#Capitulo 2: Conocerte

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Mientras Clementina y Amelia entraban al comedor con bandejas de plata que contenían nuestro almuerzo, mi mirada estaba puesta en Abbie, la cual parecía demasiado entretenida admirando los platos de comida que las sirvientas dejaban en frente de ella. 

Los Lunsbork parecían ser la típica familia que no rompía un solo plato. Por lo que había averiguado, mientras hablaba con uno de los guardias de la estación de trenes, el Señor Aaron y su esposa eran respetados en el pueblo, además de ser queridos por la iglesia gracia a las obras de caridad que cada año se encargaban de dar. Por lo que supe también su única hija ya estaba comprometida con el hijo mayor de la Familia Capelli. La boda sería dentro de dos meses.

—¿Tiene hermanos, Dakota? —la pregunta de la Señora Lunsbork atrajo mi atención.

—Sí, tengo dos hermanos mayores.

—¿Alguno tiene los ojos azules al igual que Usted? —me sonrió.

—La verdad es que no, solo mi Madre tenía los ojos Azules.

—¿Tenía? —interrumpió el Señor Aaron.

—Murió hace años —di un sorbo a mi copa intentando disimular la incomodidad que me generaba nombrar a mi Madre. A pesar del tiempo que había pasado seguía sin poder hablar del tema, no sin que ese nudo en la garganta amenazara con aparecer.

—Lo siento mucho, no tenía idea de que algo así había pasado.

—No se preocupe —negué intentando restarle importancia.

—¿Por qué sus hermanos no han venido? —cambió el tema y en el fondo de mi corazón lo agradecía—. Me hubiese gustado conocerlos también.

—Ellos tienen su familia y son muy apegados a mi Padre —me encogí de hombros —. No les gusta estar lejos de él.

—¿Y, ha usted sí? —por primera vez en todo el almuerzo escuché la voz de Abbie, captando mi total atención.

—La verdad es que soy muy independiente, Señorita. Me gusta estar sola —respondí bajo su atenta mirada.

—Y eso está bien Muchacha —dijo el Señor Lunsbork —, sobre todo cuando se case y tenga que separarse de ellos. Por cierto —limpió sus labios con la servilleta de tela—¿Sabía que nuestra querida Hija se casará? —preguntó con una sonrisa de orgullo.

—No tenía idea de eso, Señor —mentí sintiendo incomodidad ante sus palabras —pero me alegro de oír eso —miré a Abbie la cual tenía una sonrisa, bastante falsa para mi gusto—. Felicidades Señorita Lunsbork.

—Gracias —asintió una vez—pero puede llamarme solo Abbie, si usted gusta Señorita Wennslath —me regaló una suave sonrisa, completamente diferente a la que tenía anteriormente.

—Solo si Usted también se toma esa atribución hacia mí, Abbie —le devolví la sonrisa. Sus ojos brillaron por un momento, tenían una chispa de alegría y eso me hizo feliz.

—¿Usted aún no está casada, Dakota? —preguntó la Señora Angela. Los tres tenían su mirada en mí, atentos a mi respuesta, sobre todo la Señorita Abbie.

—No, Señora Lunsbork —sonreí de lado, negando—. Yo no me casaré —respondí con seguridad.

—¿Por qué no? —preguntó su Esposo de inmediato—. Eso ayudaría mucho a su economía y la de su Familia. ¿No has pensado en el futuro, Dakota? 

—He pensado mucho en mi futuro, Señor y es por eso que no me casaré. Soy una mujer que piensa que el amor es importante, mucho más que lo material.

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