Capítulo XXIII

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Me apresuró a llegar a la clínica, Alberto me llamó temprano y me cito a una reunión de urgencia, imagino que tiene que ver con que el Sr. Kim insiste en salirse del proyecto, y lo más seguro es que Alan haya aprovechado mi ausencia para contarle alguna falsedad a Alberto.

Me estacionó y me doy una ultima mirada en el espejo retrovisor, el hematoma creció considerablemente, hinchando gran parte de mi mejilla, me coloqué todo el hielo que pude antes de maquillarlo, aún cuando aplique todas las técnicas de maquillaje que aprendí en Internet, estos no hicieron milagro, y se nota a kilómetros de distancia que alguien me agarro como saco de boxeo; por supuesto, debía inventar alguna historia, aunque nadie la fuese a creer, no podría llegar y decir que me metí en la casa de un violador y le hice frente para defender a una niña, y aún si contara esa historia estoy segura de que nadie me creería, tal vez Alan, él seguro temblaría de miedo.

Respiro profundo, y salgo del auto, hoy opte por un pantalón de vestir corte recto ajustado a mi cintura con una camisa lila amarrada al cuello, inspirada en los colores de mi mejilla, porque antes muerta que sencilla.
Vibra mi teléfono, anunciando el segundo mensaje de Emiliano del día, por lo general nos escribimos todas las mañanas y hoy me está invitando a almorzar juntos, pero opto por ignorarlo, aún maquino en mi cabeza que escusa daré, y con el debo ser bastante acertada para que no enloquezca.

—Buenos días—saludo a todos en la oficina y me contestan mirándome con más atención de lo normal, es obvio, todos deben pensar que tengo un novio abusivo. Ignoro la cara de sorpresa y los murmullos de algunos y voy directo a la sala de reuniones donde ya se encuentra Alberto.

—Buen día—lo saludo y me siendo en la silla a su costado. Su mirada se desvía a mi mejilla e inconscientemente pongo los ojos en blanco.

—Buenos días Bianca—dice serio con una expresión entre confusión y lastima—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes, esto fue un accidente que tuve ayer en el avión, hubo una turbulencia que justo me sorprendió en el baño, perdí el equilibrio y me golpee con el lavabo—viaja a mi cabeza lo que realmente sucedió en el baño del avión y aprieto los labios para evitar sonreír.

—Entiendo—dice no muy convencido con mi historia—Te cite por el problema que tenemos con el Sr. Kim—cambia el tema.

—Deja que te explique, tengo el caso abordado—comienzo a decir.

—Alan ya me contó—lo que me temía—y dijo que habías ofendido al Sr. Kim.

—Es claro que eso es mentira —lo interrumpo molesta—conoces mi trabajo, y el respeto con el que trato a todos los clientes y empleados—me defiendo.

—Lo sé, y realmente no quiero saber que pasó, solo necesito que lo arregles—ordena y aprieto los puños bajo la mesa.

—Lo haré, pero necesito que Alan se mantenga alejado del Sr. Kim, de lo contrario será imposible que vuelva.

—Haz lo que sea necesario, pero debe volver esta semana. ¿Esta claro?

—Sí—digo y me levanto de la silla—te estaré informando—asiente y me voy a mi oficina.

Recibo el tercer mensaje de Emiliano:

¿En serio? ¿Me estas ignorando? Contesta, o harás que suba a buscarte.

Opto por contestarle al intenso de mi amigo, y le informo que estaré ocupada, y le ofrezco vernos para cenar.
No tarda mucho en contestar:

No, me veré que Jennifer.

Me da una punzada en el estómago, y respiro profundo para disipar la ira que me causa saber que se verá con otra de sus amiguitas con beneficios.

Déjame EnseñarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora