#Capitulo 14: Nuestro lugar favorito

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Abbie

—¿Lista para una nueva clase?

Ambas nos habíamos escabullido hacia el establo después de almorzar. Ella sabía que no le agradaba a mi Madre y ahora debíamos escondernos para poder pasear juntas.

Solo esperaba que mi Madre siguiera creyendo que me iba a bordar al gran Árbol.

—Más que lista —le sonreí sobre el banco de madera que había utilizado días antes para subir sobre Amor.

Con una sonrisa asintió en mi dirección para luego subirse, con la agilidad que la caracterizaba, sobre su caballo.

Dakota se había acostumbrado a utilizar el caballo que era de mi Padre.

Sin quedarme atrás me subí también a Amor bajo su atenta mirada y una vez que estuve segura volví a alzar la vista hacia Dakota haciéndole saber que estaba lista para iniciar nuestro paseo.

Le di un leve golpe en las costillas a Amor para comenzar a cabalgar a paso lento. Aún no sabía como hacer que fuéramos más rápido pero Dakota me había prometido esa misma mañana que practicaríamos eso hoy.

Dakota esperó a que estuviera a su lado para seguir mi paso y juntas, una al lado de la otra, nos dirigimos un día más a lo que se había convertido en Nuestro lugar favorito. A diferencia de las otras veces hoy habíamos llevado algunas cosas para comer que Dakota había sacado de la cocina esta mañana sin que nadie la viera y había dejado todo listo en un pequeño bolso de tela café que colgaba a un lado del lomo de su caballo.

Esta mañana cuando me había escabullido en la habitación de Dakota, para ver a Bola de pelos, me había contado lo que tenía planeado para ambas y debía admitir que por un segundo pensé en decirle que no, que no quería tener una discusión con mi Madre pero todo eso desapareció en el momento en que vi su expresión tan alegre ante el plan que había ideada y no pude negarme....Así que aquí estábamos, paseando en una agradable tarde soleada con una de las mejores compañías que había tenido en mi vida.

—Veo, veo —sonrió con los ojos cerrado. La miré tratando de contener la sonrisa que amenazaba con salir, pero fue en vano—!Un objeto sin color!

—Tenía los ojos cerrados —negué entre risas ante su forma tan extraña de jugar—. Es una tramposa, Señorita Wennslath —me miró divertida.

—!Lo imaginé! —rió en mi dirección—!vamos!...adivine.

—¿Algo sin color? —miré a mi alrededor. Solo habían árboles a ambos lados del camino, pequeñas flores amarillas a la orilla y tierra, que nos marcaba por donde debíamos ir—. Eso no existe...

—Claro que sí —sonrió acariciando la cabeza de Bola de pelos que estaba sobre su regazo—. No está por aquí —confesó—pero existe.

—¿Hielo? —respondí al recordar las capas de hielo que se formaban en el lago que se encontraba cerca de casa.

—Lo tomaré como bueno —asintió—pero era agua.

—Es muy tramposa —acusé sin poder dejar de sonreír.

—Soy ingeniosa, que es diferente.

—No sé quién le habrá enseñado este juego pero claramente no sabe las reglas.

—Me ofende, Abbie —exageró dolor llevando su mando al pecho.

—Que dramática es tu Madre, Bola de pelos —exclamé inclinada hacia ella simulando hablar a solas con la cachorrita que miraba todo a su alrededor con gran admiración entre sus brazos.

Nuestro lugar favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora