#Capitulo 24: Iglesia

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Dakota

La sonrisa de Abbie se borró de inmediato al ver mi rostro. Su mirada fue de inmediato hacia Rafael. Jamás había vistos a sus ojos desprender fuego del enojo. Su mandíbula se tensó y sin poder reaccionar, por lo rápida que fue, pasó por mi lado hacia el chico detrás de mí.

—¿Qué le hiciste? —gruñó imponiendo su cuerpo frente a él.

—Nada.

Rafael parecía estar frente al peor de los demonios. Su cuerpo se contrajo por el miedo y su voz apenas salió.

—Abbie... —Caminé hacia ellos para interponerme en la pequeñas discusión. En el momento en que estuve frente a ella, me miró—. No me hizo nada —le aseguré.

—¿Por qué estabas llorando entonces? —frunció el ceño aún a la defensiva.

—¿Tus padres aún están afuera? 

—Dakota...

—Responde —demandé. Su mirada volvió a posarse en Rafael y parecía que en cualquier momento se lanzaría hacia él—Abbie...

—Sí —respondió volviendo a mirarme—. Siguen afuera con la familia Capelli, pero eso que tiene que ver....

Me voltee a mirar a Rafael, el cual seguía con su postura defensiva sin apartar la mirada de Abbie en caso de que volviera a enfrentarlo.

—Aún tienes tiempo de salir sin que te vean.

Él simplemente asintió y sin decir nada salió de mi habitación. Me sentía mal por Rafael, él solo me había ayudado y tuvo que pasar un mal momento por culpa de Abbie.

—No estuvo bien que lo trataras así—caminé hacia la puerta para cerrarla. Los Señores Lunsbork podían pasar por el pasillo y ver a Bola de pelos durmiendo en mi cama.

—Pensé que le había hecho algo.

—No hizo nada más que ayudarme —voltee a mirarla con mi cuerpo apoyado en la puerta.

—¿Por qué lloraba? —se acercó con paso sigiloso. Mi cuerpo se puso en alerta de inmediato.

—Nada importante.

—Eso es mentira —susurró deteniéndose a solo centimetros de mi cuerpo. Podía sentir su respiración chocar en mis labios. ¿Esta cercanía sería frecuente entre ambas?

—Estoy cansada, Abbie. Quiero  dormir.

Con mis piernas temblando pasé por su lado hacia mi cama. Sentí como su presencia se acercaba a mis espaldas y tomé un profundo respiro para mantener la calma. Aunque moría por volver a estar cerca de ella, no podía dejar de pensar en su abrazo con Adrián. Saber que él podía tenerla por completo me generaban celos.

—¿Qué pasó Dakota? 

Su voz delicada me hizo suspirar.

—Me dolió verte con Adrián —confesé sin voltearme a mirarla.

Escuché su suspiro y luego el silencio nos invadió. El tierno bostezo de Bola de pelos captó nuestra atención. Parecía tan ajeno a todo lo que había pasado. Sonreí al ver que al menos él si estaba tranquilo esa noche.

La mano de Abbie tomó mi brazo desnudo obligándome a mirarla.

—No quiero que llore —susurró llevando sus manos a mis mejillas—. No sé que espera de mí, Dakota. No sé que debo hacer a partir de ahora.

—Ni yo lo sé —aparté mi rostro y eso pareció dolerle—Pero no me gusta verla con él.

—No es algo que pueda cambiar...

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