XIV. Alternative Universe

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—Su abuelo se sigue viendo igual de bien como la primera vez que nos vimos —Alex le explicó como por quinta vez.

Su nieto abrió los ojos con la curiosidad de un Hamilton y esperó a que su otro abuelo le confirmara lo que había escuchado.

—¿Específicamente el día en el que nos conocimos? —John chasqueó la lengua y negó— No, la verdad es que su abuelo parecía gato mojado. Sin ofender, Alex.

En su mano izquierda llevaba su bastón, mientras que a su derecha y entre él y Alex, la pequeña Freddie caminaba sujetándose del abrigo de John. En realidad, ella ya no era tan pequeña, aun así, le daba el gusto a su abuelo de estar sosteniéndolo siempre y cuando pudiera. Junto a Louis, ambos llevaban la caja con los equipamientos que necesitarían para pescar.

—Auch —golpeándose el pecho, Alex entrecerró los ojos.

El juego de esos dos era algo de lo que valía la pena ser espectador. Porque al final solo era eso, un tonto juego que amaban repetir las veces que necesitaran para demostrarle al mundo que a pesar de todos los años que llevaban juntos, ninguno se aburría del otro.

—Se hace el dolido, pero cuando mi padre lo llama así bien que salta de miedo.

—No es miedo. Es respeto, Jack. Hay una diferencia.

—Eso mismo dice mi papá cuando el Gamp viene a cenar —Freddie susurró como si no quisiera la cosa.

—¡Ja! Hamilton tenía que ser ese niño —Alex le guiñó un ojo a John—. Pero tiene toda la razón, Freds. Es respeto, no miedo.

—Sí, claro —John se acomodó la caña de pescar en el hombro.

De acuerdo a las indicaciones que Alex había obtenido, el camino para llegar a lago que había encontrado en medio del bosque de Fire Island no se extendía más que unos metros de dónde estaban. Por lo que en unos minutos más y al ritmo en el que iban estarían ahí en nada.

—Abuelo Jack —Louis lo llamó—, ¿sabes algo de los peces de Fire Island? Es para un reporte escolar del viaje.

Si bien los mellizos tenían una buena parte física de Philip y Theo, su cerebro la mayoría de veces era completamente una mezcla entre Alex y Aaron. Una unión físicamente explosiva, pero que en sus adecuadas dosis podía dar como resultado dos especímenes como sus nietos.

Y también eso significaban que iban a ser increíblemente curiosos.

—Eh... —de repente, todo lo que John había aprendido en la universidad sobre peces, ballenas y fauna marina se había quedado atorado en alguna parte de su cabeza— No. Porque a donde vamos es a un lugar nuevo. Yo no he estado ahí. Pero tu abuelo Alex, sí. Puedes preguntarle a él lo que quieras.

El niño frunció el ceño de la misma forma en que Philip lo hacía cuando o no creía en algo o estaba por enojarse. Según Alex, él hacía lo mismo, habiéndolo bautizado como el ceño fruncido Laurens.

—Jack dile algo al niño. No seas malo.

—No lo soy. Sino que yo también quiero saber a dónde nos llevas.

—Pues... —tomó un gran suspiro y comenzó a hablar— todo empezó porque había salido a correr ese día en la mañana.

Primera señal de alarma, Alex no corría en las mañanas.

—Okay...

—Y terminé dando una vuelta por donde no debía ir, entonces en lugar de regresarme, seguí avanzando y frente a mí había un lindo río con agua... —le estaba metiendo más dramatismo del necesario.

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