『It's not the moment yet』

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Horacio no se encuentra bien porque es su cumpleaños, pero llama a Ebaristo para hacer una fiesta en el Yellow Jack, la cual va a ser custodiada por los Sheriffs.

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Odiaba ese día porque le recordaba la soledad a la que se enfrentaba, por eso desde que despertó no quiso levantarse de su cama ni para desayunar. Se encontraba acostado boca abajo vestido solo con un bóxer negro viendo perdidamente hacia la ventana. No sabía cuánto tiempo había estado de esa forma. Solo reaccionó cuando escuchó el sonido irritante de su móvil, que le avisaba de la llegada de un nuevo mensaje. Volteó rápidamente hacia su buró en donde este reposaba, y ansioso revisó la notificación. Soltó un suspiro y volvió a acostarse con un brazo sobre sus ojos, al ver que el mensaje era de la recepcionista del FBI, la cual solicitaba su presencia en las instalaciones.

Cansado y sin ganas de nada, se levantó de su cama para arreglarse sin ningún ánimo. Tomó unas barras energéticas de su alacena para su desayuno y emprendió camino en su moto rumbo a la sede del FBI.

Cuando llegó se presentó ante la recepcionista, la cual al verlo le felicitó y le informó que había un paquete en su oficina, por lo que confuso se dirigió a esta. Grande fue su sorpresa al ver un balón de fútbol con un moño rojo envolviéndolo encima de su escritorio. Se acercó con curiosidad para tomarlo y revisarlo, encontrando una pequeña tarjeta en la cual se encontraba escrito:

"¡Muchas felicidades Director Pérez, le deseamos un feliz cumpleaños por parte de los "frikis" como nos dice usted, espero que disfrute mucho el regalo que elegimos todos con mucho cariño para usted! ¡Pásela muy bien y siga cumpliendo muchos más años!

-De corazón el Dpto. de Inteligencia."

El agente sonrió con tristeza mientras contenía las lágrimas que amenazaban con salir de sus hermosos ojos bicolores. Le retiró el moño al balón y caminó fuera de la sede con una gran sonrisa en su rostro. Cuando llegó fuera colocó el balón en el pavimento y comenzó a patearlo feliz. Algunos guardias que rondaban cerca del federal, se detenían un momento, y al apreciar a su superior feliz, decidían quedarse un momento y jugar junto a él.

Horacio se encontraba más feliz y animado que durante la mañana, por lo que, tomó su celular y envió un mensaje a quien consideraba amigo, avisándole que hoy era su cumpleaños. El otro no tardó mucho en enviar una felicitación e invitarlo a celebrar su cumpleaños juntos. El federal sonrió y aceptó, pidiéndole que le mandara su ubicación.

Habían decidido hacer una fiesta en el norte, en el Yellow Jack, invitando a las personas por un tweet. Al poco rato, la gente comenzó a llenar el local en donde solo se podían apreciar los murmullos y la música a todo volumen.

Los sheriffs avisaron a Collins, el superior al mando en ese momento, de que se estaba formando una gran fiesta en el Yellow con droga y alcohol, y que entre ellos se encontraba el federal. Collins para protegerlo de cualquier posible secuestro o algún posible tiroteo, decidió realizar un perímetro fuera del local, para tener un mejor control en caso de que algo como eso ocurriera.

Collins se adentró al lugar buscando al federal, con la intención de avisarle de que estarían a los alrededores por si ocurría algo. Lo encontró hablando con un sujeto, que identificaba como aquel que siempre andaba gritando "Por España" en la camioneta de colores llamativos.

—Horacio, pero ¿qué es eso de que en la fiesta habrá drogas gratis? ¿Sabes que se va a liar aquí no? —le preguntó el sheriff incrédulo de lo que pensaba hacer el federal.

—Ojalá—le contestó mientras sonreía.

—Bueno, vamos a quedarnos una patrulla por aquí en caso de que se requiera—soltó en un suspiro cansado—. Feliz cumpleaños, por cierto.

Pero el chico con cresta no lo escuchó, por lo que simplemente sonrió al verlo tan animado y se dio media vuelta para dejarlo disfrutar con sus nuevos amigos.

La fiesta había ocurrido sin ningún problema, solamente algunas peleas entre varias personas y algún apuñalado que encontraron en el baño y que nadie sabía quién había sido. Horacio, estuvo bailando toda la noche tomando alcohol, se estaba divirtiendo, porque quienes habían ido a su fiesta, habían sido amables y le habían hecho pequeños regalos, así como cantarle un feliz cumpleaños entre todos.

Sin embargo, el federal no era conocido por ser resistente al alcohol, por lo que a las horas ya se encontraba tumbado en una de las sillas del local, con la cabeza sobre la mesa. Al ser de madrugada, algunas personas ya se habían retirado, quedando muy pocas en el lugar y no en sus cinco sentidos. Los sheriffs decidieron que era momento de terminar con aquella fiesta, por lo que comenzaron a despachar a la gente.

Collins entró al local en busca del chico con cresta, y soltó un suspiro de alivio al verlo babeando la mesa en donde se encontraba dormido. Se acercó a él y lo cargó en su espalda.

—Joder macho, mira como quedaste—le dijo a pesar de que no lo escucharía mientras formaba una sonrisa.

—Mhm—le contestó con un gruñido mientras se removía.

—Drago, acércame un patrulla a la entrada, tengo al federal—ordenó por radio.

Caminó a la salida con el federal, salió y se acercó al patrulla, pero un coche deportivo negro llegó y se detuvo al lado del coche policial. De este bajó un sujeto alto y de piel blanca completamente de negro, por lo que los sheriffs se pusieron en alerta. El sujeto caminó hacia Collins mientras sacaba una placa y se la enseñaba.

—Viktor Volkov, agente del FBI, yo me haré cargo de él, Sheriff—le dijo escuetamente mientras señalaba al federal.

—De acuerdo—le contestó dudoso el sheriff.

—Si me hace el favor de meterlo del lado del copiloto—pidió el ruso.

—10-4

Y tal como se lo pidió aquel agente del FBI, dejó a Horacio en el asiento del copiloto, cerrando la puerta una vez terminado.

—Gracias por cuidarlo, Sheriff—le dijo mientras hacia un asentimiento con la cabeza y se daba vuelta para entrar a su coche.

—No hay de que—murmuró Collins cuando el coche negro ya había salido del aparcamiento.


Volkov aparcó en la casa del menor, se bajó y se dirigió al lado del copiloto abriendo la puerta, mostrando al chico completamente dormido, lo cargó en brazos y lo llevó a su dormitorio. En el trayecto Horacio, entre sueños, detectó el aroma del ruso, por lo que no dudo en llevar sus brazos y pasarlos por el cuello del otro, en un intento de acercarse más a ese olor.

El ruso suspiró ante las acciones inconscientes del menor, apretando más su agarre. Lo dejó sobre la amplia cama y le retiró sus zapatos, para después arroparlo. Se sobresaltó cuando sintió la mano del menor sobre su muñeca, lo que hizo que subiera su mirada al contrario para comprobar su estado. Sin embargo, solo se encontró con sus ojos cerrados.

—Joder Horacio, hay que cuidarse más—murmuró.

—Mhmm

Soltó una risa ante la contestación del menor, se iba a incorporar, pero la mano sujetó más fuerte su muñeca.

—No me dejes solo, Volkov—soltó el menor en un murmullo mientras entreabría sus ojos y una lágrima recorría su mejilla

Volkov suspiró con tristeza mientras llevaba su mano libre al rostro contrario, para retirarle la lágrima con delicadeza.

—Aun no es el momento de reencontrarnos Horacio—le dijo para después acariciar su mejilla.

El menor formó un puchero que le rompió el corazón al ruso, por lo que se acercó al rostro contrario, tomando su mejilla y dejándole un beso en la frente.

—Lo lamento —murmuró.

Después se soltó del agarre que aun tenía la mano del menor acariciándola en el proceso y se retiró del lugar, dejando al chico con lágrimas en sus ojos, los cuales pesaban del cansancio y que provocaron que cayera en un sueño profundo y que dejara ese momento como algo creado por su imaginación.

Fin.

〖 ONE-SHOTS 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora