#Capitulo 30: Primer regalo

237 23 20
                                    


 Abbie.

 —!No me ganarás!

Sonreí al ver como jugaba con Bola de pelos. Parecía una niña. 

Después de salir del agua comimos los Sándwich que había preparado. Estuvimos en silencio pero no uno incómodo, uno agradable, reconfortante. Sin embargo sus palabras seguían dando vueltas en mi cabeza. Ella se iría, jamás se quedaría en el pueblo y yo no podía irme de aquí. Todo recaía en mis hombros. Nuestro destino dependía de mí.

 —!Me está mordiendo!

No pude evitar reír al ver la actuación que tenía frente a mis ojos. Dakota fingía ser derrotada por Bola de pelos, la cual mordisqueaba la mano de su rescatadora. 

 —!Tu puedes Bola de pelos!  —grité recibiendo una mirada acusadora.

 —!Es un complot contra mí!  —lloriqueó en el pasto con un pequeño animal sobre su vientre que no se veía dispuesta a soltarle la mano.

En un rápido movimiento Dakota ya estaba sobre sus rodillas con sus manos en el suelo, mientras Bola de pelos alzaba sus pequeñas patas delanteras para llegar a ella. En un momento estiró su cuerpo para colocar su frente junto a la de bola de pelos. Desde donde yo estaba recostada parecía un animal queriendo asechar a su presa.

—A veces dudo de que sea humana.

Y como una feroz leona alzó su mirada hacia mí. Me sonrió y con agilidad se levantó para acercarse y tomar mi cuerpo entre sus brazos.

—!Y usted es demasiado humana para mi gusto!  —giró mientras girábamos provocando que ambas riéramos.

 —Ayúdame Bola de pelos—reí escondiendo mi rostro en su cuello.

Me dejó sobre el pasto en donde de inmediato sentí las pequeñas patas de nuestra perrita. El sol, que se filtraba por las ramas de los árboles, impactaba en mi cara haciendome dificil ver. 

 —!Venganza!  —sus manos se escabulleron hasta mi vientre haciendome reír descontroladamente —. A mí no...

Dejé de sentir sus costillas. Bola de pelos estaba mordisqueando los brazos de Dakota, dándome la oportunidad de atacar. Me impulsé hacia ella empujándola por los hombros logrando que cayera ante mí. 

—No cante victoria antes de tiempo Señorita Wennslath.

Sonreí, al igual que ella, y en un rápido movimiento dejó un beso en mis labios. 

—Creo que me gusta perder —susurró liberándose de mis manos para tomar mi rostro.

Sus labios se movieron en un perfecto compás con los míos. Nuestros cuerpos, aún húmedos por haber estado dentro del río, encajaban como dos piezas de rompecabezas. Como si estuviesen hecho el uno para el otro.

Sus manos traviesas recorrieron mi espalda semi desnuda y mis manos, sedientas de ella, se aferraban a sus hombros y cuello para impedir que existiese alguna lejanía.

Desde lo ocurrido aquella madrugada algo entre ambas se había encendido. Una necesidad carnal, incluso más fuerte que nuestros sentimientos, que no estaba dispuesta a reprimir.

Mi espalda se arqueó al sentir el pasto frío pero su cuerpo sobre el mío borró esa sensación de inmediato.

Mi corazón se agitó, aún más, cuando sentí sus labios recorrer mi cuello. Nunca había estado así con Adrián, con nadie, y se sentía malditamente bien.

 —Ahora no Bola de pelos, Mamá está ocupada.

Reí al escuchar sus palabras. 

Abrí los ojos, sin dejar de sentir sus labios por mi piel, y pude ver a Bola de pelos con su pelaje mojado alzando sus patas hacia Dakota.

Nuestro lugar favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora