Capítulo 19: Intruso, Accidente y una Noche Juntos

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Emma

Desperté en la madrugada a causa de unos ruidos. No tenía idea de lo que era, aún estaba un poco dormida, pero un último estruendo me alarmó. ¿Y si había entrado un ladrón o algo así? Un segundo ruido fuerte despertó a mi amiga que descansaba a mi lado y asustadas compartimos miradas de pánico.

—¿Qué fue eso? —preguntó Jane aún adormilada, pero temerosa.

—No tengo ni idea. Nunca se habían escuchado esos ruidos en la madrugada —susurré igual de temerosa.

—Quizás sean los innombrables.

—No lo creo. Los ruidos de su lado del dúplex no se escuchan desde esa dirección. Esos estruendos vienen de la sala de estar.

—Dios mío, amiga. Creo que hay un ladrón allá abajo —dijo, abrazando sus piernas.

—¿Tú crees? —tragué saliva.

—Esto es una zona residencial, el blanco perfecto para robos. Quizás el ladrón sabe que no hay ningún hombre en casa y decidió entrar pensando que somos solo dos chicas indefensas.

—Jane, esos son solo especulaciones tuyas. Además, si como dices esta zona es el blanco perfecto para robos, ¿por qué robarían en la mitad de un dúplex donde viven dos chicos universitarios que están viviendo juntos porque son tan pobres que no pudieron revocar el contrato de arrendamiento ya que para hacerlo tendrían que verderle el alma al diablo? Por favor, no seas exagerada.

—Eso no lo sabe el ladrón.

—Da igual. Seguramente solo fue algo que se cayó. Escucha, ya no hay ruidos.

—De igual forma yo creo que deberíamos...

Jane no terminó la frase, otro ruido aún más fuerte la interrumpió. Nos asustamos e inmediatamente nos abrazamos. Sí, somos unas putas miedosas.

—Amiga, sé que quieres volver a dormir tanto como yo, pero creo que deberíamos ir a echar un vistazo —murmuró Jane, asustada.

—Sí, vamos. Pero primero debemos llevar protección —dije, levantándome de la cama para buscar un bate de béisbol que oculto en el armario, siempre tengo uno en caso de emergencias, no pregunten por qué.

—¿Protección? ¿Quieres enfrentar al ladrón con condones? —inquirió, haciendo sus típicas muecas.

Dios, ¿qué hice para merecer una amiga así?

—No, tonta. Con esto —le mostré el bate.

—¿Allan juega béisbol?

—No. Bueno...no sé. Este bate es mío, no de él.

—¿Por qué guardas un bate de béisbol? ¿Tienes algún fetiche deportivo o algo por el estilo?

Me golpeé la frente y le pregunté al destino por enésima vez por qué me juntó con esta loca.

—Mejor cállate y toma esto —le ordené mientras le lanzaba el tacón sano del par que se me rompió en la fiesta, algún uso debía darles.

—¿Qué quieres que haga con esto? No hay ninguna fiesta y, si la hubiera, no podría bailar con un solo tacón —cuestionó mirando confundida el zapato.

—Jane, concéntrate. Es para que te defiendas con él. Deja de decir y preguntar estupideces —le gruñí.

—Lo siento. Sabes que cuando no duermo lo suficiente comienzo a decir tonterías. Ahora mismo mi cerebro se está comenzando a iniciar y la única información que tiene es la más básica e importante —explicó bajando de la cama.

Love DúplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora