『Спаси меня』

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La solución que había encontrado para ver a su hermano pequeño de nuevo.

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Acarició la superficie fría con su pulgar derecho y con la mente en blanco. Sus ojos se encontraban fijos en la pequeña isla a varios kilómetros frente a él, mientras que el sonido de las olas rompiéndose entre sí, y con la madera que sostenía aquel muelle, lo arrullaba.

Había pasado toda la noche despierto, sin ser capaz de cerrar sus ojos por las pesadillas y recuerdos que le atormentaban aún despierto. Su cuerpo tembló ligeramente, por la brisa marina que se coló por su camiseta amarilla, arrepintiéndose de haber dejado su chaqueta azul característica en el coche aparcado detrás de él. Negó con su cabeza suavemente, con una sonrisa cansada en su rostro, pues igual no llegaría a enfermarse.

Bajó su mirada, sintiendo su pecho encogerse y sus ojos arder al ver aquel artefacto entre sus manos, sin embargó, ninguna lagrima salió de sus ojos, pues había llorado tanto, que ya no podía. Levantó la mano que cargaba el objeto y lentamente lo giró, hasta dejar la punta fría en su sien, jugando con el gatillo con su dedo, pero un sollozo abandonó sus labios y la alejó asustado, dejándola sobre la madera sucia y húmeda, mientras enterraba su rostro entre sus manos, llorando y gritando, sintiendo su pecho y garganta desgarrarse del dolor.

Hace apenas una semana había terminado con la cruel historia que no le había dejado dormir y de la cual se culpaba a él mismo, aquella en donde su hermano pequeño se había sumergido a un sueño del que no podía despertar, pues ni siquiera sabía dónde encontrar su cuerpo.

Toni Gambino.

Aquel hombre que logró encontrar gracias a la tortura psicológica a la que sometió a su hermano, Carlo. Fue sencillo dar con él, pues su debilidad era su hermano. Solo bastaron unas cuantas fotografías enviadas a la ciudad en donde obtuvo un chivatazo de que este se encontraba ahí, haciendo sus movimientos.

Días después, fue visto en Los Santos, y su libertad tuvo fin.

Una redada llevada a cabo por el FBI y CNI logró capturarlo, apenas había bajado de un helicóptero en Paleto. El federal de aquella isla se encargó personalmente de ese hombre rubio, reteniéndolo por semanas en una pequeña celda, torturándolo y jugando con su mente. El hombre italiano, al no ser muy reconocido por mantenerse callado, habló.

Gustabo García yacía en el fondo del mar, en Marbella y Toni Gambino desapareció de la base de datos de la policía.

Kovacs intentó ayudarle, buscando la manera de contactarse con la policía de Marbella, pues el federal no estaba en disposición de hacerlo, encontrándose en un estado de shock escondido en su gran mansión, ahogado en alcohol. Marbella, en cambio, se encargó de buscar por días el cuerpo del federal rubio, sin lograr absolutamente nada, pues el mar era un mundo entero.

El moreno, al que antiguamente se le conocía por ser alguien lleno de luz, se encontraba frente a su televisor con la mirada perdida, vistiendo solamente sus calzoncillos, dejando que el clima frío entumeciera su cuerpo. El reproductor de videos en el televisor tenía horas mostrando la pantalla de selección, dejando ver en ellas, diferentes gatos en distintas situaciones.

Ebaristo se acercaba a su casa todos los días, llegando a ver incluso, a otros agentes de la policía, siendo al que más miraba a Kovacs, el jefe de la policía. Todos llamaban a la puerta, esperando por el dueño, pero al pasar los minutos y ver que este no salía, dejaban las bandejas de comida y bebidas en el suelo, acompañados de una tarjeta, en donde probablemente se encontraban palabras de aliento. Pero cuando él llegaba, aquella caliente comida se encontraba en estado de putrefacción o llena de insectos hambrientos.

〖 ONE-SHOTS 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora