Se decía que, en los bailes de máscaras, quien lograba reconocer a la otra persona tenía el privilegio de ver su rostro sin la máscara, y aquello se volvía más un deseo cumplido cuando se bailaba con esa persona. Había una especie de magia y conexión silenciosa que cruzaba cualquier barrera de comunicación y permitía a estas dos almas encontrarse entre la multitud.
En medio de la pista de baile, John la había comenzado a sentir y gracias a la máscara, se permitió disfrutarla y no huir como muchas veces antes lo había hecho.
El toque de los dedos de su acompañante le daba la confianza de continuar bailando, de girar en sus brazos y embeberse en los ojos que no se apartaban los suyos. Debajo de la máscara, él era un hombre diferente, reprimido quizá, olvidable al paso de la gente, un poco temerario para el gusto del resto y mentiroso al declararse en busca de cortejo de alguna dama de alta sociedad.
Sin embargo, bajo la luz de los candelabros que adornaban el techo abovedado del salón y entre las decenas de parejas que bailaban en sus propias burbujas, por una noche, John podía considerarse personaje de fondo del drama de alguien más. Y aunque pasar desapercibido era su pasatiempo favorito, si de algo estaba seguro era de que su acompañante prefería ser el centro de atención.
—Me alegra haberlo encontrado —su voz le sonó a la de algún pajarito dulzón que estaba listo para guiarlo al bosque de la perdición.
—Tiene suerte que aún quedara espacio en mi tarjeta de bailes —le sonrió al hombre, su máscara verde hacía que sus ojos azules resaltaran del resto de su atuendo.
—Mmm... estoy seguro de que habría guardado espacio.
—¿Por qué tan confiado?
Levantó el brazo izquierdo y haciendo justicia del adjetivo con el que había sido calificado, John lo atrajo a sí luego de darle una vuelta, apenas tocando su mano.
—Porque estaba esperándome —se tuvo que inclinar unos centímetros para susurrarle al oído.
Los violines continuaron in crescendo, mientras que el piano de fondo les permitía adquirir el protagonismo de la velada. Sus pies tomaron el liderazgo y llevó al hombre al centro del salón, donde se permitió darse un bocado de las demás parejas.
—¿Le preocupa que nos reconozcan? —la voz del hombre lo siguió como un narrador de su aperitivo visual—. No hay de qué preocuparse, la mayoría me pagaría una buena suma de dinero por cerrar mi boca. Aunque creo que usted lo haría gratis, ¿me equivoco?
—¿Cerrar... cerrar su boca? —el rubor lentamente subió a sus mejillas, sus pies se entorpecieron los segundos suficientes para que su acompañante tomara el liderazgo de la pieza.
—Muy lento. Le daré un segundo intento en la próxima.
John cerró los ojos, de repente, se sintió liviano, tan libre como un pájaro que habría deseado quedarse en ese mismo momento de su vida con tal de vivir por completo en ese estado. Sin embargo, tan pronto como los instrumentos se detuvieron, él volvió a aquella cómoda jaula en la que se había instalado.
Un hombre con una máscara de cisne se acercó al centro del salón y levantó su copa en el aire. Detrás suyo, dos hombres con máscaras de cisnes negros se aproximaron a él, uno a cada lado colocó una mano en sus respectivos hombros. Antes de que John pudiera escuchar el discurso de agradecimiento del Barón, quien había organizado el evento, tomó la mano de su acompañante y le preguntó:
—¿Me acompaña al balcón?
Lejos de la multitud, aún con la máscara puesta y con una vista de la luna en su horizonte, John se aclaró la garganta y jugueteó con el clavel verde que se había colocado en su solapa.
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Fonogramas || Lams Month 2021
FanfictionSi los fotogramas pueden capturarse en imágenes, los fonogramas son para ser escuchados. Nueva entrega de pequeñas historias entre Alexander Hamilton y John Laurens, durante un mes completo dedicado para ellos y sus versiones tanto históricas como...