Capítulo 6: ¡Que no voy a acostarme con mi roommate!

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Allan

Me levanté temprano para ir a la universidad. Hoy no tenía muchas clases —mayormente porque ya estaba en cuarto año y la mayoría eran prácticas— y no empezaban hasta las 10:00 a.m., pero de todas formas no me gustaba llegar tarde o estar corriendo a última hora, así que me levanté a las 8:00 a.m.

Aún no estaba del todo familiarizado con "mi nuevo hogar". El dúplex era bastante diferente al pequeño departamento en el que solía vivir hasta hace unos días. No obstante, no podía quejarme, si obviamos el hecho de que mi ex vive al lado junto al chico con el que me engañó, es un sitio ideal para pasar mi último año de universidad antes de regresar al condado en el que solía vivir.

Luego de haberme duchado y arreglado para lucir medianamente decente, me dirigí hacia la cocina para preparar el desayuno. Era bastante amplia, así que sería muy cómodo cocinar allí, esa parte me agradaba ya que yo mismo me ofrecí voluntario para ser el "chef" a tiempo completo. Al entrar divisé sobre la encimera un plato con un omelette con tocino y jugo de naranja junto a una nota. Sonreí a medias y tomé el pequeño trozo de papel color verde, decía:

''Buenos días, roommate. Lo lamento, pero tuve que irme rápido y no pude lavar los platos, pero te dejé el desayuno. Lindo día.''

Emma es muy tierna.

Pudo haberme enviado un simple mensaje, pero en su lugar me dejó una nota y el desayuno. También me dejó los platos sucios, pero esos son daños colaterales sin importancia.

Admito que me agrada tenerla como roommate. Aún nos resulta incómodo a ambos ya que somos un par de completos desconocidos que están poniendo de su parte para convivir en paz, pero siempre trato de romper el hielo para entablar conversaciones, quiero conocerla mejor. Y también quiero dejar de cagarla todo el tiempo, siempre que abro mi bocota suelto alguna estupidez que acaba lastimándola —como lo de la otra noche con lo de "buenas vistas"— y ella no merece que sea un idiota.

Tomé mi desayuno y lo coloqué sobre la mesa para luego sentarme y degustarlo. La verdad es que mi roommate no cocinaba nada mal y, pensándolo bien, no había comida en casa, así que supuse que fue muy temprano al supermercado.

Esa incógnita me dejó pensando, así que interrumpí mi desayuno para ir hacia el refrigerador y, en efecto, estaba lleno. Queso, jugos, leche, Coca-Cola, jamón, de todo; en el congelador incluso había helado. Me moví hacia la alacena y también estaba repleta de todo lo que necesitábamos. No podía creer que hubiese ido, seguramente al amanecer, a comprar sola siendo nueva en el barrio. A pesar de que es una zona residencial y muy tranquila, cualquier cosa le podía pasar a esa hora si andaba merodeando por las calles por su cuenta.

Creo que necesitamos una nueva regla de convivencia: no salir al amanecer a hacer la compra semanal.

Culminé mi desayuno pensando en una Emma caminando sola sin conocer demasiado el barrio y expuesta a todo tipo de peligros. Lavé rápidamente los platos y me percaté de que todo estuviese en orden antes de salir del dúplex.

Mientras abordaba mi camioneta me pregunté en qué transporte se había ido Emma. No sé porqué me preocupo tanto por ella, después de todo solo es mi roommate y mi compañera de copas de una noche, fuera de eso es una total desconocida, pero después de todo me cae bien. Muy bien.

Sacudí la cabeza para dispersar mis pensamientos y procedí a manejar a mi camioneta, o como yo la llamo, mi bebé. Fue un regalo de graduación de bachillerato, por parte de la hermosa madre de mi mejor amigo. Conduje tranquilamente hacia la universidad,  de todas formas aún tenía tiempo.

Llegando al campus las primeras caras que vi fueron las de Carlos y mi cuñis, ambos se encontraban sentados sobre el césped de una de las tantas áreas verdes en las que solemos reunirnos. Verlos me alegraba, mis amigos siempre han sido mi mejor medicina, desde siempre.

Love DúplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora