Capitulo 34: Bajo la lluvia

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Abbie

Llevaba mas de media hora escuchando como mis padres y los de Adrián hablaban de nuestro futuro como si fuera de ellos. Ya tenían planes de como sería nuestro matrimonio y con cada palabra que salía de sus bocas solo me daban más ganas de vomitar. 

¿Cómo antes no fui capaz de darme cuenta de lo horrible que era que otra persona decidiera sobre mi vida?. Tenía tan normalizado que mis padres, más mi Madre, planearan cada cosa en mi vida. Era tan normal hace un mes que toda mi vida girara en torno a mis padres.

Si no fuera por Dakota eso aún seguiría siendo así. Ella me salvó de todas las formas posibles.

Otro rayo volvió a estremecer el cielo provocando que mi Madre se asustara nuevamente. 

—Creo que será mejor que volvamos a casa.

Mi padre asintió antes sus palabras. Nos despedimos de la Familia Capelli e intentando disimular deje un rápido beso en los labios de Adrián. Por instinto quise limpiar mis labios pero me contuve. Él sería mi prometido y no podía hacer tal gesto de desagrado frente a su familia.

El camino a casa fue silencioso. Mi mente divagaba contando los días para que llegue esa mañana que daría final al unico amor real que he sentido en mi vida.

No sabía si estar agradecida porque la vida me haya permitido experimentar algo tan maravilloso como el amor de Dakota o sentir rabia y pena al saber que eso acabaría en algún momento.

Y en ese mismo momento sentí envidia de aquellos que si podían amar libremente.

Un amor tan puro y real no podía acabar así.

El auto se detuvo frente a nuestra casa al mismo tiempo que el galope de un caballo se escuchaba acercarse.

—¿Quién es?

Mi Padre fue el primero en bajarse del auto.

Cada vez más cerca se veía un jinete con una capa negra que cubría desde su cabeza a sus rodillas evitando así poder distinguir entre la lluvia de quien se trataba.

Limpie el vidrio de mi ventana justo a tiempo para ver como el caballo se detenía a unos cuantos metros y con eso ya supe de quien se trataba. Era la única persona que conocía que tenía esa destreza para controlar a un animal así.

—Esa niña está loca.

Exclamó mi Madre y yo no podía estar más maravillada con lo que mis ojos veían.

—!Dakota! entra a la casa.

Pareció no escuchar las palabras de mi padre. Solo estaba allí con sus ojos fijos en los míos.

—!Abbie, ven conmigo!

Sus palabras llena de emoción me hicieron sonreír y mi cuerpo reaccionó por si solo abriendo la puerta sin pensarlo.

—Ni se te ocurra —el gruñido y la mano de mi madre sobre mi brazo me detuvieron—. No te bajes del auto Abbie.

Sus palabras tampoco tuvieron peso y con la valentía que me daba tener a Dakota a unos metros de mí aparté el brazo y salí corriendo hacia ella, sintiendo la lluvia empapar mi vestido y mi cabello.

Su sonrisa radiante solo me hacían saber que era lo correcto.

Tomé su mano y con una agilidad que ni yo sabía que tenía me subí detrás de ella. Los gritos de mi madre llamándome a mis espaldas no importaron para nada en el momento que escuche la risa de mi amada llenar mis oídos haciendo a mi corazón estremecer de felicidad.

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