Capítulo 47

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47. Al fin puedo decir que soy feliz


14 de enero.

Ya había pasado un buen tiempo y él ya está bien ¡Esta en perfecto estado! Era más feliz de lo que ya lo era, su sonrisa era más amplia y yo amaba ver esa sonrisa siempre.

Corría velozmente sin cansarse ganándome como siempre, bailaba sin parar y hacías otras cosas sin que esa tos o esos dolores pulmonares volvieran otra vez.

Las visitas al médico se acabaron después de unas largas semanas. Su recuperación fue lenta, pero segura y efectiva. Esas visitas eran algo que nunca le gustaba, pero ahora iba para su recuperación y eso le daba el impulso de seguir.

Su mamá le pidió perdón, pero él solo le sonrió.

Sus hermanos eran lo más felices, aunque Daniel siguió siendo el mismo con su madre. 

A los pequeños le contaron todo en modo de historia, omitiendo algunas partes.

Él estaba sano, iba a estar junto a Valentín, junto a mí y a Rabito, nuestra pequeña familia. Él era feliz y yo lo era por él.

Habían surgido algunas pequeñas preguntas de nuestra niñez cuando estábamos juntos y cuando no; y él respondió cada una de ellas. Dijo que era una niña muy extrovertida y eso era raro en mí; y que también estaba muy celoso de mi mejor amigo en ese entonces ¿Mi sueño? Mi sueño era el único recuerdo que tenía de nuestro primer beso. Había besado a mi primer amor, a mi único amor.

Hablamos de ese tema cuando ya se sentía mejor. Tal vez lo había amado mucho antes, cuando pequeños. Tal vez siempre había sido él mi persona correcta, pero nunca pude recordar aquel accidente por más que traté, a él, a nuestros juegos de niños, a sus hermanos; o incluso a alguien más de su familia. No tenía ningún recuerdo.

Mi historia con él comenzaba desde que nos conocimos en aquella estación.

Algo que sí me anduvo dando vueltas en la cabeza fue que mamá siempre me pregunto si recordaba tal cosa, y me contaba cosas de mi niñez, nunca lo comprendí hasta ahora. Tal vez había olvidado muchas cosas; y al amigo de la infancia lo recordaba porque él me hablaba mucho y de nuestro beso, que después recordé que no me había gustado para nada.

En estos momentos mis manos las sentía congeladas al igual que toda mi cara, mi cuerpo temblaba mientras tomaba la taza de chocolate caliente, estaba rica, tenía algunos malvaviscos.

Me encontraba con mis amigos en nuestro lugar favorito. En la temporada de invierno abrían la carta de chocolate caliente de todas las variedades y otro tipo de postres, además de los que ya estaban.

Estaba en mi día feliz. Así que en Las mejores malteadas de Pepito podías pedir todo lo que quisieras comer y gratis. Pedí muchas cosas.

Mire por la ventana y una llovizna torrencial estaba en las calles. Los árboles se volteaban hacia un lado por el fuerte viento. Si, perfecto día para ser mi día especial. Noten el sarcasmo por favor, pero algo bueno es que me dejaron libre en el trabajo.

Bote aire caliente al espejo para luego hacer garabatos con mi dedo.

—¡¡Feliz cumpleaños Ami!!

Escuche con alegría las voces de aquellas tres almas. Volteé encontrándome con esas sonrisas grandes. Era una pequeña torta, estaba decorada con tonalidades pasteles. Muy hermosa.

Sonreí apagando la vela—Muchas gracias, los amo.

Mi hermano hoy en la mañana me despertó con un gran desayuno muy especial que había comprado para mí. Canto las mañanitas con su voz con gallos exagerados y me dio dinero porque no sabía que comprarme. Fue muy lindo.

Estrella de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora