『Short VIII』

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El último movimiento provocó temblores en su cuerpo, así como escalofríos agradables recorriendo el mismo, dejando salir por sus labios húmedos pequeños murmullos ahogados por la piel tersa y nívea de su acompañante, aferrándose con su mano derecha a sus hebras grisáceas y enrollando sus hombros con su brazo izquierdo. La sensación poco a poco abandonaba su cuerpo, relajándolo instantáneamente, percatándose de que su acompañante pasaba por lo mismo, al sentir el agarre de sus dedos enterrados en su cadera, disminuir conforme pasaban los segundos.

Aflojó su propio agarre, aprovechando su posición para depositar pequeños besos en la piel expuesta para él, comenzando un recorrido hacia arriba pausadamente, sin ningún apuro en terminar aquello, alargando lo que más podía ese momento que guardaría, lo más seguro, en su corazón.

Los dedos en su cadera pasaron a recorrer la misma hasta abrazarla, sintiendo como los mismos dedos, que probablemente habían dejado marcas en su piel, acariciaban con tranquilidad la misma zona.

Sin poder esperarse un momento más, se alejó apenas unos centímetros, buscando con emoción los ojos contrarios, encontrándolos al instante, con el mismo brillo, o tal vez más, que sus propios ojos tenían a la vista del contrario.

Inclinó su rostro ligeramente hacia la derecha, acortando la casi nula distancia que había entre ellos, dejando una suave caricia en los labios del contrario, antes de que apresaran aún más su cadera, y una mano se posara en su mejilla para evitar que se alejara, sonrió feliz, sintiendo como su sonrisa era contagiada.

Apenas se separó un poco para apreciar al contrario, su sonrisa se ensanchó al notar la tonalidad rojiza y adorable en las mejillas caracterizadas por ser pálidas. Depositó un último beso casto en los labios de su acompañante, antes de estirarse un poco hacia el pequeño mueble al lado de la cama matrimonial, con la intención de tomar unos cuantos pañuelos. El de pelo grisáceo, al percatarse de lo que planeaba hacer, no dudó en moverse ligeramente, y alzar un poco al chico sentado a horcajadas sobre él, finalizando aquella unión de sus cuerpos, y sonriendo al escuchar el jadeo del chico, que detuvo sus movimientos ante aquello.

Llevó su mano derecha, hacia aquel lugar donde habían estado unidos los últimos minutos, tomando entre sus dedos, el látex húmedo, retirándolo con cuidado al sentirse sensible en aquella zona de su cuerpo. Realizó un pequeño nudo al látex, a espaldas del chico moreno, para luego depositarlo en el bote gris colocado al lado de la cama. Alzó su mirada, encontrándose con los orbes bicolores mirándole con vergüenza.

—Te ensucié la camisa.

Dirigió su mirada hacia la zona afectada, encontrando, tal y como su chico le dijo, pequeñas hileras de manchas blancas en su camisa azul.

—La tuya también se ha manchado—señaló apenas se dió cuenta que tras las manos morenas, con los pañuelos ocultos entre sus dedos, la camisa, que a pesar de que el chico de crestas portaba, identificaba como la camisa que usó ayer y dejó en el suelo de la habitación antes de tomar una ducha, se encontraba ligeramente húmeda.

—Bueno, pero... No soy yo quien irá a trabajar—murmuró comenzando a limpiar un poco el abdomen pálido expuesto con los pañuelos, quitando poco a poco su propia esencia derramada por el acto realizado minutos atrás.

—Está... Está bien, Horacio, puedo... utilizar otra—intentó convencer al chico, tomando sus muñecas con cuidado, para apartarlo de su tarea, y con ello, retirándole los pañuelos para ser él mismo quien limpiara al chico de crestas, levantando su camisa con una mano, para facilitar la limpieza.

Con un suspiro derrotado, el chico moreno se dejó cuidar por su pareja, mirándolo con amor mientras le limpiaba pacientemente. Una vez le vio depositar los pañuelos sucios en el bote de basura, llevó sus manos a las mejillas contrarias, para depositar un pequeño beso en sus labios, con tal de transmitirle sus sentimientos, sintiéndose afortunado y feliz de que fuera correspondido al momento, con la misma intensidad, separándose solamente por la falta de oxígeno. Le dedicó una sonrisa, decorada con sus mejillas sonrojadas, antes de levantarse un poco y dejarse caer a la izquierda, soltando un suspiro cuando sintió alivio en sus piernas y la suavidad de las sábanas acariciando su rostro.

—Joder...—exhaló ladeando su rostro para ver a su pareja, aún sentado y recargado en el cabecero de la cama—, un mañanero nunca viene mal ¿eh?

Le escuchó soltar una risa, negando con la cabeza apenado, antes de inclinarse hacia él y depositar un beso en su frente, dejando unos segundos sus labios posados en la zona, para después alejarse un poco y apartar con su mano algunos mechones pegados en la frente de su amado con mucho cuidado. Y tras una última mirada a su chico, se levantó de la cama, ahora hecha un desastre, encaminándose hacia el baño, y tomando por el camino la ropa tirada por el piso, sintiéndose inmensamente feliz.

—¡Tu jefe te va a castigar si llegas tarde, eh!—le escuchó gritar apenas ingresó al baño, provocando que una sonrisa apareciera en su rostro.

—¡Aceptaré cualquier castigo que se me imponga!—le contestó, aún sin borrar su sonrisa, y ampliándola aún más, si era posible, al imaginarse el rostro del moreno al otro lado de la habitación. El cual, escondía su rostro con sus manos, rodando su cuerpo por la amplia cama, para mantener la calma. Apartó sus manos lentamente, cuando escuchó el agua caer en el baño, dejando ver su rostro completamente rojo.

—Y-Ya... Ya dijiste.

〖 ONE-SHOTS 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora