Capítulo 57: Volvamos a fingir por esta noche

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Allan

Pasaron un par de días desde el aniversario de la muerte del padre de Emma, días en los que cumplí mi promesa de volver a portarme bien con ella. También he sido más permisivo con sus intentos de acercamiento, ahora vemos la televisión juntos solo que en lados opuestos del sofá; ya no tiro los postres que me deja y, aunque ella no lo sabe, he estado guardando las notas; y volví a preparar las comidas para ambos mientras ella se encarga de la limpieza. Básicamente hemos vuelto al principio, cuando recién llegamos al dúplex.

—Extrañaba mucho tus arepas, ¿sabías? —comentó antes de llevarse otro bocado a la boca.

—Y yo extrañaba no tener que limpiar —reí—. ¿Tienes que ir a la uni hoy?

—Sí, hoy nos orientan la tesis final.

Las tesis, todo un dolor de cabeza. En mi facultad ya la orientaron y nos restan cuatro semanas para entregarla y exponerla. No es tarea sencilla ya que con ella culminamos por entero la carrera y comprende todos los conocimientos adquiridos durante estos cuatro años. Ya he adelantado buena parte de la mía, pero en vista de que me queda un mes, me lo estoy tomando con calma.

—Suerte con eso.

Terminamos de desayunar al rato, aún podíamos llegar a tiempo. Mi moto se encontraba aparcada afuera, ya las tormentas no afectaban a Johnson y el sol de abril brillaba en todo su esplendor, así que ya podría volver a usarla.

—¿Te irás en moto? —me preguntó, haciendo una pequeña mueca, aún estaba preocupada por mí.

—Ya no hay peligros, Emma —le regalé una sonrisa tranquilizadora antes de colocarme el casco.

—Lo sé —se mordió el labio inferior—. Yo iré en taxi. Ten cuidado, ¿ok?

—¿Quieres que te lleve? —pregunté sin medir el peso de mis palabras hasta que vi su expresión sorprendida y supe que había metido la pata.

Claro, Allan. Ofrécete a llevarla en moto cuando su padre murió en un accidente que involucró a una y ella te vio accidentarte también. Un trauma más no le hará daño.

Soy idiota.

—Lo-lo siento, olvidé que...

—No, está bien —me cortó—. Iré contigo.

—¿En serio? ¿Estás segura?

Asintió—. Confío en ti.

Confía en mí.

¡Mierda! Confía en mí lo suficiente como para subirse a mi moto a pesar de que su padre murió a bordo de una llevándola también y de que me vio no hace mucho salir volando de la mía. Confía en que la voy a cuidar a pesar de que le aterran las motos.

—¿En serio confías en mí? —sonreí aunque el casco le impidiera verlo.

—He visto tus dotes de motociclista, sé que me cuidarás.

—Lo haré —ensanché mi sonrisa.

Saqué del baúl el segundo casco y se lo entregué. Se lo colocó, subió a la moto con cierto nerviosismo y me rodeó con sus temblorosos brazos.

—Emma, sé que estás nerviosa, pero te vas a caer si no me agarras con más fuerza.

—Ok —musitó, sostediéndose de los bordes de mi chaqueta de mezclilla, como si a lo que en realidad le temiera fuera a tocarme.

—Ay, Emma —tomé sus manos, haciendo que rodeara mi torso con sus brazos—. Sostente bien —intensificó la fuerza y se apoyó contra mi espalda—. Así está mejor.

Love DúplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora