Capítulo 19 | Alexia

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FRANCESCA

Francesca se sentía cansada, inquieta, perdida. Lo que presenció en el Hysteria aquella noche, en esa pista de baile, rompió por completo con todos los planes que tenía ideados desde hacía diecisiete años. Grace era la Nalla de Connor Blackwood. Francesca no encontraba otra explicación a la locura salvaje de esos ojos, territoriales. Y no podía aceptar que después de todo lo que había hecho, su venganza contra La Glimera se destruiría por una macabra jugada del destino.

Cuando Emmet Stirling la sacó a rastras del Hysteria, ella perdió totalmente el control. Tenía ciertas lagunas. Recordaba una pelea con algunos seres sanguinarios, que ella misma inició en un intento de dar rienda suelta a esa rabia. Recordaba haber ido de uno en uno por los peores antros de Chicago, bebiendo y tomando drogas. Recordaba el sexo con un joven lobo, aprisionada contra los asientos traseros de un coche. Después de todo ello, y solo cuando logró que aquella violenta sensación de su naturaleza se colmase, pudo empezar a pensar.

En ese instante, con una inquietante calma, Francesca se encontraba en uno de los peores tugurios de Englewood, el barrio dominado por los demonios en Chicago y una de las zonas más peligrosas de la ciudad. Bebía con desgana de una botella de vodka, sentada en la mesa de la esquina más apartada. A ese local sombrío y andrajoso, situado en un semisótano, solo iban seres que no querían ser encontrados.

A Francesca le daba igual que la encontraran o no, pero sí esperaba a alguien que no quería ser visto.

Alexia entró por la puerta en ese momento. Vestida completamente de negro. Elegante. Impoluta. El pelo liso y oscuro le caía hasta la cintura y sus ojos, claros, se habituaron rápidamente a la luz del local mientras la encontraba con la mirada. Hacía muchos años que no la veía y había tenido que rogarla, casi suplicarla, para que aceptase a reunirse con ella.

—Francesca —Alexia llegó a su lado, dejó el abrigo y el bolso junto a una de las sillas y se sentó frente a ella.

—Alexia —contestó, apoyándose en el respaldo del asiento. Se sintió extrañamente sucia. Deseó haberse duchado y cambiado para ese encuentro—. Pide lo que quieras.

—No tengo mucho tiempo —atajó, apoyando ambas manos sobre la mesa, entrelazándolas. Francesca se fijó en sus uñas, tenía hecha la manicura. Llevaba un anillo de oro blanco con un rubí incrustado en el centro.

—Es por Grace... —comenzó, mirándole ahora a los ojos, aunque Alexia ya lo sabía. Ese era el único asunto que jamás llevaría hasta Callum. Se sentía increíblemente cansada, prácticamente ida después de todo el alcohol, las drogas y las peleas de esa noche.

Alexia apartó la mirada cuando escuchó el nombre de Grace y la posó unos instantes sobre una de las paredes raídas del bar. Francesca aprovechó ese breve momento para observarla, sintiéndose ligeramente nerviosa. La recordaba distinta, más humana... menos fría. Intentó discernir sus emociones, pero apenas fue capaz de encontrar un latido.

—Sé que te follaste a Callum ayer por la mañana —dijo de pronto Alexia, mirándola de nuevo a los ojos.

—Sé que lo sabes —dijo Frannie despacio. No solo se habían cruzado cuando ella salió de su edificio, Alexia era una licántropa de pura raza. Daba igual las duchas que pudo haber tomado, ella era capaz de olerlo.

—Entonces... —Alexia se inclinó ligeramente en la mesa, estudiándola—. ¿Por qué no vas a pedirle ayuda a él?

—Sabes que no puedo, no con Grace. Y no... no hubiese vuelto a ese ático si hubiese tenido otra opción, la tiara... —intentó explicarle.

La carcajada de Alexia frenó sus palabras. Francesca calló, mirándola, sintiéndose inquieta. De todas las personas que conocía, y que probablemente conocería, Alexia era la única que podía hacerla sentir vulnerable.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora