Capítulo 39

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39. Un sueño cumplido, un idiota en el camino y un niño que quiere imitar lo que hace su padre 


—¡Dime que fue lo que hiciste Agustina Catleya! —grité mientras corría detrás de ella.

—¡Ayuda una loca me persigue! —gritaba ella dramáticamente.

—¡Qué no corran como locas desquiciadas! —gritó Jordán detrás de nosotras con su voz gruesa, él no corría—. Mejor no las sigo, mátense entre ustedes —escuche que dijo con gracia.

Ella me había evitado dos días, no había venido a estudiar porque creía que se me iba a olvidar como a veces me pasaba, pero no, quería saber la historia y Jonathan no me la quiso decir, ya lo había intentado.

Pecas no la sabía porque simplemente no le prestó atención a la pelirroja cuando le contó el plan ¡Todo a mis espaldas! Corríamos por todo el establecimiento y mi cara la sentía caliente por hacer ejercicio que no valía la pena. Llegamos al patio y de un salto completamente innecesario la atrape cayendo ambas al suelo que se encontraba mojado por la llovizna de la mañana.

—¡Amelia me estas arruinado mi glamour! ¡Levántate! —exigió sacando cabellos de su boca.

Había caído encima de ella. Sus pantalones habían quedado mojados y un poco sucios. Nuestras respiraciones poco a poco se fueron regulando de la mini maratón que habíamos tenido.

—No hasta que me digas como fue que te aliaste con él —la mire corriendo mi cabello— ¿Creíste qué me iba a quedar así?

—¡Ya te dije que lo hice por amor! Ustedes dos tenían que hablar las cosas y esa era la única forma en que no escaparías.

Me levanté para luego extenderle la mano, ella de mala gana me la acepto para luego limpiarse con desespero su ropa.

—Quiero detalles —dije obvia cruzándome de brazos.

Bufó—¡Esta bien! Era un día de lluvia, me encontraba mirando por la ventana mientras veía las gotas caer desgarrando cada dolor dentro de mi corazón —dramatizó cada palabra moviendo lentamente sus manos. La mire con cara de perro levantando la ceja y esta se largó a reír— ¡Ya bueno! La escritora y la que debería inventar esas cosas aquí eres tú ¿en serio no has escrito nada de él?

Sí. Me di cuenta que mucho.

Negué—¡Y no me cambies de tema!

Ella volvió a soltar una risita—Llego un día a mi casa y yo me sorprendí porque ¿de dónde sabría mi dirección? —preguntó obvia—, pero me dijo que encontró mi dirección con la ayuda de su hermano...

—Liam ¡Pequeño traidor! —musite haciendo un puño.

Oh sí, había perdido contacto con él también, pero por el simple hecho de que él no tenía celular y si computador, pero yo no tenía redes sociales, claro tuve antes, pero desactivé todo otra vez, no era muy activa en esas cosas. Y en esos momentos ir a su casa para encontrarme con su hermano mayor, no gracias.

—¡Sí, él! La cosa fue que tú nunca le contestabas las llamadas, mensajes o visitas que te hacía y me pidió ayuda, una cosa muy sencilla en donde no pudieras escapar —se encogió de hombros—. Que juntas saliéramos algún lado y te dejara sola, pero después recordé que iba ser mi cumpleaños. Así fue que paso todo; y lo obligue a ir con ese peinado ¿feliz?

—Sí ¿ves que no era difícil? —sonreí.

—Le quitas lo divertido —saco la lengua cruzándose de brazos.

—Gracias, de no ser por tú ayuda creo que no hubiera tenido el valor de hablar las cosas.

—¡Agustina sanadora de corazones rotos a la orden! —hizo el signo de la paz con una pose de algún anime.

Estrella de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora