Capítulo 38 - II

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38. ¡Tú me estas ocultando algo mosco! - II


Lentamente abrí los ojos. Eran la una y quince de la mañana. Mi cabeza daba punzadas, en cualquier momento esta iba a explotar. Doblamos en una esquina para llegar a mi humilde morada, me saque el cinturón y me acerque a él dándole un beso en su mejilla.

—¿Conduce con cuidado sí?

Él asintió. Baje del auto buscando mis llaves, y era tanto el sueño que tenía que no me había dado cuenta que no había sacado mi cartera. Bufé dándome la vuelta yendo de nuevo hacia el auto, pero él ya venía hacia mí con ella.

Bostecé recibiéndola—Gracias, ya no tengo mis cinco sentidos activos —bromeé.

—Tus ojitos se achinan cuando tienes sueñito —dijo con ternura.

—Eso decía papá, creo que a muchos les pasa —hice una mueca de pena y negué rápidamente para olvidar el dolor.

Papá tenía esa cualidad en sus ojos cuando tenía sueño.

Comencé a caminar con él a mi costado. Abrí la reja y dejé que pasara primero para volverla a cerrar. Cuando íbamos llegando a la puerta principal podía escuchar como Rabito rasguñaba, sus patitas al otro lado ya habían quedado marcadas y con Charlie nos había dado pereza volverla a pintar.

Volví a buscar las llaves en mi bolso. Sentía su mirada y eso causaba en mí más nerviosismo tanto que no podía encontrar las llaves. Cuando di con ellas las acerqué a la puerta, pero antes de poder seguir sentí como tomo mi brazo girándome dejándome en su pecho. Eso causó que despertara mejor abriendo mis ojos sorprendida.

—¿P-a-as? —tartamudeé— ¿Pasó algo?

Mordió sus labios en una sonrisa que me derritió y entonces junto sus labios con los míos en un beso, agarro mi nuca acercándome más a él intensificando la acción. Yo lo abrazaba por su cintura. Nuestras cabezas las movíamos de un lado a otro. Cuando nos separamos el beso sonó y con disimulo relamí mis labios.

—¿Y eso? —pregunte divertida.

—Solo quería recordar la primera vez que nos besamos afuera de tu casa y recrearla de una manera distinta —respondió en una sonrisa.

Lo mire extraño, estaba loca, no entendía nada ¿Afuera de casa? ¿de que hablaba?

La primera vez que nos besamos no fue así, lo recordaba bien, pero en su mirada y en el tono en que lo había dicho me pareció que se refería a otro momento.

Ladeé mi cabeza hacia al lado tratando de recordar o buscar la respuesta, pero nada... ¡espera! ¡sí me acordaba de algo! ¡El sueño! Los dos niños, ellos se habían besado en una escena parecida a la que estábamos en este momento. Ella iba abrir la puerta de su casa y aquel niño la besó, aunque claro no fue tan intenso como el que habíamos tenido ahora, pero se parecía.

Rápidamente mire donde estaba la llave, esta se había caído a unos costados ¡sí! ¡Era igual! La recogí negando divertida, debe ser el sueño, sí eso debe ser que inventaba teorías en mi cabeza.

Tonta, yo no lo conocía de niña.

—A veces dices cosas tan raras —comenté abriendo la puerta mientras Rabito saltaba saludando. Lo cargué—. Hola peludo —lo mire—. ¿Mejor quieres pasar? Ya es tarde.

Asintió y ambos pasamos. Dejé a Rabito en el suelo y él fue a saludar a la visita con mucha alegría. Mi hermano no estaba y ya era tarde para que estuviera fuera de casa. Me saque los tacones dejándolos a un lado dando saltitos sintiendo de nuevo mis pies. Volví a bostezar tallándome los ojos para buscar unas pantuflas, luego fui a la cocina sirviéndome un poco de agua y me senté en el sillón. Me senté con mis piernas dobladas. 

Estrella de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora