#Capitulo 10: Inicio

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Dakota

Esta noche sería la fiesta en casa de los  Grimfols y yo estaba vuelta un caos porque no sabía que haría con Bola de pelos. No podía llevarla conmigo porque corría el riesgo de que los Señores Lunsbork se dieran cuenta de ella pero tampoco podía dejarla sola en mi habitación porque podría ocasionar un desastre en mi ausencia. Me encontraba de manos atadas y a pesar de siempre haber sido buena pasar salirme con la mí, esta vez realmente me encontraba atrapada. 

No tenía un plan B.

—Piensa, Dakota...

Por un momento tuve la esperanza en mi mente de que podría lograr llevarla a la fiesta si la escondía en el auto pero sabía que eso sería arriesgarme demasiado. Y entre tanto pensar y pensar se me vino a la cabeza Rafael. Él, después de Abbie, era la persona con la que más hablaba y algo en mi interior me hacía creer que podía confiar en él. Era la única alternativa que en ese momento creía posible. Así que apenas pudiera ir a buscarlo, lo haría.

Esa misma tarde había llegado una mujer con más de veinte vestidos para poder elegir. La primera en probárselos fue la Señora Angela, luego Abbie y yo. Ninguna supo cual sería el que nos pondríamos  porque cada uno se lo había probado por separado pero moría de curiosidad por saber que vestido había escogido Abbie, aunque tendría que esperar hasta la noche para poder verla.

La verdad no me interesaba mucho que vestido usaría pero de todas formas terminé escogiendo un vestido largo de color azul que tenía un pequeño corte a la altura de la pierna dejándola expuesta, juntos con un escote delicado. Las fiesta nunca habían sido lo mío. Tener que aparentar interés en una conversación que ni siquiera escuchaba era demasiado aburrido. Prefería mil veces leer un buen libro o pasear por donde fuese pero hablar no era lo mío.

Salí de mi habitación en dirección a las escaleras y antes de bajar por completo me agaché para mirar entre los barrotes y así asegurarme de que nadie estuviera atento a donde iría. Miré hacia el comedor, en donde estaban Clementina y Amelia atendiendo a la costurera que había venido, y junto a ella había otra joven que al parecer era una de sus empleadas por la ropa con la que andaba. Terminé de bajar con sigilo las escaleras para apresurarme en salir por la puerta principal hacia el establo.

 Levanté mi vestido para correr más cómoda por el pasto. Apenas entré busqué con la mirada a Rafael, el cual estaba recostado en una pequeña silla de madera contra la pared de piedra justo a un lado de la entrada.

—Rafael —llamé deteniéndome frente a él.

—Hola, Señorita Dakota —se levantó de inmediato un tanto asustado. Se veía un poco cansado pero nunca dejaba de lado su sonrisa.

—¿Cómo estás? —le sonreí soltando mi vestido.

—Bien, ¿ y Usted?. No la había visto hoy.

—He estado un poco ocupada con todo esto de la fiesta, y justamente de eso quería hablarte.

—Por supuesto —asintió—. Dígame.

—Necesito pedirte un favor pero esto no lo puede saber nadie —le advertí.

—Por supuesto —susurró acercándose un poco más para poder escuchar con claridad.

—Necesito que esta noche te quedes con Bola de pelos.

—¿Con quién? —me miró como si estuviera completamente loca. 

—Con Bola de pelos —reí al ver su cara de confusión—Es una perrita que recogí en el pueblo.

—Ahh, un perro...

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