Capítulo 28

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28. La historia de mi familia y confesiones entre amigas


Sus mejillas empezaron a tomar color y fue el color más lindo que había visto, pero no me dejo apreciarlo tanto porque volvió a esconderse bajo su bufanda. Mire con vergüenza hacia otro lado queriendo tapar mi cara con mis cabellos. Creo que ya tenía que cerrar mi boca y pensamientos.

—Esperemos que si —dijo después de un momento.

—Ya debo entrar —señale la puerta.

Él asintió. Me despedí con la mano y él empezó a caminar con sus manos en los bolsillos de su uniforme. Esperaba que fuéramos buenos amigos. Busqué las llaves en mi mochila para luego colocarlas en la puerta y abrir.

Pero sentí como alguien tomó mi mano dándome una vuelta dejándome en su pecho, era él otra vez. Sus lindos ojos me miraron y yo sentí cosquillitas en mi pancita.

—¿Se-e t-e? —tartamudeé— ¿Se te olvidó algo? —pregunté en una sonrisa tímida alejándome lentamente de él.

Rasco su nuca con un tono rojizo en sus mejillas—No, no lo siento. Cuídate mucho.

Volvió a irse dejándome con los labios fruncidos, que raro. Suspiré recogiendo las llaves que se habían caído. Dejé unos cabellos húmedos detrás de la oreja para poder ver mejor.

Pero de nuevo sentí un peso y esta vez en mi hombro. Di un pequeño manotazo haciendo caso omiso, pero lo volví a sentir y di la vuelta...

Los rayos del sol entraron por mi ventana yendo a mis ojos causando que despertara, nah, sólo desperté lentamente sentándome.

Creo que los sueños se empezaban a juntar entre sí y era algo extraño. La habitación estaba color naranja por el sol ya que las ventanas se encontraban cubiertas con las cortinas produciendo ese efecto. Bostecé frotándome los ojos. Me volví acostar rodando hasta el borde de la cama e ir al baño.

—Buenos días Rabis —salude y este bostezó estirando su trasero hacia el techo.

Aún con sueño me mire por última vez al espejo viendo el buzo de verano que me había puesto. Mi vista se desvió al suelo viendo como algunas cosas estaban caídas ¿Qué había pasado? frunciendo el ceño las recogí.

La fotografía de mi mejor amigo de la niñez, se había estropeado un poco ¿debería conservar la foto o sólo dejarlo ir y guardarlo en mi memoria? Total, creo que ya no éramos amigos ¿Dónde estará ahora? ¿Qué estará haciendo? Negué volviendo a colocar la foto en su lugar. Cuando estuvo todo listo di una última mirada observando todo con atención. Había sido una noche muy rara supongo. Volví a bostezar llevando mis manos a mis mejillas como mi pobre angelito y me dirigí abrir la puerta, pero esta se abrió antes de poder tocarla.

Entonces lo vi. Su aroma a chocolate era tentador, se encontraba con un buzo plomo con líneas blancas. En sus manos traía una bandeja con muchas cosas para comer.

Me acordé: cuarto de pinturas, cosas sin sentido, cáncer ¡Su cáncer al pulmón! Ambos llorando y yo torturándome para que se vaya, declarando mi amor a él ¡Le había dicho que estaba enamorada de él!... besos, muchos besos apasionados, durmiendo juntos.

Oh.

Ay no ¿¡había tenido relaciones con él!? Sentí vergüenza. Él se acercó dando un beso en mi frente para luego saludar dulcemente.

—Buenos días Pulguita.

Aclare mi garganta—Hola.

¿Cómo es qué había pasado tanto en una noche? Paso a la habitación y yo cerré la puerta despacio. Rabito saltaba alrededor de él sonriéndole. Llegue a la cama sentándome mientras que él me ofrecía unas tostadas con huevos revueltos. Con vergüenza le recibí.

Estrella de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora