#Capitulo 37: Deseo

214 16 12
                                    


Dakota

El ambiente se veía envuelto en deseo, pasión y anhelo. Todo eso sentia al tenerla frente a mí. Su mirada decidida y su postura tan desafiante solo causaban mas estragos en mi cuerpo. 

—Abbie...—susurré siendo incapaz de hablar mas fuerte.

Sin embargo ella no se detuvo, desató todos las cuerdas de su corsé quedando con una fina polera blanca que dejaba a relucir sus pezones. Era la primera vez que la veía así.

No me dio tiempo a nada cuando ya la tenia sobre mí, besando y mordiendo mi cuello, llevándome a la completa locura. Sus manos acariciaban mis piernas por debajo del vestido provocando que se escaparan de mi garganta leves suspiros. Mis manos, temblorosas por el deseo, se aferraban a su espalda. La fricción de nuestros cuerpo mandaban pequeñas descargas eléctricas por mi cuerpo haciendome sentir bien. 

Queria más de ella.

Ambas no estábamos pensando en ese momento. Era una locura aquello. Alguien podría entrar y vernos, seria un horror ser descubiertas de esa forma pero mi mente no razonaba y al parecer la suya tampoco. 

Lo unico que importaba era saciar nuestro deseo.

—Me encantas —susurró en mi oído comenzando a bajar el cierre de mi vestido—. Eres mía.

Sus manos bajaron rápidamente la tela de mis hombros dejando mis pechos expuestos. Sus ojos bajaron a ellos de inmediato haciendome saber cuanto me deseaba.

—Eres perfecta —susurró casi sin aliento—. Quiero tocarte...—prácticamente me rogó.

Sentí mi garganta apretada ante sus palabras. Algo en mi sabia que no habia vuelta atrás. Esta noche seria el pacto definitivo para romper nuestros corazones y estaba dispuesta a firmarlo hasta con mi propia sangre si era necesario.

Tomé sus manos llevándolas a mis pechos. Sus manos frías pero suaves contra mi piel caliente me hicieron sentir más deseosa de ella. La necesitaba más que nunca. Devoré sus labios siendo correspondida de inmediato sintiendo como sus manos apretaban mis pechos con cariño y un poco de miedo oculto.

—Tócame —pidió con desespero y así lo hice.

Subí su vestido apretando su trasero para acercar nuestras pelvis. Ella subió mi vestido también dejando nuestros centro juntos contra nuestra ropa interior. Sacó sus manos de mis pechos para llevarlos a mis muslos comenzando a moverse contra mí. Era la primera vez que hacia algo así pero no seria la ultima, definitivamente no lo seria. El placer se elevó cuando aumentó sus movimientos apretando a su vez mis muslos para mantenerme firme contra ella. Sus jadeos y los míos se mezclaban contra nuestras bocas. Sus ojos estaban apretados con fuerza haciendome saber que lo disfrutaba tanto como yo. 

—Abbie —murmuré sintiendo un vacío en mi vientre que nunca antes habia sentido.

Moví mis caderas buscando más placer, más rose contra ella y a estas alturas ya mis gemidos no eran silenciosos. Ya no me importaba si alguien nos escuchaba, nada importaba más que tener a Abbie sobre mí dándome un placer que era totalmente desconocido hasta este momento. 

—!Dakota! —gimió contra mi cuello.

Entre jadeos y suspiros, que parecían más suplicas que otra cosa, besé y lamí su cuello. La sentía temblar contra mí. El calor aumentó y mi corazón parecía que en cualquier momento se me saldría del pecho. Era una agitación tortuosa. El establo cada vez parecía más y más pequeño quitándome por completo el aire.

Nuestras caderas se movían desesperadas contra la otra hasta que de un momento a otro lo sentí. Una pequeña corriente de liberación que nació desde mi vientre hacia mis piernas dejándome totalmente desconcertada. Me aferré a la espalda de Abbie mientras ella se seguía moviendo contra mí. Yo aún no asimilaba todo lo que estaba sintiendo. Mis piernas temblaban levemente y mi pecho sufría un pequeño ataque por lo ocurrido. La rubia se tensó sobre mí atrayéndome nuevamente a la realidad. En un grito casi ahogado se desplomó sobre mi cuerpo haciendome saber que ella también lo habia sentido. 

Si así se sentía el infierno encantada lo vivo con ella.

Lo unico que se escuchaba eran nuestros jadeos en busca de aire. Nuestros cuerpos sudados y cansados se habían rendido ante el placer inmenso que ambas nos habías proporcionado. Podía sentir su corazón latir contra el mío haciendome sentir más viva que nunca. En ese momento no tuve dudas, no existía nada más que ella y yo. 

—Te amo —murmuré sobre su oído. 

Era la primera vez que lo decía y era la más real.

Mi corazón no queria calmarse y ya no sabía si era por la agitación que había tenido o por el simple hecho de haberle confesado mi amor a Abbie. 

Creo que ambas.

Alzó su cabeza, mirando mis ojos cristalinos por la emoción y con una radiante sonrisa me besó. Un beso profundo y largo demostrándome todo su amor. Suspiré contra sus labios sintiéndome la mujer más dichosa del planeta al tenerla entre mis brazos. Nada podía arruinar mi felicidad.

—También te amo, Dakota —acarició mi rostro con ternura para luego juntar nuestras frentes—. Te amo tanto, mi amor.

—Lo que acabamos de hacer....

—Fue maravilloso —completó—. Lo más hermoso que me ha pasado en la vida, Dakota. Tú eres lo mejor que me a pasado en la vida.

—Tú también, Abbie. No quiero que esto termine.

—Quedémonos aquí....así, abrazadas —se recostó en mi pecho aun descubierto—. No salgamos nunca de nuestra burbuja de amor. Vivamos en este establo juntas para siempre.

—Ojalá pudiéramos —besé su frente sintiéndola suspirar—. Seria la mujer más feliz si eso fuese posible, Abbie.

Nos quedamos en silencio, tan solo escuchando nuestras respiraciones poco coordinadas. Todo se sentia tan irreal. Hace unas horas creía que todo había terminado, que ya no había vuelta atrás y que mi corazón viviría destrozado para siempre ante nuestra lejania pero ahora, justo en este momento, estábamos más unidas que nunca. Habíamos compartido uno de los momentos más íntimos de nuestra vida volviendo mucho más doloroso nuestro prohibido amor. Nos habías entregado de todas las formas posible, quedando grabada en mi alma para siempre. Si antes sentia que no podía vivir sin ella ahora lo confirmaba.

—Es la primera vez que hago algo así —confesó cubriendo nuevamente mis pechos—. ¿Tú también lo sentiste? —preguntó con timidez.

—Sí —sonreí al recordar la sensación tan magnifica que recorrió mi cuerpo minutos atrás—. Me hiciste sentir muy bien, Abbie.

Sus mejillas se sonrojaron haciendome morir de ternura.

—Tú también —besó mi mejilla.

—Jamás te habia visto así —acaricié su cabellera rubia—. Te veías tan decidida, tan segura. 

—Verte con Richard me hicieron hervir de celos, Dakota —me miró—. Mi cuerpo actuó ante el terror que sentí al creer que te perdía para siempre. Se que es egoísta pero no quiero verte con nadie más —dijo con desespero—. Mucho menos ahora que eres mía. Tu corazón me pertenece, mi amor, y mi corazón es tuyo. Jamás dudes eso, Dakota. Pase lo que pase mi corazón es tuyo. Todo de mí te pertenece. Nadie nunca podrá arrebatarte ese lugar.

—Ven conmigo —se veía confundida—. Escapémonos juntas, Abbie —aclaré—. Podríamos viajar por el mundo, conozco muchos lugares hermosos que se que te gustarían, mi amor. Intentémoslo, Abbie, sé que podemos ser felices. No tienes que responderme ahora, aún quedan días para que me des una respuesta. Tan solo piénsalo, amor.

Ella asintió aceptando mi petición de pensar mi propuesta.  

Queria aferrarme a la esperanza por más que se viera lejano el vivir juntas, aun así queria creerlo. Mi corazón ya estaba dañado, ya no tenía miedo a dañarlo más. Abracé a Abbie contra mi pecho deseando en silencio que ella aceptara. No me imagino mi vida sin ella y eso dolía. Jamás había dependido de otra persona, era un alma libre y me encantaba vivir así pero desde que Abbie llegó a mi vida no me imaginaba mi libertad sin ella. 

Desde mi libertad la elegía a ella. 




Comenten y voten. Espero que les guste.



Nuestro lugar favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora