CAPITULO 9

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Carla no podía dormir en toda la noche sabiendo que Samuel esta allí, no quería que sus padres regresan y lo descubren, así solamente se hubiera armado algún escándalo.

-Samuel, toma esto...

Le da un vaso de agua y pastilla para cabeza.

-No necesito eso.

-Escucha...

Carla sienta a su lado, le mira preocupada.

-Tienes que entender que si quieres destruir tu vida no cuentas conmigo, yo no pienso seguir mirando como haces lo que hiciste anoche. Fue mal verte así, estaban muy tomado y además te atreviste manejar el moto en ese estado, yo no quiero que este bebe crezca sin padre.

-Tampoco es para tanto, me echaron de casa, estoy bajo mucho estrés.

Carla le toma por la mano.

-Lo siento mucho, pero vas a tener que cambiar.

-Yo pienso lo mismo.

-Bien, al menos nos ponemos de acuerdo en algo, ¿no?

-Pero no puedo hacerlo solo – dijo al mirarla en los ojos

Le ve como se acerca con cuidado hacia ella, parecía otro, era más cariñoso y cuidadoso.

Justamente cuando está a punto de besarla, Carla se levanta.

-Tienes que irte de aquí antes de mi papa te vea.

-Joder, lo sé, pero no sé donde irme.

-¿No puedes pedirle perdón a tu padre?

-Que va, no quiero volver a esa casa...

El también se levanta acercándose a ella, su cercanía le hico sentirse bien, por alguna razón.

-El no puede seguir controlándome la vida, ya no... no puedo más, estoy al borde de tomar mis cosas y largarme de este país.

-¿Tan mal te hace sentir?

-Si, peor que eso...

-Igual yo tengo una idea, sé que es locura, pero... mis padres tienen un ático en centro de Madrid, de hecho es mío, me compraron hace unos meses y si quieres puedes irte allá.

-¿Cómo? ¿Enserio me estás diciendo que serás capaz de dejarme vivir allí?

-Eres padre de mi hijo, es la única manera de saber que no vayas a cometer alguna locura, anoche no pude dormir, tantas cosas pasaron por mi cabeza.

-¿Tanto te preocupas por mi?

-Ya te dije, eres padre de mi bebe, no quiero que nada malo te pase.

-No puedo creer lo que estás haciendo por mí, esto es... no sé qué decirte.

-No digas nada, solamente no montas ningunas fiestas por allí, que no puedo ocuparme de esas cosas.

Samuel sonríe, fascinado.

-Eres mi ángel de guardia, Carla.

-No exageres.

Samuel le abraza de un golpe, sintiendo como cuerpo de Carla reacciona de inmediato, también abrazándolo.

-Gracias – susurra

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