Capítulo 2: Mal de Amores

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Emma

En mi cabeza solo resonaban una y otra y otra vez las palabras de mi ahora ex novio. No puedo creer que estuvimos un año juntos. O no, lo que no puedo creer es que otra vez haya elegido al chico equivocado haciéndome la falsa ilusión de que era el correcto; soy experta metiendo la pata en estos casos.

Si el muy imbécil pensaba todo eso de mí, ¿para qué estaba conmigo? ¿Para divertirse? ¿Para tener un polvo asegurado? ¿Para entretenerse hasta encontrar a otra que le gustase más? No lo entendía y cada vez lo detestaba más, pero mayor era el dolor que sentía. Sí ese, el dolor de un corazón hecho pedazos que, por cierto, duele más cuando te lo rompe alguien que no valía la pena.

No tengo ni idea de cómo, pero llegué a un bar. No era la gran cosa. Poca iluminación, decoración en su mayoría con detalles color rojo, uno que otro borracho armando un show en alguna esquina; lo normal en este tipo de sitios que, aunque no lo calificaría como de mala muerte, tampoco es el tipo de establecimiento que frecuentaría. Pero en este preciso momento la calidad del lugar me importaba un bledo, necesitaba beber, algo bien fuerte, y para conseguirlo fui directo a la barra. Me senté al lado de un chico —que era el único que la ocupaba— al cual no le presté mucha atención. Me dirigí directamente al barman, un hombre de unos treinta y tantos años con una barba que pedía a gritos un corte y le exponía a la clientela su mejor expresión de pocos amigos.

¿Acaso es el "Día laboral de maltratar a Emma Wilson"? ¿Por qué en todos lados los empleados me miran mal?

—Deme todo el vodka que tenga, necesito ahogar mis penas en algo bien fuerte —le pedí al barman, me sorprendió un poco descubrir mi voz rasposa, seguramente de tanto llorar.

—¿Lo compartirías conmigo? —me volteé hacia el chico a mi lado al escuchar su voz y este me recibe con una media sonrisa que se nota a leguas que ha tenido que forzar.

A pesar de que me sentía como la mierda, no pasé por alto que era extremadamente guapo. Su rostro era de esos típicos modelos de Instagram o tiktokers que se hacen famosos solo por su cara bonita. Su pelo negro y ondeado. Unos ojos grises de ensueño. Estaba en buena forma, pero no de esos tipos hinchados en músculos, y tenía un tatuaje, creo que es un nombre. En resumen, parecía un auténtico playboy sacado de una peli juvenil, pero, ¿por qué un playboy querría tanto alcohol como yo?

No pensaba quedarme con la curiosidad e iba a quedar como una entrometida chismosa, pero en mi defensa diré que él fue quien empezó al intervenir en mi "dulce" charla con el bartender, así que me aventuro a preguntarle.

—¿También te han roto el corazón?

—En mil pedazos —me respondió antes de darle el último sorbo a su vaso de licor. No pasé por alto cómo se contrajo su nuez de Adán al tragar y cómo se relamió los labios tras hacerlo.

Ok, el tipo es sexy.

—Te acompaño en el sentimiento —le hice saber para luego imitar su acción  con mi vaso de vodka recién traído.

Noté su mirada gris sobre mí y eso me puso algo incómoda. Dejé el vaso medio lleno sobre la vieja madera desgastada de la barra y volteé hacia él una vez más. Su mirada era penetrante y estaba cien por ciento enfocada en mí.

—¿Qué? —pregunté, intentando no hacer notar que me había puesto nerviosa.

Su respuesta fue llevar una mano a mi mejilla y comenzar a acariciarla con su pulgar, luego repitió el proceso con la otra. Tragué grueso porque la sensación era rara, el tipo estaba teniendo un gesto tierno y su mirada me pareció sexy.

¿Es humanamente posible ser sexy y tierno a la vez?

A los segundos reaccioné y caí en cuenta de que dejé que un tipo que, a pesar de su cara bonita, podía ser un criminal o qué se yo, y aparté el rostro en un movimiento no muy brusco.

Love DúplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora