataque con un arma blanca. Es fundamental que entiendan esto, siempre eviten pelear.
—¿Y si nos quieren a parte de robar, hacer daño?—pregunta Claudia en un tono muy bajo.
—Es ahí donde vamos a atacar, siempre evaluando toda la situación: si el atacante está solo, si lleva un arma de fuego o blanca, si está borracho o drogado. Para cada situación hay una manera de reaccionar. Lo principal es que estén en calma y evalúen todo, sobre todo evalúen su vía de escape.
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Déjame Enseñarte
Lãng mạnLa sensación de tenerlo frente a mí, tan imponente, tan dominante y con una belleza que solo había visto en películas y en mi imaginación; con esos ojos azules que me cautivan y esa mirada que viene con carteles de advertencia: este hombre es peligr...