Emma
Pasaron un par de días en los que no supe cómo arreglar las cosas con Allan. Desde la distancia me he ocupado de su estado de salud, aunque insiste en que está bien y los médicos lo ratificaron, yo no voy a estar tranquila hasta que cada dolor y golpe desaparezca de su cuerpo.
Aún me ama, me lo confesó, pero como él mismo dijo, eso no quiere decir que quiera recuperar lo nuestro. Sin embargo ha dejado un poco de lado su actitud ambigua, aún me ignora, pero al menos ya no me ataca cuando me acerco. De hecho, está siendo amable lo cual le añade más bipolaridad a nuestro estado actual.
Yo por mi parte no he estado tan a su disposición como antes. Con el incidente del pastel me percaté de dos cosas: uno, que me sienta culpable por haberlo herido no es excusa para que permita su comportamiento hostil hacia mí y dos, he sido muy invasiva intentando acercarme, él también necesita espacio.
Hay veces en las que considero tirar la toalla, pero no puedo. Yo también lo amo y mientras ambos aún lo sintamos, podré solucionarlo.
Pero hoy no. Hoy es un día muerto para mí, literalmente.
Amaneció lloviendo como de costumbre. Las tormentas eléctricas ya están concentradas en toda la ciudad, aunque su objetivo principal continúan siendo las zonas de Hale y condados cercanos. Me alisté con ropa abrigada y botas ideales para días lluviosos antes de bajar a desayunar.
Me quedé con la boca abierta al ver sobre la mesa una ensalada de frutas y un vaso de leche chocolatada acompañada de una nota. ¡Una nota como las que yo le he dejado a él todos estos días! La tomé con el corazón latiéndome a millón, no sé si de la emoción o de los nervios, pero estaba muy acelerado.
"Hey, soy yo.
Llevas un montón de días dejándome estas notas junto a postres que, a pesar de que sabes que los acabo tirando, me sigues dejando. Siento haber sido tan idiota. Un desayuno no lo compensa, pero ayuda un poco, ¿no?
Pd: Jane me contó que irás a Hale hoy. No alquiles ningún auto, puedes llevarte mi camioneta, la dejé afuera para ti.
Nos vemos cuando regreses."—Ok, no es tu mejor carta de amor, pudín —llevé la pequeña hoja color amarillo a mi pecho—. Pero significa que me estás dejando entrar de nuevo.
Con una sonrisa que fui incapaz de borrar de mi rostro, me senté a la mesa y degusté el primer desayuno suyo que he tenido el privilegio de probar después de mes y medio. Como siempre le quedó delicioso, si no se gana la vida en lo que estudió, como chef le iría increíble.
Su gesto tan lindo me hizo olvidar durante un par de minutos qué día es hoy. La fecha en cuestión ya es bastante deprimente, encima estaba lloviendo, dándole ese toque triste y melancólico.
Al culminar mi desayuno, lavé los platos y lo dejé todo en orden antes de salir con mi paraguas. La camioneta estaba aparcada frente a la casa, mojándose con la lluvia. Caminé hacia ella, pero antes de que tuviera la oportunidad de abrir la puerta, la llegada de un auto deportivo azul y una limosina negra que se posicionaron justo detrás de esta, hizo que me detuviera.
Qué raro.
Quizás solo sea el estúpido de Dave presumiendo su auto nuevo o algo así.
Sacudí mi cabeza para librarme de esos pensamientos inútiles antes de disponerme a abrir la puerta, pero una segunda vez fui interrumpida.
Del deportivo descendió un señor alto y de complexión delgada vestido con un traje que lo hacía parecer una especie de mayordomo. Seguidamente también lo hicieron dos hombres robustos y de gran musculatura igual vistiendo trajes, pero estos tenían apariencia de guardaespaldas.
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Love Dúplex
RomanceEmma Wilson no sabe de la existencia de Allan Lerman. Allan Lerman ignora la existencia de Emma Wilson. Eso cambia cuando ambos descubren el mismo día que fueron traicionados por sus respectivas parejas. Y eso no es todo. Un contrato de arrendamient...