Capítulo 11

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11. Pensando en ti cuando no quiero hacerlo y creo que con mis pensamientos te llamé 


Los días anteriores fueron igual de aburridos que este: desayunaba, almorzaba y cenaba por la manguera. Después pasaba la materia que tenía que ponerme al día y el día de hoy Agustina me trajo los exámenes que tendría que rendir, habían confiado en nosotras de que no me darían las respuestas, uno era de literatura y el otro de biología. También me trajo mi examen de matemáticas ¡Era una estudiante promedio! Pensé que me iría peor sinceramente, pero me alegro que no haya sido así.

—¿Cómo han ido las cosas con el chico? —preguntó mirándose en el espejo.

Nunca me preguntó cómo fue el proceso estando en ese lugar ya que era un tema delicado y le agradecí por eso. Siempre hablamos de otras cosas y cuando hablábamos de los muchachos que estaban recién en nuestra vida nunca decíamos sus nombres, era gracioso.

—Nuestra relación es rara —respondí sin más marcando una alternativa del examen.

—¿Te molesta qué este junto a ti?

—No es que me moleste —suspire mirando al techo—. Es... difícil de explicar.

—¿Te da miedo qué se convierta en alguien importante para ti? —saco de su mochila un brillo labial—. Debes estar tranquila, son buenos amigos ¿o no?

—Si, me da mucho miedo —confesé dejando a un lado el examen para mirarla—, me da miedo que no sea como se muestra, por eso siempre trato de no acercarme tanto a él.

Sus ojos se abrieron más de lo normal y quito algunos cabellos que se habían puesto en su rostro.

—¿¡Tratas!? —gritó—, ¿¡Amelia hay algo qué no me has dicho!? —sus iris cafés me observaron con atención.

Cosas como estas me resultaba un poco difícil hablarlo con Jordán, no sé, simplemente me daba vergüenza.

Sonreí inocente—Tal vez.

—¡Desembucha todo ahora que te escucho! —tomo una mejor postura como la realeza en el sillón.

Reí por lo bajo—Creo que una vez me abrazo de la cintura en su universidad y el otro día nos tomamos de las manos.

Ella expresó una cara de emoción abriendo su boca en "O", iba a gritar. Era amante del romanticismo y las cosas cursis. Yo iba a vomitar. Trato de contenerse porque había que tener respeto por las demás personas que se encontraban en este lugar, pero se desmayó dramáticamente en el sillón para luego volver a su posición normal.

—Pero yo no me paso películas con esas cosas —aclaré—, debe ser igual con todas.

—¡Amelia como puedes creer eso! —defendió.

—Es un chico malo —me encogí de hombros.

—¡Por lo que me has dicho no tiene nada de chico malo! —rio empujándome levemente—, más bien yo creo que eres muy antipática con el pobre.

La acompañe en la risa—Bueno, bueno tienes razón, pero si es egocéntrico.

—Creo que, cualquier chico, sólo mira a Jordán.

—Pero Pecas es guapo —defendí.

—¡Y él también!

—¡Pero si me has dicho que no lo has visto bien Agus!

—A no si es cierto —frunció su nariz divertida.

Al principio me dijo que sus padres no la dejaron ir en mi búsqueda porque tenían miedo de que le pasara algo. Así que tampoco pudo ver a Jonathan, y en las visitas al hospital tampoco se había topado con él.

Estrella de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora