No podía despegar la mirada del chico que caminaba hacia mí. Sentí una oleada de calor irradiar por todo mi cuerpo. Y fue cuando el chico se detuvo, sacudió la cabeza y siguió caminando hacia mí.
—Hola —dijo al sentarse, seguido de su amigo. Entonces fue cuando la indignación me invadió. Ni tan siquiera me habían preguntado, si podían sentarse ¡Mal educados! Para mí la educación y los modales son muy importantes.
—Los lugares están ocupados —dije sonando de mal humor.
—¿Ah sí? ¿De quiénes son los lugares? —preguntó divertido.
—De mi hermana y su novio. —Soné irritada, a lo que él sonrío.
—¿Quiénes son? Tal vez estén bailando y no les importe. Solo estaremos por unos minutos.
—No me interesa. ¿Están invitados? Deberían tener su propia mesa. Ésta ya está ocupada.
Sabía lo que intentaba hacer, pero yo no caería en su juego. Se veía el tipo de chico que folla con una chica diferente todas las noches. No pasaría a ser de su colección.
—La mesa es para ocho personas. Y solo hay tres asientos ocupados, más las dos personas que bailan en la pista. Si sumas son cinco, sobran tres asientos. ¿Verdad Mael? —le preguntó a su amigo quien obviamente estuvo de acuerdo con él. —Ves. Sé contar. —sonrió orgullosamente, como si saber sumar fuera un descubrimiento nuevo para él.
—Mi novio no tarda en regresar —Era mi excusa siempre que alguien intentaba ligarme. Claro, cuando un chico no era de mi agrado, recurría a la mentira más clásica del lenguaje de las mujeres. Hasta ahorita me había salvado de muchas experiencias desagradables, —está en el baño —agregué.
El chico parecía traer en su cara "PELIGRO" y las chicas le llovían de amontones. La mayoría solo buscaba sexo con él. Conocía el tipo de hombre que era, y del cual me mantendría alejada a toda costa. No necesitaba un problema más en mi vida. No estaba tan urgida de novio para caer en sus brazos. O en esos ojos grises que lo hacían ver adorable.
—No mencionaste ningún novio cuando hablaste sobre los asientos ocupados. Solo dijiste que eran tu hermana y su novio. —Sonrió. Él sabía que mentía, —¿Mael, tu escuchaste algo sobre su novio? —se giró para ver a su amigo, quien estaba sentado a su lado.
—No. No escuché nada sobre un novio —elevó una de sus comisuras.
—Ves. No hay ningún novio aquí. —Me guiñó un ojo y tuve que tragar saliva para reponerme. Necesitaba sacarlos de mi mesa a toda costa o algo malo iba a ocurrir. Miré a mis alrededores y observé que las mujeres de una mesa estaban mirándome, no, corrección. Estaban mirando a los dos hombres que tenía en mi mesa. A comparación de mí, ellas si parecían estar urgidas.
—¡Claro que tengo! No estoy mintiendo. —Tenía que ser mejor mentirosa. La mayoría de los chicos a los que les he dicho esto, me han creído y él no parecía hacerlo.
—Yo nunca dije que estuvieras mintiendo. —Se acercó a mí. Estaba tan cerca que pude oler su colonia y me gustó. Sus ojos grisáceos no se despegaban de mí y tenía la sensación de tampoco querer apartarlos.
—Se llama Daemon...Daemon Black. —Solté rápidamente. Él enarcó una ceja, odiaba que hiciera eso, porque yo no podía hacerlo. Siempre que lo intentaba quedaba mi cara como si estuviera en el baño.
—¿Daemon Black? —Preguntó. Pareció creerme. Esperaba que no reconociera el nombre de donde había sacado hace un momento del libro a mi supuesto novio. Ya quisiera yo que fuera realidad. Bueno, Daemon existía, pero realmente se llamaba Pepe Toth y era modelo de la portada del libro.
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Randy (Trilogía La Apuesta I)
RomanceBecky junto con su hermana mayor han representado a sus padres en las fiestas que a estos invitan, que por cierto, son demasiadas. Ella tuvo un novio a los 16, y de ahí, no ha vuelto a tener otro. A sus 18 años, vive encerrada en su propio mundo de...