Capítulo 37 | Volver a ella

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ALEXIA

El insomnio era habitual en la vida de Alexia. Eran incontables las noches que pasaba despierta, tumbada junto al cuerpo de Callum Waldorf, observando las sombras que la madrugada creaba en cada recoveco de la habitación.

De una forma extraña e íntima, en esos momentos Alexia se sentía libre, lejos de las ataduras de su posición y su matrimonio. Lejos del amor que la vinculaba a Francesca desde hacía años. Lejos de todo, hasta de sí misma.

Solo en esos momentos se permitía soñar despierta y dejaba volar la imaginación. Así se convertía, al menos por unos instantes, en otra persona. En una mujer sin cadenas, distinta, libre. En una mujer con una vida que merecía la pena ser vivida.

Cuando Callum se despertó esa mañana a su lado, Alexia aún no había conciliado el sueño. Sintió el calor de su cuerpo acercándose a ella, uno de sus brazos acariciando su cintura, el aliento de su boca en su cuello. Le dio un suave beso en la espina dorsal y deslizó una de sus manos bajo el camisón.

Su piel era caliente, húmeda.

—Sabía que estabas despierta —la voz de Callum sonó ronca en su oído. Alexia pudo sentir su erección, pegada a su cuerpo.

—Callum...

Los dedos de Callum se internaron bajo sus braguitas y comenzó a acariciarla muy despacio, en suaves círculos. Alexia cerró los ojos y ahogó un jadeo en la almohada.

—Anoche no quisiste hacer las paces —susurró, lamiendo su cuello—. Vamos a hacerlas ahora.

Callum movió con lentitud su mano, abriendo ligeramente su interior, caliente y estrecho. Alexia siguió sus órdenes, sus deseos. Su cuerpo participó, reaccionando a él como hacía siempre, instintivo al placer. Su mente se apartó ese día de allí.

Y Alexia se alojó en sus recuerdos.

Encontró los ojos de Francesca, acercándose a ella, despacio. Su olor a jazmín impregnando su aliento. Sus labios encontrándose por primera vez, en un beso lento, suave, húmedo.

Callum enterró dos de sus grandes dedos en ella. Alexia gimió sintiendo su directa penetración y él abrazó su cintura, afianzándola junto a su erección.

La calidez del cuerpo de Francesca, colándose en silencio bajo sus sábanas. Las risas ahogadas y las miradas cómplices. El silencio, excitante, cuando no tuvieron nada más que decirse. El tacto de la mano de Frannie en su rostro, acariciando cada recoveco de su piel. Las yemas de sus dedos en sus párpados y sus labios, entreabriendo su boca.

Alexia sujetó la mano de Callum entre sus piernas, abriéndose a él, aferrándose a las sábanas. Quiso sentirlo más. Mucho más dentro.

Los labios húmedos de Francesca en su cuello, besándola, mientras recorría con las manos la fina película de sudor que ya cubría su cuerpo. El gemido de placer que salió de ella cuando Frannie se atrevió a acariciar íntimamente su sexo, por primera vez sin su dueño delante. Ambas solas y escondidas en la oscuridad de la madrugada.

Callum bajó el tirante de su camisón y deslizó los dedos por sus pezones, firmes, erectos. Amasó su pecho con necesidad, aferrándose a él. Sus dedos la penetraban con ímpetu, abriéndola, humedeciéndola cada vez más. Él mismo comenzó a frotar su erección contra su cuerpo.

La boca y la lengua de Francesca en su piel, recorriendo cada centímetro de su cuerpo, húmedo y sudoroso por ella. El placer de sentir sus labios en su aureola, en su pecho, succionando de ella, haciéndola suya.

Alexia ahogó un fuerte jadeó en la almohada, arqueando su cuerpo hacia él, cerrando los ojos.

Frannie.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora