『Short IX』

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El ruido metálico de las llaves chocando entre sí y contra el mueble de madera resonó por todo el lugar, captando inmediatamente la atención del chico moreno, que había estado ensimismado en su móvil, en aquella famosa aplicación de videos. Sus ojos bicolores enfocaron la silueta de aquel alto ruso, cargando en su mano izquierda una bolsa blanca, y en su brazo derecho, su típica chaqueta de cuero. Apenas lo miró, posó su celular en la barra de madera, llevando sus manos debajo de su barbilla para mostrarle una sonrisa tierna al recién llegado, que este a su vez, una vez hizo contacto visual con el chico de crestas, fue contagiado por su sonrisa.

-¿Que has traído?-preguntó dirigiendo por unos segundos su mirada a la bolsa blanca, mientras Volkov colocaba su chaqueta en el perchero.

-He pasado... Cuando he salido de servicio-explicó, a pesar de que Horacio sabía que estaría trabajando-, por unas hamburguesas para cenar, si quieres, claro.

-Hombre...-sonrió, enderezándose sobre el banco-, por supuesto que sí.

-Te he pedido una de pollo, pero... Si no es de tu agrado, te la puedo cambiar por la mía, no tengo ningún inconveniente-comentó mientras colocaba la bolsa sobre la mesa.

-¿De qué es la tuya?-preguntó distraído, revisando el contenido de la bolsa.

-Me pedí una de tocino con BBQ-contestó retirando del interior de la bolsa los dos paquetes con las hamburguesas, entregándole al moreno la que le correspondía y tomando la suya, abriéndola al momento para revisar que todo estuviera en orden, para luego alzar su mirada hasta su chico, esperando por su reacción cuando este abrió la pequeña caja con la hamburguesa dentro, la cual miró por unos segundos, con un gesto que no logró identificar, antes de mirar la hamburguesa de tocino-. ¿Quieres probarla?

Ante la pregunta, Horacio buscó con temor y vergüenza los ojos contrarios, esperando por alguna señal que le dijera que estuviera mintiendo. Pero no logró encontrar más que la mirada brillante de su acompañante-¿Puedo?

El subdirector sonrió enternecido, asintiendo al mismo tiempo que empujaba la caja con su hamburguesa por la mesa hasta el chico moreno, el cual sonreía emocionado al ver la misma.

Al final, Volkov había terminado cenando la hamburguesa de pollo, incapaz de quitarle su hamburguesa a Horacio, que después de la primera mordida había quedado encantado. El moreno había intentado regresarle su hamburguesa, pero solo consiguió que Volkov probara un solo bocado. Ahora ambos permanecían en sus mismos lugares, uno junto al otro en aquella gran isla, platicando sobre cualquier tema que se presentara, hasta que Horacio se decidió por mostrarle aquellos videos que le hicieron reír por la tarde, explicándole un poco el contexto del mismo video, sin darse cuenta de que Volkov solamente sonreía cuando le miraba feliz, cada que le enseñaba los vídeos.

Llegaron a un punto dónde, el alto ruso había logrado entrelazar sus manos sobre la mesa, acariciando con su pulgar la piel a su alcance, sin apartar su mirada del rostro contrario, sonriendo embobado.

-Naaaah... De locos con est-... ¿No le estás poniendo ate-...?-intentó preguntar al momento de girar su rostro hacia Volkov, al ver que no estaba mirando su móvil, pero la pregunta quedó en el aire, callándose cuando la distancia entre sus rostros era cada vez menor-Eh... Ya es muy tarde ¿No?-se levantó de su lugar, cortando la unión de sus manos, acomodándose rápidamente la playera sin mangas y bajando un poco el pantalón corto que utilizaba de pijama, sintiéndose de repente apenado.

-Tienes razón...-suspiró, también levantándose de su sitio-, mañana es Lunes laboral...-comentó mientras tomaba los paquetes ahora vacíos y los guardaba dentro de la misma bolsa blanca-, hay que dormir y descansar bien.

El chico de cresta permanecía inmóvil de pie al lado de la mesa, sin dirigir su mirada a su acompañante, por lo que el toque suave en su mano izquierda le tomó por sorpresa, logrando un respingo en su cuerpo. Alzó su mirada bicolor, encontrándose con la mirada tranquila de Volkov y una sonrisa enternecida.

Con sus manos, nuevamente unidas, Volkov los encaminó hasta la habitación, sin prisas, disfrutando la sensación de calidez en su pecho al sentir la mano temblorosa apretada a su propia mano, y los pasos tímidos a sus espaldas. Apenas cruzaron la puerta, el moreno se soltó del agarre, corriendo hacia la cama y tirándose sobre ella para ocultarse entre las sábanas, dejando solo sus ojos a la vista de su pareja. Volkov sonrió, cerrando la puerta detrás de sí, con calma, sin apartar la vista de su chico, después apagó las luces más fuertes, dejando encendidas las menos intensas, porque sabía que Horacio siempre dormía con sus luces rojas en la mansión, probablemente por las pesadillas que sufría, antes de encaminarse él también hacia la cama, poniendo más nervioso al chico entre las sábanas. Pero solamente tomó entre sus manos la muda de ropa que yacía en su lado, para luego dirigirse al baño, en dónde tardó apenas unos minutos, saliendo está vez con su ropa para dormir puesta. Horacio se había mantenido quieto en su posición, esperando por el contrario. Sin embargo, al contrario de los pensamientos del menor, el alto ruso al acostarse en la cama simplemente se inclinó hacia el chico, depositando un beso en su frente, soltando una pequeña risa al verlo tan nervioso y rojo, y murmurándole bajito-Buenas noches, Horacio.

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-¿Eso es... Eso es todo?

-¿Mhmm?-abrió sus ojos, encontrándose al bicolor mirándole incrédulo, apoyándose sobre un codo ligeramente levantado.

-¿No vas a... ? Ya sabes a... ¿A eso...?

-¿A qué te refieres?

-Pues, ¿A qué si no me vas a f-...? Olvídalo-murmuró sintiéndose avergonzado de sus pensamientos, girando su cuerpo de tal manera que Volkov quedaba a sus espaldas-Buenas noches.

Un segundo. Tomó aire para luego exhalarlo profundamente.

Dos segundos. El colchón detrás de él comenzaba a moverse.

Tres segundos. Un brazo se colaba por las sábanas, enrollando su cintura fuertemente.

Cuatro segundos. Unos labios fríos y ligeramente húmedos se posaban en su nuca, provocando un escalofrío recorriendo su cuerpo.

Cinco segundos. La calidez del cuerpo contrario se hace presencia a sus espaldas, rodeándolo y arrullándolo.

-Buenas noches, cariño.

〖 ONE-SHOTS 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora