Emma
Organizar en la casa todo lo que habíamos comprado en la tienda de mueblería no era tarea fácil. No me había dado de cuenta de la cantidad de muebles que compramos hasta que estos llegaron a casa por envío esta mañana. Ahora, un poco después del mediodía, no habíamos sido capaces de ponerlo todo en su sitio. ¿Por qué mierda compramos tantas cosas?
—¡Estoy muerta! —solté luego de estar sentada durante un rato en el sofá junto a Allan.
—Y yo —soltó un suspiro de cansancio—. Esto de reamueblar la casa cansa más de lo que creí.
Me giré hacia él para comprobar que estaba tan cansado como yo, pero me distraje viendo otra cosa. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración agitada, su cuerpo estaba bañado en una ligera capa de sudor provocando que su camiseta blanca se pegara a su definido torso y sus rizos negros a su frente. Sonreí al darme cuenta de que incluso en ese estado lucía igual de sexy que de costumbre, o quizás solo era yo sexualizando y admirando todo gesto de él. En resumen, el cansacio vale mierda cuando tienes tan buenas vistas.
—Sé que te gusto, pero deja de mirarme así, me haces sentir como un modelo de ropa interior —se relamió los labios y fijo su vista en mí.
—Con ese cuerpo créeme que podrías ser modelo de ropa interior —suspiré como idiota.
—¿Qué? —rió, sorprendido ante lo que dije.
Un momento...¿¡dije lo que creo que dije!?
¡TIERRA, TRÁGAME YA!
—Que no perdamos el tiempo y sigamos con la remodelación —repuse, sonrojada.
—Oh, creí haber escuchado otra cosa —fingió inocencia—. ¡Qué pena! —se levantó colocándose delante de mí con cada mano apoyada al respaldo del sofá a ambos lados de mi cabeza—. Porque a mí no me importaría modelar para ti.
Es tentador...
—¿Qu-qué? —tartamudeé.
—Que no me importaría cocinar para ti —''rectificó'' separándose de mí—. Ya es mediodía y debes tener hambre.
—La verdad sí —reí por lo bajo, estaba tan embelesada admirándolo que obvié el rugir de mis hambrientas tripas.
—Si quieres ve al patio a esperar, esto aquí dentro está hecho un asco —propuso observando el desastre que había a nuestro alrededor.
—Sí, será mejor que ir a mi cuarto que también está hecho un asco.
Me levanté del sofá y después de tomar mi abrigo, fui hacia el patio. No había pasado mucho tiempo allí ya que lo compartimos con los innombrables y al principio quería evitarlos a toda costa, pero es un buen lugar para pensar y pasar el rato.
Me puse mi abrigo y me recosté en la tumbona de madera, lo único mío y de Allan presente en el patio. Saqué mi celular y maté el tiempo navegando en Instagram, con todo lo del regreso a clases y al dúplex tenía las redes sociales un tanto olvidadas, aunque, después de ver varios posts de mis compañeros de clase, noté que en realidad no me había perdido de mucho.
—¿Dónde dejaste a tu galán, Emmita? —preguntó cierta persona bastante conocida y despreciada por mí.
Solté un suspiro pesado y guardé mi teléfono en uno de los bolsillos de mi abrigo. Dirigí mi mirada hacia él, asqueada al recordar el diminutivo de mi nombre por el que solía llamarme cuando estábamos juntos. Nada tan nefasto como volver a escucharlo pronunciarlo con ese tono burlesco que tanto detesto.
—No es de tu incumbencia, pero si tanto te interesa, te lo diré —me levanté de la tumbona y caminé hacia él—. Está cocinando para mí. Un lindo detalle que jamás vi de parte tuya.
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Love Dúplex
RomanceEmma Wilson no sabe de la existencia de Allan Lerman. Allan Lerman ignora la existencia de Emma Wilson. Eso cambia cuando ambos descubren el mismo día que fueron traicionados por sus respectivas parejas. Y eso no es todo. Un contrato de arrendamient...