Capítulo XIX

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Levanto mi vestido para que no se ensucie con la arena, tuve que sacarme los tacones al terminarse el camino pavimentado, realmente no sé para qué lo estoy buscando, ¿Qué voy a decirle? Con cada paso que doy me siento más idiota y vulnerable, pero no puedo detenerme, algo más fuerte que yo me controla, sabía que este juego terminaría con un corazón roto, el mío.

El sonido de las olas me calman un poco y disminuyen mis ganas de llorar, el alcohol que corre por mis venas, me juega en contra, me mareo y a cada tanto tengo que detenerme porque siento que voy a vomitar. Me he alejado bastante de la casa, ya casi no escucho la música, es inútil seguir buscando, no está aquí, seguro volvió a la habitación, o tal vez se fue con la víbora esa, comienza a hacer frío y esta muy solo por aquí. Me doy la vuelta para volver y escucho un ruido que me paraliza, agudizó un poco mis sentidos, y camino con cuidado en dirección al sonido, el cual parece venir de atrás de unas rocas, recojo una piedra del suelo, por si es necesario defenderme y continúo avanzando, cuando asomo la cabeza me encuentro con Elenna besándose acaloradamente con nuestro primo Daniel. Él la tiene contra las rocas, con una de las piernas levantadas mientras que la acaricia y la besa con desespero. Me perturba un poco la imagen, porque él es nuestro primo, tal vez no es de sangre, pero se crío con nosotras, si mis padres o alguien los ve, los van a desterrar de la familia.

—Elenna—la llamo y enseguida se separan, me mira sorprendida y trata de hablar pero no le sale ni una palabra.

—Deja que te explique Bianca—dice pausadamente Daniel, mientras mi hermana trata de arreglarse el vestido, levanto la mano para callarlo.

—Están locos, si alguien los ve se formará un escándalo enorme.

—Hermanita, por favor deja que te explique —murmura casi llorando, veo la vergüenza en sus ojos—no sabemos como paso, solo una cosa llevo a la otra y nos enamoramos—casi me caigo al escuchar esas palabras.

—¿Enamorados? ¿Desde cuando están saliendo?—suelto entre sorprendida y molesta.

—Hace más de seis meses—contesta él,  y abro la boca sorprendida.

—¿Por qué no me contestas?—me dirijo a ella.

—Lo siento—murmura y baja la mirada.

—Luego hablaremos de esto, ahora es mejor que se vayan.

Se escuchan unas risas acercarse y mi hermana se tensa. Me asomo y son mis primos.

—Estoy muerta—llora Elenna.

—Diré que es mi culpa, que te forcé—anuncia Daniel y se pone al frente de ella.
—Estás loco, no harás eso—lo regaño—yo me encargo, los voy a distraer, mientras ustedes se van.

—¿Pero que vas a hacer para llamar su atención?—pregunta Elenna.

—Saltaré del acantilado—informo tranquila.

—Ni loca te dejo hacer eso—chilla mi hermana.

—No vamos a dejar que hagas esa locura, podrías morir—habla preocupado Daniel.

—Solo haré como si fuese a saltar, tranquilos, la idea es llamar su atención, será un escándalo familiar, pero yo ya estoy acostumbrada a ser la oveja negra de la familia—sujeto de los hombros a Elenna—no dejaré que mi hermanita menor caiga en las lenguas de esa gente—me abraza con fuerza.

—Perdón por meterte en esto—se disculpa entre lágrimas.

—Tranquila—la abrazo y me pongo en marcha.

Esto es una locura, mis padres me desterraran de la familia, pero tengo que proteger a mi hermana menor, empiezo a caminar como borracha, lo cual no está muy lejos de la verdad, subo las piedras, y me coloco frente al abismo, miro rápidamente para atrás y noto que me están mirando mientras me graban, los muy desgraciado no hacen nada para impedir que me lance, se escuchan ruidos por donde esta Elenna y debo actuar rápido para atraer la atención de mis primos nuevamente.

Déjame EnseñarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora