XIII. Sharing a bed

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Decir que habían bailado hasta quedarse sin zapatos, era la afirmación más real que se le podía ocurrir a John en aquel momento. Trastabillando con sus zapatos medios deshechos, abrió la habitación que les habían apartado para luego de la fiesta de la boda de Laff y Adrienne. Dos franceses, uno que había tenido mucha suerte para que su ahora esposa le dijera que sí al matrimonio, y ella que de alguna forma había aceptado a su amigo con todas sus debilidades de por medio.

De hecho, la boda ni siquiera había sido el evento principal, ya que el motivo por el que ambos estaban entrando en la misma habitación era que a John se le había ocurrido la magnífica idea de llevar al pelirrojo a esa boda y presentarlo como su esposo debido a que sus amigos esperaban que llevara uno. Y ese incluso era un asunto aún más complicado de explicar, por lo que no valía la pena gastar neuronas en ese.

Así que ahí estaban, riéndose de cualquier tontería que el otro había acabado de decir, porque, aunque al inicio no hubieran sabido cómo manejar la situación de su matrimonio falso —aunque no basado en una amistad de la misma índole—, la implícita confesión del Alex luego de haberse presentado con su madre como su esposo y de haberle llamado Jack, le había hecho evaluar al rubio la situación de su relación actual.

Y de lo que este temeroso paso podría afectar a su dinámica actual.

—Espera. Espera. Espera —Alex se le colgó del hombro, aún riendo—. La cosa... No tengo más zapatos... Ya sabes, para cuando...

—Solo hay una cama —pronunció con cuidado como si la frase fuera un fuerte vino del que su boca debía acostumbrarse.

—Y sí. Dijiste que éramos esposos. Cosa que no es verdad. Pero, pero, pero... técnicamente hemos vuelto a salir. ¿La fiesta de abajo puede considerarse una primera cita? —se había tenido que parar de puntillas para poder susurrarle a John en el oído.

Había algunos trucos que, sin importar el paso del tiempo, Alexander Hamilton continuaba teniendo bajo la manga.

—Nunca vas a cambiar, ¿o sí? —John le tomó la mano con la que Alex se estaba sosteniendo a su hombro.

—No mientras eso valga tu sonrisa, Jack. A ver... —sin acercarse a sus labios, y dejándole el fantasma de un beso fugaz, se apartó de la puerta y la cerró detrás suyo.

Con la mirada fija en la cama, Alex se quitó el saco y se comenzó a remangar la camisa blanca del traje completo. Y se acarició el mentón con sus dedos salpicados de pecas como si eso lo ayudara a pensar más rápido.

—Hay una sola cama.

—Repetirlo no hará que aparezca otra, Jack.

—No estás borracho, ¿cierto? —caminó hasta el colchón y mientras se quitaba los zapatos, observó a Alex levantar la mirada.

—No que yo sepa. ¿No dicen que los borrachos no mienten?

—Eres insoportable.

—¿Lo soy? —inquirió Alex encogiéndose de hombros con aires sarcásticos, solo para asentir— Sí. Lo soy.

—Está bien, ya que nadie quiere hablar del elefante en la habitación, lo voy a hacer yo.

—¿Me vas a invitar a dormir contigo? Porque si ese es el caso —Alex rápidamente se fue sacando su corbata púrpura—, mi respuesta es sí.

—Alexander.

—¿No? Okay. Entonces alguien tendrá que dormir en la bañera porque no voy a dormir ni en el clóset, ni en la alfombra.

—Siempre... siempre podemos pedir otra habitación... —de una sola caída, John se lanzó de espaldas a la cama y las sábanas blancas parecieron levantarse en el aire por una fracción de segundo.

—Pero claro —Alex comenzó a completar, caminando al extremo contrario de la cama para hablarle a la cabeza al revés de John—, eso levantaría sospechas. Muuuuchas sospechas sospechosas.

—¿Crees que puedes compartir cama conmigo sin involucrar nuestra química?

—Qué bien que aceptas que tenemos una química —arrugó la nariz.

—¡Lo digo porque salimos! Nos hemos besado y nos seguimos besando, pero no sé qué somos —John se sentó en la cama para confrontarlo— y no quiero que se asuman cosas que no son. Porque no... porque no quiero lastimarte. No de nuevo.

—John... Jack... —Alex buscó la mano de este entre las sábanas y la apretó suavemente.— Ha pasado mucho tiempo de eso, volvimos a hacer amigos, acepté tu propuesta para venir a conocer a tus amigos. ¿Qué de todo eso te hace pensar que quedamos en malos términos?

El silencio de John le permitió seguir hablando.

—Hoy... La fiesta fue increíble y volverte a besar... Dios, ojalá nunca hubiera dejado de hacerlo porque tus besos son una adicción, John Laurens. Y no sé por qué te andas comiendo la cabeza con las posibilidades del "y si...", cuando llevamos unos diez minutos en la misma cama sin querer lanzarnos sobre el otro.

—¿Y tienes idea del porqué de eso? —John susurró solo para los dos, los ojos violáceos de Alex parecían haberse encendido con las chispas de sus palabras.

Un pequeño fuego llamado hogar en medio de los dos.

Una mirada que contenía la misma cantidad de respuestas que de preguntas porque así era el hombre al que le estaba hablando, Alexander Hamilton era de naturaleza curiosa.

—Porque, así como tú nunca harías algo para lastimarme, yo tampoco lo haría. Y si no quieres que pase nada en esta habitación, mientras compartimos una misma cama, para mí será suficiente tenerte de compañía y después averiguar qué somos —le sonrió con calidez, como si esa misma noche Alex hubiera hablado con las estrellas para llegar a un acuerdo de que se presentaran dentro de esa habitación a esa hora.

—¿Y si soy yo el que cree que no podrá controlarse? ¿Y si simplemente comparto la misma opinión de tus besos? ¿Y si lo que quiero es que seamos más que solo amigos? —la cercanía de su rostro con el de Alex era embriagante— ¿Y si ahora soy yo el que quiere besarte?

—Entonces no te detendría, John Laurens.

En ocasiones, era válido decir que las palabras de Alex eran llaves maestras capaces de abrir mil puertas. Para suerte de ambos, esta era una de esas ocasiones en las que John daba el primer paso y sosteniéndole el rostro con la palma de su mano, se aseguró de dejarle claro que tanto las palabras de Alexander Hamilton como sus besos eran algo de lo que no estaba dispuesto a alejarse. En cuestión de minutos, la ropa pasó a segundo plano y no eran más que dos personas disfrutando de la otra y de lo que una nueva oportunidad tenía para ofrecerles.

Y esta vez, ninguno se iría sin aprovecharla al máximo.


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N/A ¿Y se acuerdan del Lams con el matrimonio falso? Pues acaban de tener una luna de miel no tan falsa (y no, no la iba a escribir, no me miren así). Pero bueno, esto de regresar a antiguos AUs se ha vuelto algo de lo que me puedo acostumbrar (y no sé, pues, ya me dijeron que como escribí dos smuts van a querer más, -_- sí que son) Por lo que no sé si habrá o no la posibilidad. Supongo que depende de cuánto quieran de verdad y si hay algún prompt que me de la oportunidad. Ahora sí, me voy a seguir haciendo deberes, Bar anda arreglando el capítulo de "Pasado Imperfecto" (el reincarnation AU) por lo que en una hora o algo debe de estar publicándose, so dense una vuelta por ahí.

Me retiro por hoy ;D

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