— 7... 6... 5...
Parpadeó un par de veces enfocando su mirada en aquellos sujetos que le miraban fríamente y con superioridad. Su subconsciente le gritaba fuertemente que huyera, que corriera lo más lejos de esos hombres, el problema era que su cuerpo no respondía a lo que su cerebro pedía desesperadamente. No fue hasta que el conteo de aquel hombre moreno le atrajo nuevamente a la realidad, que le obligó a dar un par de pasos hacia atrás antes de girarse y correr lo más rápido que sus piernas cansadas le permitían. La luz de la luna iluminando las calles desiertas le permitían ver sus pasos para no caer y darle la total libertad a aquellos sujetos de retenerlo, pero no todo dependía de él.
El fuerte dolor en su gemelo izquierdo provocó que cayera pesadamente al frío pavimento, entre quejidos de dolor. La bala no había salido de su pierna, provocando que cualquier ligero movimiento terminara directamente en su herida, aumentando su dolor y dejando que la sangre abandonara su cuerpo. Aun así, su orgullo no le dejaría que aquellos hombres que caminaban con toda la paciencia hacia él, le miraran agonizar, manteniendo su miraba bicolor fija en los ojos de aquel hombre que se hacía llamar, Abraham Phillips.
— Llévenselo — una sola palabra, bastó para que los sujetos a su lado, le tomaran bruscamente de los brazos, obligándolo a colocarse de pie, ignorando su reciente herida, que seguía brotando sangre.
Entre quejidos se dejó arrastrar por los dos sujetos hasta la camioneta que se detenía frente a ellos por la calle vacía, viendo como de ella bajaba una mujer alta y de pelo corto, que le miraba triunfante y con una sonrisa en su rostro. Más allá de esto, tras una valla, y sin ser perceptible para el chico de crestas, se encontraba su fiel amigo, aquel a quien le depositó su confianza, mirando sin mover un solo músculo, como los agentes federales introducían a su antiguo jefe y amigo a la camioneta, para después abandonar la zona, y dejando a su vista a Phillips que con una sonrisa y un asentimiento de cabeza le agradecía en silencio.
Michael Hope, Horacio Pérez, antiguo director del FBI, fugitivo, había sido capturado y sería juzgado.
❀
El ambiente frío comenzaba a afectarle, provocando que por momentos su piel se estremeciera. Estaba asustado, y más porque desde que la camioneta arrancó para alejarse de las cercanías de la playa de Los Santos, le habían colocado una bolsa negra en su cabeza, privándole de su vista. Sintió que habían viajado muchas horas en coche, antes de bajarle del mismo e introducirlo a lo que parecía ser un helicóptero por el fuerte sonido de sus hélices, y volar por varias horas más. Después le obligaron a bajarse y lo encaminaron sin cuidado alguno hacia algún lugar en el que podía oler la brisa marina, dándole a entender que se encontraba muy cerca del mar y la arena. Para finalmente, dejarlo en lo que parecía ser una celda, en la cual le tratarían la herida en su pierna y en donde le dejarían sin ver absolutamente nada, esposado a algún objeto que le impedía moverse, por lo que sintió un par de días.
Su desesperación incrementaba conforme pasaban los segundos, sintiendo como el aire que atravesaba la bolsa se reducía. Había intentado de todo, desde gritar, pedir ayuda, intentar quitarse las esposas, y fracasar en el momento en el que aparte del dolor sentía un líquido resbalándose por su piel, hasta quedarse inmóvil en su sitio, esperando por que el destino no fuera tan cruel con él, y alguien se diera cuenta de su ausencia y viniera a rescatarlo.
Error.
Su amigo se había encargado que, en estos días, tanto su hermana, que preocupada le llamaba al teléfono todos los días, y su padre, que, a pesar de no tener una buena relación, también le llamaba al móvil, se creyeran que el chico de crestas no se encontraba muy bien después del asalto a Merryweather, y como sabían que Blake era leal a su antiguo jefe, no dudaron de sus palabras, y ahora solo se comunicaban con él, para saber de la situación de su hermano e hijo, respectivamente.
Por otro lado, Blake temía por el de nacionalidad rusa, porque a pesar de que los mensajes eran casi escasos, sabía que, si le comentaba algo con respecto a la salud de Horacio, su antiguo compañero, y al que llegó a considerar como un padre, no dudaría en dejar de lado su infiltración, aunque la pusiera en riesgo, para ir hacia donde el de cresta se encontraba, y ver con sus propios ojos que se encontraba bien. La buena noticia para Blake es que hasta el momento Volkov no había mandado un solo mensaje a Horacio, por lo que aún tenía horas o probablemente días para pensar que decirle sobre su desaparición, que esperaba que no tardara mucho, porque Phillips le había prometido que una vez Horacio Pérez estuviera bajo la custodia del buró federal, Jota, sería liberado y le iban a dar dos boletos de avión para que huyeran de aquella isla, antes de que la antigua directora, se diera cuenta de que le mintió con respecto a la situación de su hermano, y le pegara un tiro fríamente.
Lo que Blake no sabía, era que Phillips no sabía dónde estaba Jota, y lo último que le importaba era cumplirle aquello a Blake, esperando por agradecerle a Maia cuando se deshiciera de él, haciendo el trabajo sucio por él.
La puerta chillando le sacó de sus pensamientos, alzando su cabeza a pesar de no ver absolutamente nada, y ladeándola hacia donde aquellos tacones golpeando el suelo se escuchaban.
— ¿Qué... — comenzó pasando saliva por su garganta, al sentirla completamente seca — ¿Qué es lo que quieren de mí?
La suave risa de una mujer se dejó escuchar en aquel cuarto muy cerca de su oído derecho, estremeciendo al chico esposado — ¿Qué es lo que tú crees?
— Hombre... pues invitarme a cenar no... no lo creo... la verdad — bromeó un poco, buscando eliminar el miedo que crecía dentro de él.
— La verdad es que no.
Escuchó otros pasos más pesados caminar frente a él, como rodeando algo, una mesa tal vez, provocando que su pobre y enfermo corazón bombeara sangre más rápido que lo común, y más al sentir como alguien le tomaba de sus muñecas y le inmovilizaba las misma, para después escuchar el típico sonido metálico, que le afirmaba que le estaban desesposando. Inocentemente creyó que por fin todo acabaría, que había sido un malentendido, o que por cosas del más allá, el FBI se había evangelizado. Pero no fue así. Apenas escuchó la llave ingresar en sus esposas y aflorarlas, bastó un simple movimiento para que nuevamente escuchara el "Click" característico de que las esposas habían sido cerradas, y apretadas a sus muñecas magulladas y tintadas de su propia sangre ahora seca.
Antes de formular una sola pregunta, tiraron bruscamente de su brazo, obligándolo a levantarse de aquella dura silla en la que pasó un par de días, y después encaminarlo hacia afuera del edificio en el que estaba oculto, sintiendo la fría brisa acariciar su piel descubierta, y a pesar de que el clima gélido no hacía más que provocar temblores en su cuerpo, le agradecía mentalmente porque con ello, no sentía el dolor en su pierna. Nuevamente el sonido de las hélices cortando el aire llegó a sus oídos, haciéndole saber que volaría por un par de horas más, hacia algún lugar desconocido, o no.
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〖 ONE-SHOTS 〗- VOLKACIO
Random~Recopilación pequeña de las historias que se me ocurren mientras duermo.