Emiliano RussoHa pasado una semana desde el suceso con Bianca, aún no logro explicarme porque actúe así, fui el peor de los idiotas, jamás debí arremeter contra ella con algo tan delicado como eso, sobre todo sabiendo lo que ha vivido, lo que me contó su padre, la palabra idiota se queda corta para lo que fui en ese minuto, y es que no entiendo qué paso conmigo, imaginarla en otra cama, con las manos de John recorriendo su cuerpo, besándola, haciéndola suya, eso me voló la cabeza.
<<¿Por qué no quiero que sea de nadie? No puedo ser tan malditamente posesivo, ella no me pertenece>>
La he llamado, enviado mensajes, he tratado de coincidir con ella en la clínica, pero siempre que me ve, cambia su rumbo alejándose de mi; cuando la busque al día siguiente, me pidió que me mantuviese apartado de ella, algo que me era imposible realmente, la extraño, me he acostumbrado tanto a ella, sus ojos verdes, sus labios, sus mejillas que se sonrojan por cualquier cosa, siento que algo me falta, y me molesta, no me gusta sentirme así, este no soy yo. Me cambiaste Bianca Hoffman.
Trato de concentrarme en el trabajo, debo sacar a esa mujer de mi cabeza.
—Doctor disculpe —entreabre la puerta Liz —aquí esta su paciente especial—susurra y presiono mi mano contra mis ojos.
—Que pase—suspiro resignado. Liz asiente y va por Sasha, esta chica viene como mínimo una vez a la semana, fingiendo alguna enfermedad solo para que la revise, siempre buscando que la toque, insinuándoseme, hasta el punto de tratar de besarme en varias oportunidades, he tratado de hacerla entrar en razón explicándole muchas veces que no debo ni quiero tener nada con ella, pero ignora cada palabra y se presenta como si nada la semana siguiente, es algo así como, mi acosadora personal.
—Hola doctor—dice con voz sexy, esta vestida con un diminuto vestido rojo que se ajusta a su cuerpo resaltando sus pechos, parece que en vez de venir a un consultorio fuese a una fiesta nocturna—siento que me estoy muriendo, me falta el aire—se lleva la mano al pecho presionándolo como si le doliera.
—Hola Sasha, siéntate en la camilla—le pido mientras me levanto de la silla de mi escritorio.
—¿Me quito la ropa doctor?—se lame los labios.
Es una mujer alta, su cabello es color negro azabache al igual que sus ojos, tiene piernas delgadas lo que la hacen ver mas alta de lo que ya es.
—No es necesario—le indico mientras coloco el estetoscopio en mis oídos para examinar su respiración—cuéntame un poco de tu dolencia—le pido.
—Siento una compresión en el pecho—toma mi mano y la lleva a su seno izquierdo haciendo que la toque—aparto la mano enseguida.
Escucho su corazón latir con regularidad, reviso su respiración y no consigo ninguna anomalía detectable.
—No parece haber nada—informo— de todas maneras, para prevenir, te daré una orden para que te hagas un electrocardiograma y unas radiografía—me aparto y me doy la vuelta al escritorio para redactarle una orden—además no estaría de más hacer un perfil 20—agregó.
—Yo se lo que me pasa doctor—dice tras de mi, al voltearme, se ha sacado toda la ropa.
—Sasha ya hemos hablado de esto—le digo mientras trato de apartarla, pero esta se me lanza encima, colocando su mano en mi entrepierna.
—Usted será mío doctor, por las buenas o por las malas—anuncia mientras aprieta con fuerza el agarra, doblegándome por el dolor.
Reacciono y le sujeto la mano que tiene en mi entrepierna, se la doblo para que me suelte, al hacerlo se va encima de mi tratando de besarme y buscando abrir mi camisa.
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Déjame Enseñarte
RomanceLa sensación de tenerlo frente a mí, tan imponente, tan dominante y con una belleza que solo había visto en películas y en mi imaginación; con esos ojos azules que me cautivan y esa mirada que viene con carteles de advertencia: este hombre es peligr...