El primer mensaje llegó un sábado por la noche, y Blake solamente pudo sudar en frío mientras tomaba con sus manos temblorosas el aparato que brillaba en la oscuridad del aquel garaje.
"Horacio... creo que es necesario que hablemos, si es posible en persona"
Estaba jodido.
Muy jodido.
Volkov se iba a percatar de que en realidad Horacio había sido capturado por el FBI hace días, y la última persona con la que se vio al de cresta había sido a él. Fácilmente todas las personas del operativo contra Merryweahter podían confirmar que Horacio se había retirado de la zona con él. Pasó saliva dificultosamente, sintiendo la primera gota de sudor atravesar su frente hasta perderse en su mandíbula tensa. El único sonido dentro de aquel garaje era el de su propio corazón bombeando sangre rápidamente.
Se removió un poco sobre aquel sofá, buscando entre sus bolsillos traseros su propio móvil, para luego encenderlo y encandilarse un poco por la intensidad del brillo de la pantalla, y buscar entre sus escasos contactos aquel que podría ayudarle en esa situación.
Un timbre.
Dos timbres.
Tres timbres.
Se colocó de pie, comenzando a caminar entre las cajas vacías que había dentro de aquella zona, sobresaltándose al ver algo más moverse entre las mismas. Nervioso y desesperado, despegó el aparato de su oreja, fijándose que el número que marcó era el correcto, y así era, pero la contestadora ya se dejaba escuchar en el silencio de la noche.
¿Qué hacía Volkov, mandándole un mensaje a Horacio, un sábado por la madrugada, macho?, se preguntaba sin hallar respuesta, y más cuando este no le había mandado ningún mensaje en los días que llevaba desaparecido.
— ¡Joder!
Phillips no contestaba a su teléfono, no contestaba a pesar de haber marcado ya cuatro veces en menos de diez minutos. Y no lo haría, pero Blake no sabía que aquel número de teléfono ahora pertenecía a una señora que casi llegaba a los 80 años, y a esas horas de la madrugada, bajo los efectos de las medicinas que el doctor le recetaba en cada visita mensual al hospital, no escucharía nunca el sonido estridente de su teléfono.
Se alarmó cuando nuevamente el aparato en su bolsillo vibró, por lo que rápidamente lo sacó del mismo, dispuesto a ver el nuevo mensaje antes de que la pantalla se bloqueara.
"Lamento la hora, joder... no me había percatado de ella, yo solo... solo quería saber si te encontrabas bien, después de lo de hace días"
Y Blake, suspiró dejándose caer nuevamente en el sofá, moviendo su pierna derecha nerviosamente sobre el suelo, pensando como contestarle a Volkov sin siquiera saberse la contraseña que Horacio utilizaba para desbloquear su móvil fácilmente.
❀
Sus piernas le dolían, incluso sentía que le ardían, sumado al dolor punzante y constante en su gemelo izquierdo, que no hacía más que provocarle hasta arcadas de dolor. Recargó su frente entre las barras de fierro, oliendo el característico olor a metal oxidado que se colaba por su nariz, al estar a escasos centímetros. Sus manos se aferraban a las mismas barras, usando la poca fuerza que le quedaban en ellas para apoyar todo su peso ahí, y no en sus magulladas piernas. El espacio era reducido, por lo que sentarse no era opción. El aire frío lo dejó de sentir tras un par de horas en aquel lugar, relacionándolo con que probablemente era que se había acostumbrado al clima, cuando la realidad era que la fiebre que no sentía era quien le estaba ayudando en esa situación. Fiebre provocada por el mal cuidado en su herida.
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〖 ONE-SHOTS 〗- VOLKACIO
Random~Recopilación pequeña de las historias que se me ocurren mientras duermo.